«Hace apenas cuatro meses escasos que vivo en el cerro Barón de Valparaíso, y un poco menos que ocupo el lugar, que no el espacio, del profesor De Nordenflycht en la Facultad de Arte de la UPLA, tiempo más que suficiente para pulsar la problemática cotidianidad de la ciudad porteña y para comprender sus profundas contradicciones a la hora de hacer valer su patrimonio, que he venido en adjetivar como evanescente.
Un tema que me llama poderosamente la atención, quizás por deformación profesional como historiador del arte que, venido de España, impartió en la universidad durante años materias que tenían que ver con la museología, la museografía y el patrimonio cultural y que vivió apasionadamente en su país junto a sus alumnos, recorriendo geografías y denunciando si era menester los atropellos diarios que este sufre en todas partes.
Llegado a Talca, uno de mis objetivos casi sin proponérmelo fue ese mismo, reivindicar, difundir, en definitiva denunciar la inconsistencia patrimonial de la ciudad ante sus propios ciudadanos, diluida en un marasmo de dudas, vergüenzas y negaciones después del terremoto de 2010 y abocada a la especulación inmobiliaria que, como ave carroñera, sobrevuela ávida la desolación y la pérdida de rumbo
subsiguiente. Un panorama parecido al que me encontré en mi nueva ciudad, corregido y aumentado al detentar la declaración de la UNESCO como Sitio Patrimonio de la Humanidad desde 2003, fecha desde la que se han cometido las mayores fechorías contra el significado de esta a la par que contra sus propios ciudadanos que, atónitos, pueden dejar de reconocer su propio hábitat sumidos como náufragos sin rumbo en un proceloso mar de contradicciones.
Digo todo esto mientras he visto con mis propios ojos, día a día, el rápido proceso de destrucción del Hospital Ferroviario que, desde 1928, era uno más de la progenie edilicia porteña, de esa gran e insigne familia venida irremediablemente a menos. En un pis-pas, como aquel que dice, desapareció de la faz de la tierra pero para colmo de desgracias eso, siendo lamentable, no ha sido lo peor. Lo irremediablemente hipócrita por desvergonzado es el anuncio que viene a publicitar su “reconstrucción” formando parte de lujosos departamentos, pisos, dúplex y lofts con las “mejores vistas” de la ciudad y su bahía.
El vecindario del cerro Barón, afectado y afrentado por la inmediatez y el inopinado descaro de los hechos consumados, reaccionó con otro mural enfrente de la valla publicitaria bajo el lema: “Barón de pie por su dignidad y patrimonio”, recogiendo el sentir de las palabras de José de Nordenflycht en Patrimonio local. Ensayos sobre arte, arquitectura y lugar (2004): “El temor de muchos de nosotros, que trabajamos y vivimos en Valparaíso, el que nunca necesitó de una campaña para ser lo que es y que ha sido siempre un Patrimonio de la Humanidad, es que ahora empiece a dejar de serlo, entrampándose en una paradoja que puede evitarse si todos quienes hemos promovido su inscripción en la Lista de Patrimonio Mundial damos cuenta de nuestra responsabilidad para con las generaciones futuras”.
Ojalá unos y otros, activistas culturales todos en un sentido u otro, lleguemos a poder concienciar a esa masa informe que también habita la ciudad, y padece igualmente estos innombrables sabotajes identitarios en carne propia, que sin su participación y compromiso las grandes torres de edificios y malls, tal cual los grandes buques transatlánticos que surcan las aguas del puerto en un vaivén constante, vendrán pero para quedarse para siempre destruyendo irremediablemente la idiosincrasia de un enclave singular más allá de formar parte de listados mundiales. Algo que ya está sucediendo, por cierto».
UPLA.cl
Noticias de la Universidad de Playa Ancha Dirección General de Comunicaciones
