“Imposible que la Academia esté todo el tiempo vigilante sobre la espontaneidad del lenguaje”

El Premio Nacional de Literatura de 2014, Antonio Skármeta, es desde este año flamante miembro de número de la Academia Chilena de la Lengua. Pero no ha sido lo único vertiginoso y emocionante que le ha pasado en los últimos meses. El cantante brasilero, Toquinho, se encuentra musicalizando un tema escrito por el literato chileno, y el actor y director de cine también brasilero, Selton Mello, estrenó recientemente su película basada en una novela del creador del Show de los Libros.

De todo ello habló en su reciente paso por la Universidad de Playa Ancha (UPLA), donde en el marco del XLIV Simposio Internacional de Literatura, recibió el premio Instituto Literario y Cultural Hispánico (ILCH) fue reconocido por su destacada trayectoria. Pero tal como se esperaba, su intervención, presionada según él mismo dijo por la premura de la hora del almuerzo, se tradujo en emocionantes fragmentos de sus libros y de su relación con los poetas hispanoamericanos, que el público siguió casi con devoción. Al término de la ceremonia, eso sí, nos vimos obligados a traerlo a tierra y formularle algunas preguntas.

-¿En un mundo como el de hoy en que el léxico parece pisar terreno muy blando, cuál es el aporte que una institución como la Academia Chilena de la Lengua realiza?

«Para un escritor, la Academia Chilena de la Lengua es un lugar familiar; la herramienta fundamental de un escritor es el lenguaje. Las academias de la lengua cuidan del lenguaje, estimulan la creación y el buen cuidado de las palabras, de modo que las academias de la lengua tienen una larga y prestigiosa historia, y yo estoy muy feliz de pertenecer a ella».

– ¿Le preocupa cómo hablan, cómo se expresan los chilenos en la actualidad?

«Los chilenos podrían expresarse mejor pero también es imposible que la Academia esté todo el tiempo con un ojo vigilante sobre la espontaneidad del lenguaje. Muchas veces la Academia recoge el habla popular, las cosas que la gente dice desde el corazón o atropelladamente, y a la larga termina incorporándolo al vocabulario. Es una convivencia que se da siempre entre la cultura, que se va asentando y que predomina en cómo el lenguaje se estructura, y la subcultura, que va recibiendo el beneficio de la cultura y al mismo tiempo va empujando para que la cultura se amplíe».

Memoria histórica

– ¿Cómo podría ser la literatura una herramienta para poder recuperar la memoria histórica de un país y también recuperar los aspectos identitarios?

«No soy muy inclinado a pensar que la literatura necesariamente tenga que tener una función formativa, para eso hay tantas otras instancias que sí forman: la educación misma. Yo creo que no hay que cargar a la literatura, la fantasía, la poesía con la mochila de cierta responsabilidades. Si le nace a un escritor tener tendencias políticas o poner acentos morales o capturas, y reproducción y análisis de momentos históricos, me parece muy bien, siempre que esté dentro de su espontaneidad. Pero yo creo que no hay que usar el deber ser para la literatura; hay que dejar que cada uno se corte el traje como le venga».

-¿Cuál diría que es el poder que tiene la literatura para estimular la imaginación?

«La literatura, la poesía, la prosa, el teatro, el cine también, y las artes en general, lo que tienen es que descolocan a la gente de la mirada rutinaria, gastada, sobre las cosas. Lo deslumbra, aunque sea una mirada sobre la cosa más cotidiana. Por ejemplo Neruda, cuando dice que el gato es un mínimo tigre de salón. Lo está hablando de una manera tan creativa que te deslumbra y ya no puedes mirar nunca más al gato tan tranquilamente. La creación incita a tener una relación fresca con las cosas y con la vida; es una manera de comunicarse distinta».

– Sobre esta disputa que tuvo en algún momento la imagen con la imaginación, ¿cómo lo percibe hoy, pensando en la literatura en este contexto de la sociedad de la información?

«La literatura y las imágenes que procura no son imágenes instrumentales, es decir, no están al servicio necesariamente de lo que se llama comunicación, o sea, intercambio de información. La literatura no es una información, es creación, es un juego que puede tener un destinatario, un buen receptor o no. La literatura no se mide necesariamente por la cantidad de comunicación que implica o la calidad de la recepción de quien la enfrenta».

Canciones y cine

– Usted, además escribe canciones…

«Sólo lo hago como un pasatiempo de fin de semana….»

– ¿Y es muy distinta la inspiración al escribir una canción en comparación a la que requiere cuando, por ejemplo, escribe prosa?

«Bueno, la canción siempre tiene la complicidad de que es algo que circula con la gente, con una melodía, se necesita un intérprete, un compositor, es un trabajo más colectivo, más sociable que el de la creación literaria que suele ser algo más individual»

– ¿Qué le pareció la adaptación al cine de su novela Un Padre de Película, recientemente estrenada en Brasil? ¿Con qué sensación quedó?

«Sí, bueno. Es sobre una novela que originalmente transcurre en Chile, en el sur, y esta vez fue adaptada al sur del Brasil. Y la hizo un director muy bueno, muy competente, que se llama Selton Mello, que es también un gran actor. Y se reservó uno de los roles de la película, y quedé muy contento con el resultado».

– ¿Trabaja en alguna obra por estos días?

«Sí. Estoy escribiendo una obra de teatro».

Política nacional

– ¿Desde su trayectoria, cómo percibe la figura del lector actualmente en Chile?

«Desconozco la producción literaria en general. Es decir, si me preguntas concretamente mi relación con el público chileno, yo estoy contento, tengo mis lectores. Mis libros, aunque están editados fuera de Chile, también hay algunos editados en Chile y circulan en Chile. Tuve la suerte de tener el Premio Nacional de Literatura, de manera que encuentro agradable, e intensa la relación que tengo con mi país y sus ciudadanos, sobre todo que son el motivo y los personajes de mi obra. Es una obra dedicada a los chilenos, con chilenos a lo largo de todas sus peripecias».

– A propósito de chilenos, ¿cómo percibe al país a un mes de las elecciones, cómo ve la política nacional?

«Bueno, para alguien que vivió un quiebre tan fuerte como el que causó la dictadura en Chile, hace algunas décadas, es un alivio muy grande que Chile haya mantenido una democracia estable y que haya tenido gobiernos lo suficientemente progresistas para haber proyectado esa democracia y haberla profundizado».

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