A la filósofa Adela Cortina Orts, su reciente viaje a Valparaíso la sorprendió en medio de la desaparición de uno de sus maestros, el teórico alemán de las comunicaciones y también filósofo, Karl-Otto Apel, fallecimiento ocurrido el lunes 15 de mayo a la edad de 95 años. En la ciudad puerto, la académica recibió el jueves la máxima distinción que entrega la Universidad de Playa Ancha (UPLA), la de Doctora Honoris Causa.
Fue precisamente en contacto con uno de los máximos expositores de la Escuela de Fráncfort, y fundador de la ética de la comunicación o ética discursiva (junto a Jürgen Habermas), que la doctora valenciana Adela Cortina, incursionó en lo que a la postre sería su principal área de especialización: la ética. Y en momentos en que cobra relevancia tanto en nuestro país como en el mundo, la académica abrió espacio en su agenda para hablar, precisamente, de aquellos conceptos que a sus 70 años le siguen quitando el sueño: la democracia y la pobreza.
– ¿Exagero si digo que, para el anecdotario, se le recordará por introducir en nuestro léxico un concepto que muchos prefieren evadir: la aporofobia?
«Pues hasta me siento orgullosa, que acabo de publicar un libro que se titula Aporofobia, el Rechazo al Pobre. Está en la Editorial Paidos y la idea del libro es justamente tratar de recuperar ese nombre, ponerlo en el tapete, que me parece muy importante, y además hacer un diagnóstico de la aporofobia y tratar de dar soluciones para superar lo que yo creo que es una patología social».
– Llama la atención una cosa. Usted expone que la aporofobia (del griego aporos = pobres) es cultural pero con raíces biológicas…
«Efectivamente. Es que yo creo que tiene las dos raíces, una raíz biológica porque cuando se fue formando el cerebro humano vivíamos en pequeños grupitos que tenían que protegerse de los extranjeros, de los que venían de fuera, de los que parecía que venían a molestar. Se encerraban los grupitos en sí mismos y eso suponía que intentábamos dejar de lado a todos aquellos que no nos aportaban nada bueno, a todos aquellos que podían traer problema. Entonces hay una cierta tendencia biológica a dejar de lado a los que puedan no traernos ventajas».
– ¿Nos dan vergüenza ajena los pobres?
«Nos dan vergüenza propia los pobres (ríe la Dra. Cortina). Los pobres de la propia familia, incluso, porque tal parece que tener un pariente pobre no es algo que nos llene de orgullo, en cambio tener un pariente rico siempre explicamos que está ahí nuestro pariente. Entonces hay ahí una aporofobia que no es solo con el extranjero sino que es incluso con el de la propia casa».
– ¿Y efectivamente la fobia a la pobreza se da cuando el pobre no tiene nada que ofrecer al poderoso o no será que esconde también algún temor personal de caer un día en desgracia?
«No. Yo creo que es más bien porque cuando se fue formando el cerebro se nos ha ido formando una mentalidad contractualista, una mentalidad del toma y daca. Yo te doy, tú me das, nos devolvemos, a cambio nos hacemos favores y siempre buscamos hacer favores a aquel que de alguna manera nos lo puede devolver. Entonces, el pobre parece que no puede devolver favores, que no puede devolver nada bueno, cuando es un error porque todo el mundo tiene algo bueno que dar».
Adormecer la aporofobia
– Aporofobia no es solo un temor en lo material y no es solo de los poderosos, según usted ¿Es que todos sufrimos algún grado de aporofobia?
«Claro, pues al tener una base biológica todos tenemos una cierta tendencia a apartar a los que nos parece que no nos van a dar nada positivo. Todos tenemos esa tendencia, lo que pasa es que no quiere decir que vayamos necesariamente a sacar a la luz esa tendencia sino que podemos limarla y educarla para dejarla adormecida».
– Mencionaba usted que reforzar el Estado Social y la educación aparecen como posibles herramientas para ayudar a combatirla…
«Claro, yo creo que fundamentalmente para evitar que esa tendencia se ponga en marcha, por una parte la educación es fundamental. En la familia, en la escuela, en la vida pública en la que siempre hay tendencia a alabar a los poderosos, y justamente dejar de lado a los demás y eso, si se va cultivando, cada vez es peor, para los niños, para todo el mundo. Pero también es fundamental crear unas instituciones que sean igualitarias y por eso me parece fundamental el estado social de derecho, que es el que trata de que todos tengan satisfechos sus derechos de primera y segunda generación, es decir, los económicos, sociales y culturales. En sociedades igualitarias, la aporofobia es más difícil y en las sociedades radicalmente desiguales es muy fácil que la aporofobia se ponga en marcha».
– ¿Es utilizada ideológicamente la pobreza?
«Totalmente. Lo malo es que cuando no se pone un nombre a una tendencia como la aporofobia, puede funcionar como una ideología. Los poderosos siempre intentan mantener su posición de dominio, de reforzar la desigualdad y, bueno, eso hace imposible suprimir esa tendencia».
A flor de piel
– ¿El neoliberalismo alimenta la aporofobia?
«Pues evidentemente el neoliberalismo alimenta la aporofobia porque al desregular todas las situaciones económicas y sociales hace que haya mayores desigualdades y creo que ese es el gran tema, que en las sociedades desigualitarias la aporofobia está a flor de piel. Pero también hay que decir que esta es una lacra que está a lo largo de toda la historia y por eso es biológica. Siempre ha habido castas, incluso en las tribus más elementales había los mejor situados y los peor situados. Creo que de alguna manera hemos ido avanzando en el sentido que por lo menos ahora nos damos cuenta que eso no debería de ser, porque todos los seres humanos son dignos y ahí es donde está nuestra contradicción, porque quiere decir que no deberíamos dejar que esa tendencia aflorara».
– ¿Cuando usted acuña este concepto, intenta generar desde la ética un aporte para visibilizar la pobreza?
«Claro, es que esa es la idea y me alegro mucho que en el libro, en la portada, aparecen unas manos envejecidas y una persona evidentemente pobre, con una cartera abierta y vacía. En muchas ocasiones mis amigos que están trabajando para acabar con el «sinhogarismo» dicen que normalmente cuando vemos mendigos, pues sencillamente no los miramos, sencillamente los hemos hecho invisibles. Cuando vienen extranjeros se trata de apartar a los pobres, y poner esto sobre el tapete es darle visibilidad y por lo menos decir, ¡mire, está ahí!».
– La pobreza y la desigualdad aparecen como primas hermanas, y en Chile lo sabemos pues estamos considerados como uno de los países más desiguales de América Latina, ¿cómo lo percibe usted?
«Pues yo percibo que los dos grandes retos del siglo XXI son, por una parte erradicar la pobreza, pues hay medios suficientes como para que nadie sea pobre. Pero la desigualdad por otra parte produce más pobreza porque en una situación desigual las personas que están situadas en un ámbito superior, son las que siguen progresando en ese ámbito mientras que los demás nunca tienen oportunidades e incluso pierden muchas de las oportunidades, con lo cual la desigualdad además agenda pobreza».
Trump y Le Pen
– ¿Se está gestando en Europa algo de hipocresía al respecto? Aquellos que enarbolaban banderas antidiscriminación contra la exclusión, la xenofobia y el racismo, hoy sacan rédito político precisamente de lo inverso…
«Totalmente, y además es uno de los motivos por los que me he dado cuenta de que efectivamente hablar de la aporofobia es enormemente oportuno, porque se está extendiendo y aflorando también en las campañas políticas, lo cual es nuevo. Hay partidos políticos que están sacando a la luz la lucha contra los pobres y la exclusión de los pobres como una verdadera ventaja y bandera y, además, lo peor no es que lo hacen sino que tienen éxito. El caso de Trump en Estados Unidos, poniendo las barreras frente a los mexicanos y no frente a los canadienses; el caso de Marine Le Pen, que asombrosamente creímos que era algo que ya había desaparecido con su padre. Pero también en otros lugares; Alternativa, por Alemania, ha conseguido un poco más».
– ¿España tampoco está lejana a ese fenómeno?
«Afortunadamente en España no tenemos ningún partido político aporófobo, ni xenófobo, cosa que me alegra mucho porque ni España ni Portugal tienen ningún partido así. El resto de los países europeos todos tienen algún partido de esos”.
– Dicen que lo obvio por obvio no se dice y que por no decirse se olvida. Y el olvido usted lo menciona como un tremendo mecanismo de adaptación para esconder la pobreza.
«Lo mantengo totalmente porque tenemos un cerebro disociativo, que quiere decir que nuestro cerebro tiene tendencia a poner entre paréntesis aquello que nos molesta. Entonces se disocia, nos olvidamos de aquello y ya no existe. Bueno, la pobreza molesta y en vez de hacer lo obvio que es buscar soluciones, pues lo que se hace es ponerla entre paréntesis».
Ética y política
– También en Chile hoy en día cobra relevancia esa relación descrita como incestuosa entre política y economía, entre el mundo de la política y el de los negocios.
«(ríe la profesora) Es que ésa está tan extendida como la aorofobia. Pues yo percibo que la corrupción, si es a eso a lo que usted se refiere, es una de esas lacras sociales increíbles que desgraciadamente es como una gangrena que está en todos los países. Ahora, creo yo, que como nuestras sociedades son cada vez más democráticas, se descubren más los casos de corrupción; porque estoy segura que los ha habido a lo largo de toda la historia solo que antes no se sabía, y las personas estamos asombradísimas porque además tememos que eso es nada más la punta del iceberg, que lo que va saliendo es lo que nos vamos enterando pero que hay muchísimo más, que hay una serie de tramas increíbles. Y ahí lo que me preocupa enormemente es que no son personas concretas que casualmente son muy corruptas sino que hay unas tramas que hacen que sea casi imposible para la gente no caer en esos casos».
– Y qué es más reprochable éticamente, que la política se deje permear por los negocios o que los negocios intenten coimear a la política?
«Me parece igual de impresentable. Por una parte los políticos debiesen preocuparse del bien común y gestionar bien los recursos públicos, pero por otra partes las empresas, como decía el Premio Nobel de Economía Amartrya Sen (India. Por sus contribuciones al análisis del bienestar económico), tienen que ayudar a crear buenas sociedades. Entonces, todos estos temas de la corrupción son malos por la política y por la economía; las dos en esos casos están en contra de sus propias metas».
– Usted mencionaba construir la democracia desde la ética y desde la política.
«Hoy en día, uno de los grandes temas que tenemos entre manos es el de cómo construir democracias que unan ética y política, porque curiosamente no hay ningún tipo de planteamiento en el que se diga que hay un régimen político mejor que la democracia sino que es dentro de la democracia donde nos lo jugamos todo. Entonces, si estamos haciendo democracias que son insatisfactorias, a las gentes eso les crea desafección, etc. y entonces hay quienes lo aprovechan para llevar el agua a su molino».
Reconocimiento Dra Honoris Causa por la UPLA.
«Significa muchísimo, es una alegría enorme, que la Universidad de Playa Ancha me acoja en su claustro de profesores como doctora Honoris Causa. Es un honor, una alegría y estoy encantada de estar acá con estos amigos».
Reciente muerte de su maestro Karl-Otto Apel.
“Considero que Apel ha sido uno de los mejores filósofos del siglo XX y XXI. Creo que ha sido una persona extraordinaria y providencial, y yo tuve la suerte de estudiar con él…Apel es una de estas personas que en Alemania tuvo una posición muy importante en relación con el nazismo, porque él cuando vio la actitud de muchas gentes que decía ‘manda fhürer nosotros te obedecemos’, le dio muchísimo miedo dejarse llevar por las pasiones, por las emociones y no argumentar, y por eso tuvo tanto interés en hacer una filosofía en que tuviera mucha importancia la razón práctica… Apel fue un defensor de la posibilidad de argumentar y de defender una ética universal. Es una gran pérdida, pero bueno, así como hay un tiempo para nacer, también hay un tiempo para morir».
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