Rocas de Santo Domingo vestigio de la represión política de Estado

“Si sobreviví fue para preservar la memoria, ésa es mi tarea”, expresó Ana Becerra, Presidenta de la Fundación por la Memoria de San Antonio, frente a un auditorio conformado por estudiantes de Periodismo y académicos de la Facultad de Ciencias Sociales, al compartir su experiencia de detención y tortura sufrida desde los 17 años de edad en el Regimiento Tejas Verdes, primer campo de prisioneros políticos, luego en Rocas de Santo Domingo, y en otros centros de tortura y prisión política del país.

Su testimonio fue parte del coloquio “Tortura, desaparecidos y memoria en Chile: la historia del balneario popular de Santo Domingo convertido en campo de concentración”, organizado en virtud de una trabajo de investigación que sobre el tema realizó en el ramo de Redacción II, la estudiante de tercer año de Periodismo, Constanza Lobo.

La presidenta de la fundación reveló que Tejas Verdes fue el primer campo de prisioneros políticos, en tanto Rocas de Santo Domingo fue el primer centro de entrenamiento de la Dirección de Inteligencia Nacional, DINA, que formaba torturadores. Ambos bajo el mando del entonces coronel Manuel Contreras.

“El regimiento Tejas Verdes proveía de prisioneros al campo de Rocas de Santo Domingo, para utilizarlos como conejillos indias por quienes aprendían la labor de tortura”, sostuvo Becerra.

La creación del centro de Rocas de Santo Domingo tuvo otro origen, contó la dirigente. En 1971 el gobierno de Salvador Allende, a través de la medida Nº 29, sobre Descanso y Recreación, construyó 16 balnearios populares implementados con cabañas familiares a las que los trabajadores sindicalizados podían acceder. El lugar, también servía como espacio para la realización de seminarios y encuentros de las organizaciones civiles.

En 1973, luego del golpe militar “las cabañas se trasformaron en campo de prisioneros y tortura de la DINA. Incluso, hubo momentos en que familiares de los agentes de la DINA veraneaban en las cabañas, mientras en otras estaban los prisioneros políticos, a quienes les prohibían gritar para que los niños no los escucharan”, precisó Ana Becerra.

El centro de concentración estuvo activo hasta 1975. A fines de noviembre de 2013, por instrucción del alcalde Fernando Rodríguez, las instalaciones del complejo de Santo Domingo fueron demolidas bajo la premisa que las cabañas se encontraban en estado de abandono. Desde 2015, el lugar fue declarado Monumento Nacional en la categoría de Monumento Histórico.

Luis Bork, especialista en Derechos Humanos, expresó que persiste la conducta societaria que refiere a que no hay que quedarse en el pasado. “Y es que parece que nadie quiere tener ni construir memoria. Esto ocurre, porque tanto hombres como mujeres fueron cómplices en el silencio sobre lo ocurrido durante 17 años. En la medida que nos acercamos a la memoria, nos acercamos a la identidad”.

El sitio de Rocas de Santo Domingo es un reflejo de la historia reciente del país y de la memoria de las víctimas de la represión política de Estado. Su preservación y puesta en valor contribuyen a la educación en la promoción de los derechos humanos.

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