Que Chile es un país de catástrofes y que las experiencias traumáticas derivadas principalmente de fenómenos naturales como terremotos, tsunamis e inundaciones han forjado nuestro carácter solidario, son premisas que forman parte de nuestro imaginario colectivo.
El doctor en Historia por la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París, Francia, Mauricio Onetto, en charlas realizadas en la Universidad de Playa Ancha, indagó en la redefinición del rol de las catástrofes en la construcción del territorio, las memorias y de la identidad de los habitantes de Chile, así como en las utilizaciones políticas de estos desastres, entre los siglos XVI y XXI.
Con los estudiantes, académicos e investigadores del Centro de Estudios Avanzados (CEA) de la UPLA, Onetto se preguntó por qué los eventos relacionados con los desastres han servido como hilos conductores para entender y hacer la historia de Chile o cuáles fueron las motivaciones de los actores sociales para exponer y utilizar las cosas bajo la idea de un país catastrófico.
Luego de estudiar seis terremotos entre el siglo XVI y XVIII, y los discursos que nacieron con posterioridad a ellos y que alimentaron, posteriormente, la identificación catastrófica, el investigador expresó que “el catastrofismo no se trató simplemente de una suma de catástrofes, sino de un discurso que puso en tensión este tipo de eventos con una idealización del territorio”. Explicó que de esa manera se “buscaba mantener el interés de la Monarquía y de los particulares en invertir en una tierra reconocida como problemática y definida como de fin de mundo”.
El Dr. Onetto estudió también el rol del Estado, las prácticas sociales relacionadas con el desastre, el impacto en las ciudades y las formas de olvido provocadas por estos hechos. Concluyendo que “fue en la transmisión de los desastres que las diferentes sociedades lograron unificar el recuerdo colectivo y construir las memorias de un país”.
La ilusión de la solidaridad
Los chilenos nos reconocemos solidarios ante la adversidad, sin embargo, Onetto rebatió esta premisa construida a nivel de discurso popular como “una suerte de trampa por la clase política y los actores sociales”.
Analizó el terremoto de Valparaíso de 1906 y el mega incendio porteño de abril pasado. Comparó artículos de prensa del siglo pasado y de medios actuales, concluyendo que en ambos momentos se mantienen elementos de reconocimiento de país catastrófico y solidario.
“Estos conceptos son apropiados por una clase política para construir y mantener una serie de formas sociales e incluso de memoria. La solidaridad es el baluarte de la catástrofe, construimos parte de nuestra identidad con ello, creemos que somos exclusivos por este rasgo y queremos legitimarnos ante el exterior como país de grandes catástrofes y solidario. Ante eso todos adhieren y nadie lo critica”.
Afirmó el historiador que la solidaridad es más bien caridad. “El ser solidario no genera dependencia ni beneficiario. Te doy porque sé que tú me puedes dar a mí, porque somos iguales. Y eso en un país tan desigual como Chile no se da”.
Onetto agregó que a este discurso se suma el de las empresas y políticos, sentenciando que somos un país unido, “pero lo somos en la catástrofe”.
“Cuando el suceso y la saturación mediática acaban, sobreviene el olvido. El chileno vive la catástrofe a fondo, pero luego tiene la necesidad de olvidar para pasar a otra cosa y no reflexiona”.
La catástrofe, finalizó, es una gran excusa en Chile para, entre otras cosas, legitimar la necesidad del orden que no existe en un estado normal: sacar a la calle las Fuerzas Armadas, implantar medidas duras, o traer expertos que no conocen la realidad de construcción de Valparaíso, es decir, su concepto de hogar material.
“Las catástrofes y sus utilizaciones políticas en Chile, 1906-2014” y “Terremotos en el Jardín del Edén. Desastre, memoria e identidad en Chile
(siglos XVI-XXI)” fueron las charlas dictadas por el historiador Mauricio Onetto. Actualmente es investigador con Postdoctorado Fondecyt Nº 3140413 en la Universidad SEK.
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