Consciente de las demandas estudiantiles por una educación no sexista, la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Playa Ancha convocó al seminario “Estudio sobre protocolos y Educación no sexista”, de manera de contribuir a la reflexión y al enriquecimiento del debate.
Así lo manifestó la secretaria académica de la facultad, Dra. Daysi Reinoso, en la inauguración de la actividad, que contó con las exposiciones de la Dra. Ana Luisa Muñoz de la Pontificia Universidad Católica de Chile, y la académica del Departamento de Educación Diferencial de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UPLA, Paola Esparza.
Protocolos públicos de acoso sexual de 7 universidades chilenas (de un universo de 60), existentes en 2017, fue el estudio realizado por la Dra. Ana Luisa Muñoz, también vicepresidenta de la Red de Investigación en Educación Chilena (RIECH), junto a la Dra. Luna Follegati del Centro de Estudios de Políticas y Prácticas en Educación (CEPPE) de la PUC, y la Dra. Liz Jackson de la Universidad de Hong Kong, experta en violencia sexual en universidades.

Aclaró de inmediato la Dra. Muñoz que no se trata de un recetario sobre cómo elaborar un buen protocolo, sino que es un estudio teórico sobre la cultura de la violencia sexual y sexismo en las universidades. “Se les analizó como instrumentos para pensar el posicionamiento de las mujeres, tanto académicas como estudiantes, en la educación superior”.
El documento es parte de un paper presentado en la Philosophy Education Society Conference, en marzo de 2018.
Tres tensiones importantes identificaron en la investigación: Existe una conceptualización restringida en los protocolos; son estrategias reactivas que pasan por alto la prevención; y omiten el contexto nacional en que vivimos.
Es decir, en dichos textos “no se discute qué es consentimiento, qué es lo sexual en un abuso, aspectos clave para cualquier persona que sea víctima o tenga que tomar una decisión dentro de la universidad”, precisó la académica.
Por otro lado, los protocolos al no tener asociadas políticas de prevención, tienden a individualizar el acoso en la víctima o en el victimario. “Se suele desvincular al abusador y se piensa que con eso se soluciona el problema. Eso no es así, porque ese abusador se mueve a otra universidad, replica conductas, o aparece otro victimario en el lugar que dejó. El problema es de la institución”, explicó.
Y, en tercer término, las investigadoras evidenciaron que, al definir el acoso en los protocolos, se omite el contexto nacional así como las relaciones de poder universitarias. En menos de una semana en Chile hubo 6 femicidios –afirmó la Dra. Muñoz. “Vivimos en un
país donde el machismo está institucionalizado, tenemos una cultura patriarcal que es necesario remirar y discutir, junto con reconocer el contexto desde el cual emerge la discusión o una política para prevenir la violencia sexual. Sobre aquello nada se menciona en los protocolos”.
Concluyó la expositora que, en el debate actual, los protocolos son la punta del iceberg. “Lo relevante es que los estudiantes nos han interpelado como académicos a pensar en cómo estamos educando y perpetuando una cultura sexista, que al mismo tiempo es una cultura de la violencia. El sexismo es un mecanismo de violencia hacia la mujer, que tiene un carácter histórico-cultural, es decir hablamos de 2 mil años de institucionalización del patriarcado en el cual nos hemos desarrollado. Lo que sí está claro es que los estudiantes no quieren más violencia y quieren sentirse considerados sujetos humanos con el respeto que se merecen”.
Perspectiva de género en UPLA

La académica Paola Esparza del Departamento de Educación Diferencial de la Facultad de Ciencias de la Educación dio cuenta del trabajo realizado como representante institucional desde 2016 de la Mesa Técnica de Inclusión y Género ante el Ministerio de Educación y el Centro de Perfeccionamiento, Experimentación e Investigaciones Pedagógicas (CEPEIP).
Junto a otras 55 universidades, la mesa técnica orienta su labor a caracterizar, orientar e identificar buenas prácticas con enfoque de género en las distintas instituciones. “De manera particular, el enfoque está puesto en la incorporación de la perspectiva de género en la Formación Inicial Docente”, sostuvo.
En el seminario, Esparza presentó los resultados de un diagnóstico realizado en 2016 en la UPLA sobre perspectiva de género en su quehacer.
Ocho fueron las dimensiones analizadas: Diseño Curricular; Prácticas Formativas; Evaluación (a estudiantes); Gestión Institucional; Formación Continua; Investigación; Acceso inclusivo; e Iniciativas Extracurriculares
“La UPLA destacó con mayor cantidad de acciones ejecutadas en este ámbito, aun cuando son insuficientes. Y fueron las extracurriculares, las realizadas por los estudiantes, las que más consideran el enfoque de género”, afirmó.
Sin embargo, se identificó en ese año que los perfiles de egreso adolecían de dicho enfoque, con excepción de Educación Parvularia. Los cursos optativos fueron los que mayormente acogieron dicha mirada, versus los obligatorios de las carreras docentes, en los que se registraron solo dos.
La académica relevó la conformación en la universidad de la Comisión Interdisciplinaria de Estudios de Género en 1997, así como el Comité de Buenas Prácticas Laborales, la obtención del Sello Iguala-Conciliación, otorgado por el Ministerio de la Mujer y de Equidad de Género a instituciones que cumplen con requisitos para demostrar que gestionan la igualdad de género, y la Comisión Interuniversitaria en Estudios de Género al amparo de la AUR.
Producto del diagnóstico realizado por las universidades se elaboraron las bases para construir una política inclusiva, propuesta para planes de igualad docente y protocolos para abordar el acoso sexual.
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