Con más de cuarenta años de trayectoria en el campo de la Terapia Ocupacional, la académica de la Universidad de Playa Ancha Dalila Goudeau Radical recibió el premio Brígida Flores Azúa del Colegio de Terapeutas de Chile.
Egresada de la cuarta generación de la carrera de la Universidad de Chile y pupila de Brígida Flores Azúa, quien formó numerosas generaciones de profesionales. La directora del Departamento Disciplinario de Ocupación Humana de la Facultad de Ciencias de la Salud es la protagonista de una historia de superación, profesionalismo y amor por su carrera que puede dar luces de por qué recibió esta distinción.
-¿Qué recuerda de Brígida Flores?
“Ella era una persona muy cálida, afable, que tenía muchas habilidades para la comunicación, era muy cercana con todas las personas, y contaba con una sabiduría de la vida increible. Siempre defendía sus sueños y para ella la Terapia Ocupacional se vivía día a día, independiente del lugar donde uno se encontrara.
Conmigo tuvo una relación bastante cercana, porque era la primera vez que salía de mi casa en Villa Alemana y durante ese período viví con familiares y después en un internado universitario. Ella me apoyó en muchas cosas que me ocurrieron en ese periodo, por ser provinciana y muy pequeña, ya que salí de la universidad antes de los 20 años y tuve que pedir permiso a mis padres para trabajar ya que no tenía la mayoría de edad de esa época que eran los 21 años.
Brígida tenía unos ancestros de la etnia gitana y ella veía la suerte en las manos. En una oportunidad, como éramos pocas, nos leyó a cada una la palma de la mano. A mí me dijo cosas que me quedaron dando vuelta durante muchos años, una de ellas era que iba a ser una destacada profesional de la Terapia Ocupacional pero no del área tradicional de esta disciplina, “te veo innovando, con una trayectoria importante pero en lugares donde no ha habido nunca un terapeuta ocupacional”, le dijo”.
– ¿Y eso se cumplió efectivamente?
“Pasaron los años. Primero trabajé en el Traumatológico por tres años, luego estuve 14 años en la Fuerza Aérea, y después en el Ministerio de Salud. Posteriormente me vine a Valparaíso a trabajar al Hospital Psiquiátrico “El Salvador” y de ahí me vine a la UPLA.
Tuve un recorrido que en realidad es bastante distinto a lo tradicional, no estaba en los campos clínicos propiamente tal. En el Ministerio de Salud trabajé en el Departamento de Recursos Humanos, en la organización de encuentros de directores y seremis de salud de todo Chile.
Además tenía que ver el tema de los concursos públicos del ciclo de destinación con médicos químico farmacéuticos, bioquímicos y dentistas. Tuve que hacer varios análisis del área de Recursos Humanos sobre la población y sus necesidades, por ejemplo número de especialistas que había para el área de Medicina.
– ¿Cuál era su impresión como terapeuta frente a estas funciones?
“Para mí siempre fue muy importante eso, porque a nosotros nos formaron como terapeutas ocupacionales para el análisis de la ocupación por lo tanto aplicaba lo que aprendí, pero en un campo totalmente distinto para el cual lo aprendí.
Eso fue lo que hice en el Ministerio o cuando trabajé en el Hospital El Salvador, en un área distinta que estaba dentro de la tradición de la terapia ocupacional que era el área clínica. En este último tuve la oportunidad de participar en programas innovadores, que recién estaban partiendo en Chile como fue la Reforma Psiquiátrica y el egreso de los pacientes psiquiátricos que llevaban años en los recintos. Me tocó participar en ambos procesos, en la formación de Casas Club, de hogares protegidos, etc.”.
– ¿Cómo surge el contacto con la Universidad de Playa Ancha?, suponemos que trabajando en el Hospital Psiquiátrico «El Salvador» fue posible el acercamiento.
“Estando allá me contactaron de la Universidad de Playa Ancha los profesores Eduardo Mateluna y Elías Marín, a raíz de la creación de una red en Playa Ancha conformada por una ONG internacional “Casa Chile, Solidaridad y Desarrollo” que se acercó a las instituciones del sector con el propósito de constituir una red en apoyo de los discapacitados.
En ese entonces, ellos estaban buscando a un terapeuta ocupacional que estuviese dispuesto a trabajar gratuitamente y a compartir con ellos en el hacer, el proyecto de creación de la carrera de Terapia Ocupacional en la UPLA. Cuando me lo propusieron, pensé que era una cosa a largo plazo, y les dije que sí que me gustaría participar, pero cuando me dijeron que era dependiente de la Facultad de Educación Física me generó algunas dudas, porque la única Escuela que había en Chile de Terapia Ocupacional dependía de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.
En una primera instancia los académicos me plantearon que la Facultad se ampliaría a un área de Salud y Calidad de Vida. En ese contexto, se incluía la carrera de Kinesiología que estaba creada, Tecnología en Deportes y Recreación y Educación Física. Ahí me calzó la Terapia Ocupacional y empezamos a hacer el proyecto, que antes de un año estaba listo.
– Estamos hablando de 1995, ¿qué pasa después?
“En 1996 se presenta al Consejo de Facultad donde se aprueba, luego pasó al Consejo Académico y finalmente a la Junta Directiva. Es aprobado en todas las instancias y se crea la carrera el 9 de septiembre de ese año”.
– ¿Cómo fueron los primeros años de la carrera?
“Fue complicado, ese año en una reunión del Consejo de Rectores se acordó que todas las carreras que se crearan debían someterse a un proceso de autoevaluación concordado. No existía la comisión, las pautas, nada, pero había la intención de hacer el proceso.
Nosotros presentamos el proyecto y fue rechazado, que significaba que el CRUCH no recomendaba la puesta en marcha de ese proyecto.
Ese no recomiendo se tradujo en un asterisco en la guía de ingreso a las universidades chilenas, que decía carrera no acreditada. Eso ocasionó serias dificultades. Nosotros hablamos en la interna del estigma del asterisco”.
– ¿Qué significó ese estigma?
“Las primeras tres promociones de la carrera lo sufrieron, porque en los lugares de empleo había resquemores respecto a cómo iban a salir estos terapeutas salidos de una Facultad de Educación Física, que además que no estaba acreditada.
Fue muy importante en ese periodo la relación que existió entre las estudiantes y quienes lideraban la carrera, Juan Carlos Jofré y yo. Eso nos obligó a adaptarnos a un contexto adverso y a forzar a mis estudiantes a que también lo hicieran y fueran lo suficientemente creativos como para aparecer en la palestra pública como competentes.
Creo que esa es una de las fortalezas que tiene esta carrera y por eso pienso que eso fue lo que hizo, en el fondo, la parte más destacada de mi trayectoria. Por eso es que de verdad pienso que este premio también es de la UPLA, porque la UPLA confío en mí, y en lo que estaba planteando para la carrera y me respaldaron. Y el respaldo de la Facultad de Educación Física, en ese momento, fue muy importante”.
– Ese espaldarazo tuvo frutos en la carrera
“Así es. Después la carrera comenzó a destacarse por los temas de inclusión dentro de la universidad y se hizo conocida en la región de Valparaíso.
Cuando pasamos a la Facultad de Ciencias de la Salud nos convertimos en una de las carreras más antiguas junto a Kinesiología, en este tiempo hemos tenido logros en diferentes ámbitos. Tenemos algunas publicaciones, algunos premios, hemos sido destacados en el ámbito profesional por los organizadores de congresos de la especialidad donde se nos invita en calidad de expertos.
– Sin lugar a dudas, ese trabajo y su trayectoria han sido reconocidos por el Colegio de Terapeutas Ocupacionales para entregarle esta distinción.
“Ha sido un tremendo orgullo y una inmensa satisfacción y estoy eternamente agradecida de la universidad por haberme permitido esta oportunidad.
Es una mezcla de todo, por una parte nuestros egresados se han ganado el respeto y la admiración de muchos. Están trabajando prácticamente en todas las escuelas de todas las universidades del país. Muchos de ellos están ocupando cargos directivos dentro de esas escuelas, muchos son jefes de carrera de varias universidades en regiones y Santiago o forman parte de sus cuadros académicos.
Ha sido muy bonito ver el desarrollo de nuestros egresados en tan pocos años, nuestra primera generación tiene recién 15 años y ya tenemos gente que también merecería este mismo premio.
Para uno que tiene el corazón dividido, ya que salí de la Chile, pero mi corazón también es UPLA, es muy bonito ver estos resultados en tan corto plazo, creo que eso también explica por qué decidieron votar por mí.
Por otro lado, creo que es un espaldarazo al trabajo que se ha hecho en la universidad, no lo veo como un logro netamente personal, aunque después de 40 y tantos años de profesión no es menor, pero pienso que nunca me hubiera ganado este premio si hubiera trabajado en un hospital. El hecho de estar en la formación de otros profesionales y compartir lo que uno sabe creo que eso es un espaldarazo para que uno se haga más conocida y se sepa lo que uno está haciendo”.
– ¿Cuál es el mensaje que le daría a las nuevas generaciones?
“Que escuchen las enseñanzas de Brígida que vienen desde hace muchos años, y que todavía somos capaces de transmitir los que fuimos sus alumnos, para que puedan seguir esa senda que marca la esencia de lo que es la Terapia Ocupacional y que nos distingue de otros profesionales.
Eso dice relación con ser capaces de evaluar rápidamente en distintos contextos la vida de otras personas y facilitarles que puedan hacer lo que quieran hacer, cuando lo quieran hacer y cómo lo quieran hacer, eso está en el espíritu de la carrera.
Para ello, deben saber que la ocupación hay que vivirla, no hay que hacerle asco a las actividades recreativas, a las de la vida diaria o a las ocupaciones productivas porque todas son ocupación. Ellas nos permiten una serie de análisis desde el punto de vista de la ocupación que es nuestra herramienta, nuestro centro.
Por otro lado, se deben considerar los intereses del paciente, actualmente uno acuerda con el usuario qué es lo que va a hacer, por qué lo va a hacer y para qué lo que va a hacer. Esas son enseñanzas antiguas y donde Brígida fue pionera”.
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