Cada día existe mayor conciencia de la necesidad de profundizar el respeto a la dignidad de las personas, proteger derechos esenciales y caminar rápidamente hacia sociedades más igualitarias y civilizadas.
Los movimientos sociales y estudiantiles que han surgido en distintos lugares del país dan cuenta del rechazo generalizado a aquellas conductas que violan derechos y libertades, en particular, en este caso, aquellas de connotación sexual o aquellas que son producto de abusos de distinta naturaleza. Abusos seculares que tienen su origen en desigualdades humanas no superadas. Se trata de actos de sumisión basados en condiciones de poder, riqueza, discapacidad, pobreza, diversidad, fuerza, edad, inteligencia, ignorancia, género, cultura dominante y dependencia.
La historia de la humanidad muestra una tensión constante entre quienes, teniendo poder, abusan respecto de otros que comparativamente no lo tienen. Es la historia de aquellos que son o se creen más fuertes que otros y los someten a sus propios caprichos y designios, utilizando todo tipo de amenazas, engaños, extorsiones, violencia y condiciones. El mundo ha estado marcado por diferencias, discriminaciones y dependencias. Hobbes nos habla de la etapa precontractual antes del nacimiento del Estado, esto es, de la vida de la selva en la que predomina la ley del más fuerte, la que aún no es ajena a nuestras propias sociedades. Sin embargo, las tendencias civilizadoras que derivan de la muerte y el dolor, de la injusticia, han dado pasos importantes en estos últimos siglos para superar conductas inhumanas que se basan solo en relaciones de poder en contextos de desigualdades de la más diversa naturaleza.
Las declaraciones sobre los derechos humanos de la Francia revolucionaria, la declaración de los derechos humanos de Naciones Unidas de 1948 y un conjunto de convenciones y pactos derivados de ella y que refieren a derechos específicos, como los del niño, derechos sociales y culturales, de la mujer y en contra de todo tipo de discriminaciones han sido avances importantes. Sin perjuicio de lo anterior, no basta con las declaraciones y recomendaciones que emanan de dichos documentos. Es necesario avanzar hacia una verdadera cultura de esos derechos. Es necesario que la sociedad y cada uno de sus integrantes se comprometan con estos fines superiores y eso lo podrán hacer a través de una educación de muy alta calidad, que incorpore temas tan relevantes como este, la educación ciudadana para que logremos sociedades más humanas y civilizadas que busquen la paz y la felicidad. En este proceso, esperanza y aspiración no hay que olvidar nunca que la paz es el resultado de un orden social justo.
En 2016, la Agrupación de Universidades Regionales convocó a representantes de sus 22 casas de estudio, incluyendo al CRUV, para realizar un diagnóstico que diera cuenta de la situación de género y la existencia de protocolos frente a casos de denuncia. Por la importancia del tema, se extendió el estudio a las 27 universidades del Consejo de Rectores de Universidades de Chile, constituyéndose a partir de ese momento la “Comisión de Igualdad de Género AUR-CRUCH”, cuyo objetivo es impulsar el diseño e implementación de políticas de género en las universidades. Estamos comprometidos en esta tarea.
Patricio Sanhueza Vivanco
Rector Universidad de Playa Ancha
Columna publicada en El Mercurio de Valparaíso, domingo 13 de mayo de 2018.
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