“Recordando a un grande de la Educación” así fue como sus amigos, colegas, familiares y autoridades catalogaron el homenaje póstumo realizado a quien fuera el primer Decano de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Chile, sede Valparaíso, actual Universidad de Playa Ancha, Raúl Páez Boggioni.
La figura de Páez se alza como un defensor férreo de la educación pública en nuestro país en la década de los ‘70 cuando se comenzó a gestar la reforma universitaria y él participó no solo como académico, sino como un hombre comprometido con el movimiento gremial de los profesores.
“Que duda cabe que el profesor Páez habría estado luchando codo a codo con los estudiantes y el movimiento social en pro de la educación pública, gratuita, de calidad, participativa y sobre todo inclusiva e integradora socialmente; porque eso fue lo que hizo Raúl en la década de los ‘70. Por ello, considero que el mejor homenaje que podemos rendirle en su memoria es, precisamente, que sigamos participando activamente por una educación pública y de calidad, democrática y participativa centrada en el fortalecimiento estratégico de Chile, en suma educación digna para los habitantes de este país”, subrayó la prorrectora Carmen Ibáñez.
El profesor Luis Iñigo Madrigal rememoró parte de los 14 años que lo conoció y las facetas que fue desarrollando con el correr del tiempo, destacó que nunca cambió. “Raúl Páez era de una extraordinaria sencillez y de una total falta de vanidad. También era un hombre de una gran firmeza, firmeza en sus convicciones y para defender aquello que el creía justo, pero era al mismo tiempo una persona ecuánime y conciliador. Y esa característica la mantuvo siempre desde que era un estudiante del pedagógico hasta que fuera Alcalde de Viña del Mar pasando por Decano de la Facultad de Humanidades”, recalcó .
Oscar Quiroz Mejías, exrector de la UPLA, dio cuenta -a través de un sentido discurso- de los tiempos históricos que les tocó compartir y las anécdotas que marcaron su amistad, es así como recordó al esposo, al colega, al dirigente, a la autoridad universitaria y comunal y al amigo. Recalcó de él la pasión ineludible con el compromiso social haciéndose partícipe de diversas causas colectivas en el ámbito educacional; donde “siempre se destacó por su espíritu de tolerancia, solidaridad, auténtico compañerismo, adornado todo ello con frecuentes visos de fina ironía y completa falta de vanidad”.
Al final de su relato, le dedicó a Raúl Paéz la elegía de Miguel Hernández a Ramón Sijé, su querido amigo muerto: “Al almendro de natas te requiero que tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero”.
Su amigo personal Oscar Hormazabal pidió la palabra al término del acto para describirlo como un hombre “escaso de vanidad, escaso de egoísmo, un hombre tremendamente conciliador, valiente y seguro que se superarían todas las etapas negras que vivía nuestra patria. Lo consideré como un hombre preocupado por el bien nacional, por el bien educacional, por la educación financiada por el Estado, y él tenía muy claro todos esos temas. En su vida se comportó como un gran discípulo de Domingo Faustino Sarmiento y Gabriela Mistral, dos grandes personalidades de Chile y Argentina que jugaron un papel tan importante en la educación primaria, en la escuela normal; y él es un grande de la educación, con la sencillez y las características que todos ustedes conocieron”, concluyó.
La ceremonia contó con la presencia de la prorrectora Carmen Ibáñez, el decano de la Facultad de Humanidades, Juan Saavedra; el vicerrector Académico, Tito Larrondo, además de su señora, hija, hermanos, amigos y colegas.
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