Sol Serrano: “El Liceo encarna un relato de la historia de Chile”

El liceo es el hijo amado de la República, o al menos lo fue entre 1930 y 1964. Esa es la tesis de la historiadora nacional Sol Serrano, para quien la institución liceana ha sido más que un centro descentralizado de promoción de la enseñanza de las humanidades, un verdadero espacio para forjar la memoria colectiva a la vez que un relato en sí mismo de un pedazo importante de la historia de Chile.

Sol Serrano Pérez, docente del instituto de Historia de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC), vicerrectora de Investigación de dicha casa de estudios superiores y una de las más reputadas historiadoras del país, participó la mañana del miércoles como invitada de las XXI Jornadas de Historia Luis Carreño Silva, que organizan los alumnos de la carrera de Historia de la Universidad de Playa Ancha (UPLA).

La exposición de la académica, considerada una verdadera primicia de lo que será el tercer tomo de su libro «Historia de la Educación en Chile» (del cual es coautora junto a Macarena Ponce y Francisca Rengifo), concitó gran interés de alumnos y profesores, principalmente porque se plantea en momentos en que la educación en general se encuentra en un proceso de cambios.

Memoria colectiva

«El Liceo encarna un relato de la historia de Chile. Sus alumnos viven ese relato intelectual y experiencialmente. Lo viven en sus ritos, lo viven en la enseñanza de la historia, en la cultura. El tiempo histórico entra en el aula, uno que ahora es también propio y con ello surge también un sujeto histórico», enfatizó Sol Serrano.

Y la historiadora, a renglón seguido, ratificó: «el Liceo es un espacio de la memoria colectiva, pues forma un sentido de lo pasado en el presente, procura recordar ritualmente su rol pasado y los grupos anticipan su propio recuerdo. Es una memoria colectiva porque construye la forma de pertenencia que une a un grupo cuyos miembros, no obstante, tienen diferentes intereses y motivación».

Uno de los aspectos más destacable de acuerdo a su relato, es que rápidamente en el liceo comienza a enquistarse la esencia de la movilización estudiantil como ejemplo de organización social. Ello, a su vez, redunda en que los liceanos se transforman en actores políticos en crecimiento en el Chile de la primera mitad del siglo XX, y serían los propios centros de alumnos, «colmados de participación y de prácticas igualitarias» que con su actividad electoral abrirían espacios democráticos en el país. Mención aparte merecen los gobiernos estudiantiles de los liceos femeninos que también ejercen una práctica organizacional republicana.

Movimientos sociales

Con la presencia creciente de los liceanos, acota Sol Serrano, en Chile comienza a visibilizarse un nuevo grupo que antes era dominado por letrados mayores. «Eran unos niños entre 13 y 18 años que ni siquiera tenían derecho a voto. Esto formó un nuevo grupo etario que no existía con mayor conciencia en este amplio espectro de niños y jóvenes, pero ya no era solo una categoría que tenía que ver solo con el aprendizaje o con el desarrollo de la psicología”.

Los liceanos, más consolidados en el tiempo, comenzaron a unirse a movimientos sociales y a protagonizar actos de protesta de gran envergadura. «El 53 ya comenzaron a desfilar por las calles en adhesión a los profesores, el 55 llamaron a un paro por 48 horas tremendamente exitoso en solidaridad con los estudiantes peruanos. Quizá el momento más dramático es en marzo de 1957, el precio de la locomoción colectiva subió y salieron a protestar contra las micros, en que se produjo enfrentamientos entre estudiantes y Carabineros… El 62 mostraron cuánto poder tenían cuando protestaron por la pésima infraestructura existente en los liceos en el país», comentó la historiadora.

Tan gravitante se vuelve la presencia del liceo en la sociedad chilena que incluso sus problemas internos repercuten a mayor escala. «Todos concuerdan que efectivamente la crisis del liceo era una síntoma mayor de la crisis de la república».

«Los liceanos y liceanas –agregó la historiadora- serían entonces el último actor político hijo directo de la educación pública, aquella que había nacido desde y para la política. El liceo, el hijo amado de la República, como la república misma, entraba en ese tortuoso camino en que la democratización fue una amenaza para la democracia -dijo con cierta ironía- y sabemos todos cómo terminó ese proyecto», concluyó Sol Serrano.

¿Candidata al premio nacional de Historia?

En un país con una academia motejada de machista, a muchos le complacería ver a más mujeres como Premio Nacional, sobre todo en áreas como la Historia, que desde que fue instaurado nunca ha galardonado a una mujer. Alumnos y profesores de la carrera de Historia de la U PLA, al término de la conferencia dictada por Sol Serrano, además de un reconocimiento por su participación en las “XXI Jornadas de Historia Luis Carreño Silva”, le entregaron una carta patrocinio para su postulación como Premio Nacional de Historia el próximo año. La académica de la PUC se mostró sorprendida y a la vez emocionada por la mención, y medio en broma medio en serio comentó a la audiencia: “Lamento que la vayan a perder no más (la carta patrocinio)”, desatando risas del público.

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A su vez, en la solemne ceremonia, se honró el legado de seis académicos que se acogieron a retiro: Gonzalo Bustillos Portales, Ramón Donoso Alfaro, Eduardo Faivovich Bortnik, Luis Faúndez Fuentes, José Meza Guzmán y Miguel Vásquez Vicencio.