Eduardo Mateluna Aura: Un maestro que enseña con el ejemplo

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“¿Una entrevista… a mí?”, pregunta un sorprendido Eduardo Mateluna a través del teléfono. Y es que a su impronta humilde  le cuesta aceptar que su vida pueda ser motivo de interés para otros. Sin embargo,  tras acordar fecha, día y hora de la cita, más sorpresa causó ver cómo se acomodaba para iniciar la conversación. No podía ubicarse en cualquier parte. Tomó una silla, y se sentó contra el respaldo. Ya –dijo- ahora sí estoy fisiológicamente bien sentado.

Así fue el comienzo de una larga y amena conversación con el académico que abrió la carrera de kinesiología en la Universidad de Playa Ancha hace más de 20 años. Lo anterior ocurrió después de que terminó de ver las radiografías de una futura paciente, a quien no conoce. Ella, simplemente se acercó a pedir que la atendiera por un fuerte dolor en la espalda.

Eduardo Mateluna 2“No sé quién es, pero no dudé en ayudarla, porque siento que eso es lo tengo que hacer: ayudar a otros en todo lo que pueda. Siempre lo he hecho así”.

Curiosamente, eso explica –en parte- que tanta gente de la universidad lo conozca o al menos haya escuchado de él. “Sí, ubico a media universidad y también a sus parientes”, dice con una generosa sonrisa, que no alcanza a desvanecerse con la siguiente pregunta.

Hablamos de Eduardo Mateluna Aura, un santiaguino de origen, descendiente  español por partida doble, y quien reconoce que su principal rasgo heredado es ser eminentemente porfiado y “llevado de sus ideas”. Lo anterior lo confirma con la siguiente anécdota,  que se apura en relatar:

“Tengo un tío que siempre decía: si muero en Madrid, quiero que me entierren en Barcelona. Pero si muero en Barcelona, quiero que me entierren en Madrid. ¿Por qué? Simplemente, por joder”. Ese era mi tío, y debo reconocer que yo saqué mucho de él”, asegura Eduardo, sin ninguna intención de encubrir esta verdad, simplemente porque no le incomoda.

Pero no solo esa terquedad caracteriza a este académico, quien inicia su día a las 5 .30 de la mañana. Lleva 83 años lidiando con el arte de vivir y lo hace con un espíritu jovial que irradia incluso cuando está en silencio.

Eduardo Mateluna4“No hay cosa más hermosa que vivir. Por eso lo hago siempre con alegría, con entusiasmo, con optimismo y perdonando cada vez que es necesario. ¿Para qué cargar con rabia y resentimiento?”.

Quizás, la misma actitud es lo que ha permitido llevar un matrimonio inquebrantable por más de 53 años, aunque sobre esta empresa,  se adelanta a subrayar que este éxito “solo es mérito de ella” (su esposa), con quien –asegura con mucha picardía y risa- se casó “por las tres leyes”.

PROFESIÓN DE SERVICIO

-No es habitual que un profesional atienda a una persona, solo porque alguien se lo pide. ¿Cuál es su motivación para hacerlo?

“Hay una razón muy clara. Lo que yo ejerzo es una profesión de servicio, por lo que la satisfacción está en dar y no en recibir. Me formé así en la Universidad de Chile y eso me ha hecho sentir muy bien conmigo mismo. Es cuestión de ver cómo llega una persona (con mucho dolor), y luego de tratarla se va mucho más aliviada. Poder alivia el dolor a otro es muy  gratificante. Además, en muchas ocasiones lo hago delante de mis alumnos, por lo que se convierte en una clase práctica muy real y tremendamente potente para ellos”.

-Para muchos, independiente a sus atenciones, usted irradia algo distinto. Algo que es muy positivo”.

“Efectivamente, me siento muy acogido. Cuando llego a la universidad,  para mí es como llegar a mi casa. Es decir, un lugar  grato, que me acoge y que quiero mucho. Por eso, creo que uno irradia cómo se siente. En mi caso, soy una persona sencilla, agradecida y que también valora mucho a los demás”.

-¿Eso se extiende también a sus pacientes?

“Pero por supuesto, y eso también lo  aprendí en la Universidad de Chile.  Hay que acoger al paciente y prestarle atención en todo sentido. Eso implica escucharlo muy atentamente, incluso en sus problemas, porque la mayoría de las veces, sus dolencias se originan en lo emocional y psicológico, en sus penas, en sus preocupaciones y angustias. Incluso, puedo asegurar que el 80 por ciento de todos los pacientes que atiendo, presenta dolores que tienen un  origen emocional. Muchas personas solo necesitan que las escuchen”.

OCHO HORAS SAGRADAS

-Quizás, el nivel de tensión se deba a las exigencias del mundo actual…

“Sin duda, tiene que ver con el estilo de vida que llevan las personas, donde el nivel de estrés es tremendo. Sin embargo, Dios dijo al hombre: 8 horas para trabajar, 8 horas para dormir y 8 horas para relajarse, pero nadie lo hace. Mire, en Europa hay una carrera que se llama Ingeniería del Ocio, porque allá de verdad se preocupan de cómo aprovechar el tiempo libre.  Si acá aprendiéramos algo de eso, nos evitaríamos muchos males”.

-¿De qué manera usted aplica esta “recomendación divina”?

“Me levanto todos los días a las 5.30 de la mañana. Me alimento muy sanamente, no bebo, no fumo, duermo lo que corresponde y perdono mucho. A pesar de los años que tengo (que no son pocos) me siento activo y pleno. Qué más puedo pedir?

Eduardo Mateluna 3-Entonces ¿debo asumir que no ha pensado en jubilar?

“Para nada. Mientras me sienta dinámico y la mente funcione, seguiré haciendo lo que hago. Yo no tengo que dejar de hacer nada. Es la vida la que lo deja a uno”.

Al conversar con Eduardo Mateluna, uno se da cuenta que sus énfasis no están en lo que ha hecho, sino en lo que ha aprendido de aquello.  Incluso, advierte que nunca se arrepiente de nada, salvo de lo que dejó de hacer, como ingresar a un programa de doctorado. Sobre lo mismo, agrega que siempre tuvo claro que la  investigación demanda tiempo y dedicación, lo que le ha faltado. Sin embargo, advierte que siempre está atento a los últimos conocimientos que se generan. Del resto, marca todo con un visto bueno, en especial en lo que respecta a  su  amplio círculo familiar (tres hijos y seis nietos), con quienes se reúne a menudo.

Al escucharlo, da la impresión que todo ha fluido en la vida de este académico. Incluso la muerte, a pesar del dolor que ocasiona, aprendió a verla con una sabiduría infinita. Cuando hablamos de ella, su natural sonrisa se transforma en serenidad y dulzura. Guarda un momento de silencio, se acomoda en su silla, respira profundo y dice: “la muerte no es más que el descanso eterno y eso es magnífico. ¿Por qué va a ser algo malo?”.

-Pero y qué ha hecho cuando sus cercanos han dado ese paso?

“Claro que ha sido doloroso, pero sé que descansan. Además, mientras uno las recuerde, ellos nunca morirán”.

Eduardo mateluna 5Sin duda, esta reflexión es potente y se complementa en forma mágica con otra máxima: vivir un constante presente (como afirma Humberto Maturana). Esto explica muchas cosas en este académico. Explica, por ejemplo, su alegría permanente, su decisión de perseverar, su disposición a ayudar a otro, su vocación por la familia y por ver en todo una oportunidad, tal como lo hizo con su paso por más de 28 años en la Armada. De allí, asegura que aprendió el valor de la disciplina que él grafica en forma perfecta  cuando dice “allí aprendí que todo lo que hacemos, debemos hacerlo bien”.

Sin embargo, más increíble aún resulta saber que hoy en día, Eduardo Mateluna, a pesar de su larga y exitosa trayectoria,  vive con la humildad de un principiante.

Sin duda, es todo un personaje, cuya presencia  honra a la Universidad de Playa Ancha, porque de él no solo aprenden sus estudiantes, sino todo aquél que, con o sin dolores, toca su puerta. Es en ese primer encuentro donde se descubre a un verdadero maestro, de esos que ya no quedan, de esos que no buscan los reconocimientos, de esos que sin decir palabra alguna, enseñan con el ejemplo.

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