El jueves 11 de agosto tuve la oportunidad de acompañar a la familia de la joven alumna de la Universidad de Playa Ancha, Nicole Sessarego Bórquez, asesinada brutalmente el 15 de julio de 2014. Alumna de cuarto año de periodismo, estaba a punto de concluir un semestre de pasantía académica en la Universidad de Buenos Aires. La noticia de su asesinato causó una inmensa consternación, en primer lugar en su hermosa familia y, por supuesto, entre académicos, estudiantes y funcionarios de nuestra comunidad, quienes recibimos con indignación, impotencia y dolor esta horrenda noticia.
Es bueno agradecer a tantas instituciones y personas que han solidarizado con la familia de Nicole y que se han jugado por llegar a la verdad de los hechos ocurridos. Destaco al Cónsul de Chile en Buenos Aires, abogado chileno-argentino Julio Cisterna, al equipo jurídico del consulado, a la embajada chilena en Argentina, al exgobernador Omar Jara por su colaboración desinteresada e insustituible, a quienes han acompañado a la familia, amigos, compañeros, profesores, directivos de la universidad.
El inicio del juicio oral en lo penal fue extraordinariamente fuerte para todos los que estuvimos presentes. Escuchar los testimonios de la madre de Nicole, de los padres del homicida, de testigos, fue recrear aquellos aciagos momentos en que se produjeron estos hechos. Fue observar y escuchar al homicida, su mirada fina y calculadora, sus simulaciones.
La pregunta que cabe es ¿por qué? Qué perturbaciones, daños y tribulaciones pueden determinar a una persona a cometer tamaño delito. Se trata de la primera vez que en Argentina se condenará a una persona por la aplicación de una nuevo tipo penal, denominado “odio al género». ¿Qué puede causar en un ser humano un impulso asesino obsesivo, basado en el odio a las mujeres para llegar a asesinar a otro ser humano desconocido, sin que medie razón ni provocación alguna? ¿Cuántos años faltan para que nuestras sociedades puedan convivir de una manera más civilizada, sin odios y sin violencia?
Mientras transcurría esta audiencia, pensaba en los hechos que enlutaron a Valparaíso el pasado 21 de mayo, que terminaron por calcinar y asesinar a un inocente trabajador municipal producto de bombas incendiarias, lanzadas irresponsablemente a un edificio patrimonial de la calle Pedro Montt. Cuánto dolor para esta nueva víctima de la violencia irracional e inconducente, para su familia, compañeros de trabajo, violencia que termina por emporcar las aspiraciones de quienes se manifiestan haciendo uso de su derecho a la libertad de expresión. Violencia condenada por todos los sectores, actos delictivos que requieren un “nunca más”. Abrigo esperanza que en definitiva en esos hechos no estén implicados estudiantes universitarios y menos de nuestra universidad, porque en el fondo ello sería una inmensa decepción para una institución que ha querido imprimir un sello humano a todos sus integrantes.
Espero que en ambos casos se sancione ejemplarmente a los culpables.
Patricio Sanhueza V.
Rector Universidad de Playa Ancha
Columna publicada en El Mercurio de Valparaíso, domingo 14 de agosto de 2016.
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