Muchas personas que transitan por la Universidad, sean estudiantes, docentes o funcionarios, se han preguntado «¿Para qué pusieron una línea amarilla en el suelo? ¿De qué servirá?» O «¡Qué bonitas campanas de viento! ¡Me encanta el sonido! ¡Qué lindas flores! ¡Qué rico el olor!» Pero no saben realmente de qué se trata todo esto, aunque algunos más curiosos han averiguado y otros se han detenido a leer con atención los correos masivos que han dado a conocer, a grandes rasgos, los trabajos realizados.
Esto corresponde a un gran esfuerzo, una idea que se volvió realidad y que estuvo enmarcada en los desafíos del proyecto interuniversitario de inclusión de estudiantes en situación de discapacidad, denominado «Diferentes Somos Todos». Se trata de una iniciativa financiada por el Fondo de Desarrollo Institucional (FDI) del Ministerio de Educación, ahora finalizada, aunque continúa este 2015 en una etapa de mayor consolidación, que contempla obras para la adecuación del Aula Magna y que posea características de acceso universal, lo mismo que los servicios higiénicos de dichas instalaciones y una salida de emergencia que permita la evacuación pronta y segura de todas las personas, incluyendo aquellas en situación de discapacidad.
Además, se añadirá una escala en el Campus 2 (sector del Edificio Institucional y alrededores), que será combinada con planos inclinados, con el fin de facilitar el tránsito a todos los usuarios. También se trabajará el tema de la cadena de accesibilidad, entendida como la capacidad de aproximarse, acceder, usar y salir de todo espacio o recinto con independencia, facilidad y sin interrupciones. Si cualquiera de estas acciones no es posible de realizar, la cadena se corta y el espacio o situación se torna inaccesible.
RUTA INCLUSIVA
La última parte del proyecto fue la concreción de la «Ruta Inclusiva», una idea nacida y desarrollada en nuestra casa de estudios como una experiencia innovadora, que entiende el concepto de inclusión como el respeto a todos en igualdad de condiciones, validando sus diferencias, en línea con el diseño universal de accesibilidad. Específicamente, «es un trayecto físico en el que pueden circular todos, incluyendo a las personas en situación de discapacidad, quienes transitan con coches de niños, adultos mayores u otras circunstancias, privilegiando una circulación autónoma y segura, en cuanto a que puedan saber solos por dónde ir para llegar de X a Y”, explicó Fernanda Ramírez, asistente social y directora del proyecto.
La ruta inicia en Casa Central, ya sea en el acceso principal o frente al parque Alejo Barrios, continúa hasta el ascensor y cruza el patio techado para pasar por la Sala de Arte Escénico y llegar hasta el Edificio Institucional. Esta iniciativa se efectuó en dichos sectores por ahora, con miras a incorporar los demás edificios en futuras iniciativas concursables. Se priorizó estas ubicaciones porque la mayor parte de los estudiantes en situación de discapacidad se mueve entre estos edificios y las principales barreras a la cadena de accesibilidad se presentaban en estos trayectos.
El trayecto “cuenta con un piso especial en cuanto a su textura y color, con diagramas diferentes que indican continuidad o alerta (franjas o círculos). Además, la ruta va acompañada de plantas ornamentales, a modo de señalética olfativa, y con campanas de viento, a modo de señalética auditiva”, explicó Ramírez.
OÍDO Y OLFATO
Dalila Goudeau, directora del Departamento Disciplinario de Ciencias de la Ocupación Humana de la UPLA, explicó en torno a las campanas de viento que “la idea es que esas señales auditivas permitan la orientación a las personas ciegas, principalmente, y que también sirvan para modularse. Cuando nosotros hablamos de modulación en Terapia Ocupacional, se relaciona a las personas que tienen dificultades de tipo neurosensorial, dentro de ellas, se encuentran quienes poseen el Síndrome de Asperger o alguno dentro del espectro autista”.
En lo que se refiere a las señales olfativas, se colocaron lavandas y jazmines por toda la ruta, debido a que son las más aromáticas, están florecidas durante la mayor parte del año y no producen desagrado. Se rechazó la idea de adquirir especies arbóreas como pinos o cipreses, ya que necesitan más espacio y demoran mayor tiempo en crecer.
Otro aspecto relevante consiste en la idea de instalar pequeños letreros que contengan información sobre la Ruta Inclusiva, por ejemplo «¿Usted sabe qué significa la campana de viento que está en la puerta?». Se pretende ir colocando frases para que la gente ayude a cuidarlas, a mantenerlas, que no se las lleven o las destruyan, ya que es un proyecto de y para la universidad.
También aportó a hacer posible esta Ruta Inclusiva el arquitecto Marco Muñoz del Campo, director general de Infraestructura de la universidad. El profesional, con apoyo de la Corporación Ciudad Accesible, trabajó de manera muy cercana en este proyecto, tanto en la elaboración como en la ejecución, con la intención de hacer de los espacios universitarios ambientes amables, amigables y seguros.
PLANO DE LA RUTA INCLUSIVA
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