“Chile es el laboratorio para el resto del mundo para, lo que considero, reformas erróneas”, así de enfático fue Michael Apple consultado sobre su parecer respecto a la reforma educacional puesta en marcha por el gobierno.
Conversación que se dio en el marco de su visita a Chile en el contexto del ciclo de conferencias “Poder, Conocimiento y Reforma Educativa: Visión de Conjunto”, organizado en conjunto por el Departamento de Educación de la Facultad de Humanidades de la USACH y la Facultad de Ciencias de la Educación y la Escuela de Postgrado de la Universidad de Playa Ancha.
Michael Apple agradeció la invitación de la UPLA y de la USACH para poder visitar Chile después de 20 años y sostener un diálogo intenso con “gente que está profundamente preocupada por la educación y la sociedad. Por lo tanto las discusiones han sido fructíferas, han sido serias y me recuerdan que debo seguir trabajando en temas de manera internacional, porque Chile se encuentra en el centro de muchas reformas que deben ser criticadas”, expresó.
– Quisiera ahondar en esto último, ¿cuál es su impresión respecto al proceso de reforma que vive Chile en materia educativa?
“Chile es el laboratorio para el resto del mundo en, lo que considero, reformas erróneas. Permítame mencionar dos o tres. La primera son los «vouchers». No existen pruebas en el mundo, en ningún lado, de que los «voucher» disminuyan la desigualdad. De hecho, muchas veces la aumentan aunque se diga que es “más democrático”. Es más democrático para los padres ricos y menos democrático para otros, aun cuando se van a subvencionar los colegios y los efectos son aumentar la segregación de muchos padres que intentan construir comunidades de roles en los colegios, para mantener la cultura y la identidad de los niños pobres e indígenas. Tenemos numerosas pruebas en muchos países que han recibido la influencia del experimento chileno que debiera preocupar a la gente.
Hay otra reforma que me preocupa, que es el intento del gobierno actual, al que respeto mucho, yo apoyé a la Sra. Bachelet en un inicio, así como también apoyé a Barack Obama desde un principio. Por lo tanto, no se trata de la gente, se trata de las repercusiones escondidas de las políticas. El intento por profesionalizar a los docentes al evaluarlos según “muy bueno”, “bueno”, “no tan bueno” es un desastre y tiene una larga historia en el mundo.
Sabemos que cada vez más en Chile y en todos lados, lo que define a un buen profesor dependerá de las notas de las pruebas. En Estados Unidos tenemos lo que se llama “sueldo por desempeño” de los profesores. Por lo tanto, el sueldo del profesor en muchos Estados dependerá de cómo le va a los estudiantes en las pruebas. Eso desprofesionaliza a los docentes, no los reprofesionaliza; hace que los docentes solo enseñen para la prueba, de hecho causa que los profesores pierdan su creatividad, su autonomía y que se enfoquen principalmente en que a la mayoría de los estudiantes les vaya bien en las pruebas.
Entonces desagradablemente, si bien se trata de un intento por decir “debemos tratar a los docentes como profesionales”, la repercusión escondida es exactamente lo opuesto. Y eso está pasando ahora mismo en Inglaterra, en Estados Unidos, en todo el mundo. Pero aquí se está haciendo a través de un gobierno que no es oficialmente de derecha, por lo que se trata de una situación política más complicada. Creo que no se puede afirmar que la reforma de educación chilena les hará entender la complicada naturaleza de otras cosas en Chile. No tomaré ninguna posición acerca de esto porque soy un invitado, pero sí sé en lo que estoy de acuerdo y en lo que no sobre las políticas.
Por último, me preocupa la reforma en sí. Una reforma a menudo significa un cambio, eso es lo que todos queremos, un cambio constante. Hay cosas que hay que defender, cosas que no hay que cambiar: la voz de los estudiantes, que tiene una larga historia en Chile; la participación de la comunidad, que ha tenido una larga historia en Chile especialmente después de la dictadura.
Entonces quiero preguntar ¿qué hay que mantener? No sólo cambiar. Fuimos a un colegio municipal en Santiago, en una zona relativamente pobre. Las artes son su fuerte, su núcleo son las artes. Son niños que están enojados, cansados, que tienen problemas de disciplina, a éstos no los castigan, los abrazan. Como formación central tienen teatro, dramaturgia, gimnasia, danza, la búsqueda del conocimiento de la comunidad y la conexión del currículo con la comunidad. Fue un laboratorio de la democracia. Eso no es algo que se deba cambiar, es algo que hay que defender.
Bueno, me detendré aquí pero pienso que Chile es uno de los países más complicados del mundo y es un experimento, especialmente luego de la dictadura. Quiero que la gente recuerde que la dictadura no es una elección en el supermercado. La democracia es, la palabra que usamos es, densa. Se trata de la participación completa, no comprando, sino tomando decisiones basadas en el futuro colectivo del país”.
-¿Estas temáticas serán analizadas por usted con los estudiantes del Doctorado en Políticas y Gestión Educativa en lo que será su charla “Interrumpiendo la dominación”?
«Son dos ponencias en las que analizaremos cómo el poder funciona en la educación y plantear preguntas sobre las desigualdades que se crean en el currículo, la educación y la evaluación ahora. Se tratará del poder y la política, y el poder en los colegios.
La segunda ponencia tratará de ¿cómo interrumpimos eso? ¿Qué podemos hacer? una mezcla de política y práctica”.
– Usted en estas semanas ha compartido con estudiantes de pregrado y postgrado que incidirán o inciden a través de la educación en la formación de ciudadanía, ¿cuál es rol que ellos deberían asumir como mentores para las nuevas generaciones?
“Creo que la palabra que debiéramos usar para los académicos es el “intelectual público.” Eso significa que debemos conectarnos con las batallas contra la desigualdad. Eso no significa que desechemos la buena educación, pero tenemos que preguntar ¿para qué es la educación? ¿Quién se ve beneficiado a través de ella? Y también debemos preguntar ¿cuál es mi rol como profesor al cambiar la sociedad para que sea más democrática? Eso es difícil porque implica tomar riesgos y también implica decir cosas que a algunas personas no les agradaría escuchar.
Entonces, cuando digo “mentor” quiero decir que uno no solo debe decirles a las otras personas qué hacer. A partir de mis estudiantes y de mis estudiantes de postgrado aquí, debo demostrar que es posible ser un ser humano real, hacer preguntas críticas, contestarle a la desigualdad de poderes y hacerlo de una forma que sea éticamente correcta. No puedo decirles a mis estudiantes que lo hagan, a menos que yo les muestre qué hacer.
Por lo tanto, creo que el intelectual público, el profesor que está profundamente comprometido con una educación de alta calidad para todos, debe demostrar en su día a día, no solo en sus libros, en su enseñanza, en su trabajo con las comunidades, en su trabajo con los medios, lo que significa ser el intelectual público. Eso es lo que quiero demostrar, es difícil, todos somos humanos, nadie es perfecto, pero debemos intentarlo”.
Agradecimiento especial a la traductora e intérprete Constanza Aghemio Nuñez.
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