Discurso del rector Sanhueza en la Inauguración del Año Académico 2013

Rector Patricio Sanhueza Vivanco«Inauguramos el año académico 2013 en el marco del sexagésimo quinto aniversario de nuestra Universidad. Lo hacemos con la presencia del Dr. José Narro, reconocido intelectual, científico y académico mexicano y del mundo, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México.

La Universidad Nacional Autónoma de México es la más importante de América Latina, con el mayor número de alumnos, académicos, y que actualmente produce más del 50 por ciento de la investigación científica de todo nuestro continente.

Gracias Dr. Narro por estar junto a nosotros. Su visita es un privilegio intelectual para nuestra comunidad. Su clase magistral nos hará bien, porque su contenido abordará el rol de la universidad pública en América Latina, aspecto particularmente importante porque surge en tiempos de debate sobre este tema en Chile, y cuando el concepto Universidad Pública se ha venido desdibujando progresivamente.

El tema de la educación pública ha sido un verdadero “sino” en la historia de nuestra Universidad de Playa Ancha, Casa que nació en abril de 1948 como institución formadora de profesores.

Hacía pocos años, un Presidente de la República, don Pedro Aguirre Cerda, había pronunciado una sentencia trascendente y visionaria y que fue el sello del ejercicio de su gobierno: “Gobernar es Educar”, sentencia que marca un hito histórico sin precedentes en el devenir de la nación: la responsabilidad del Estado en el aumento de la cobertura en educación, con la máxima calidad.

Chile tuvo una preocupación especial por la educación pública ya a fines del siglo XIX con José Manuel Balmaceda y continuó hasta después de la segunda mitad del siglo XX, tristemente interrumpida desde la creación, en 1981, del modelo de educación que hasta ahora nos rige.

Nuestra Universidad transita desde una institución en que sus alumnos debían rendir sus exámenes en la Universidad de Chile, a ser una Facultad de esa misma Universidad en Valparaíso, hasta lograr su plena autonomía en 1981 como Academia Superior de Ciencias Pedagógicas y luego como Universidad de Playa Ancha. Ha cambiado de nombre, pero es la misma institución, con los mismos principios y valores que le entregaron sus fundadores, orgullosa de su condición de Universidad Estatal y Pública.

El modelo de educación superior inaugurado en 1981, le puso a la Universidad dificultades y complejidades que se encuentran presentes hasta ahora y que nuestra Casa y sus habitantes han debido sortear con convicción y con pasión, muchas veces con dificultad, a veces también con desesperanza, pero siempre con la firme convicción de que su rol es trascendente para la educación chilena.

El modelo de mercado en la educación, impuesto e inaugurado en la década de los ochenta, es incompatible con la misión de una universidad pública, y ha demandado a la Universidad enormes desafíos para mantener y cumplir los fines y principios superiores que profesamos y que nosotros y nuestros alumnos entienden como propios de una Universidad del Estado.

Esta vocación misional de la Universidad, para nosotros irrenunciable, nos ha puesto más dificultades que ventajas y nos ha convocado muchas veces a hacer grandes sacrificios, esfuerzos inmensos, aportes extraordinarios y mucha generosidad, porque la causa que aquí tenemos contiene significación esencial y vale la pena dar todo cuanto nos es posible para engrandecer lo que con tanta pasión y sacrificio han construido generaciones que han quedado en la historia institucional.

Para quienes tenemos años trabajando con vocación por lo que hacemos, sabemos que esta historia ha sido dura y difícil, porque hemos sido fuertemente castigados por los problemas estructurales del modelo de educación superior.

Porque hemos sido llamados a servir con inclusión a tantos chilenos y chilenas, hemos hecho lo que el Estado no ha hecho: hemos acogido a quienes no tenían ayudas públicas y hemos procurado hacerlo con calidad, con sentido de nación, con vocación social. Este rol lo hemos cumplido con orgullo y con mucha satisfacción, en especial cuando nos damos cuenta del cambio y la transformación de nuestros alumnos, cuando vemos cuánto han crecido entre su ingreso y su egreso y cómo se incorporan con valores trascendentes y con éxito al mundo del trabajo.

Durante los años 90 vivimos la democratización de la Universidad y también del país, con esperanza, con muchas reivindicaciones pendientes, llenos de necesidades en todos los ámbitos. Creímos que era el tiempo de las reparaciones, entre otras, retomar nuestro rol de Universidad Estatal y pública que había sido interrumpido durante tantos años de intervención. Sin embargo, la democratización no fue acompañada de políticas públicas que permitieran satisfacer tantas aspiraciones contenidas, por lo que también hubo frustraciones, tensiones, molestias, desencuentros e incomprensiones.

Muchas veces nos costó comprender dónde estaba la fuente de nuestros problemas y dirigimos la mirada y la acción al lugar equivocado. Porque lo que ha ocurrido en estos años es que hubo sectores y actores de nuestra sociedad que se convencieron de que la Universidad Estatal no era necesaria y, como ha dicho Agustín Squella, premio nacional de ciencias sociales, muchos querían pastorear a nuestras universidades al barranco, al abismo, para hacerlas desaparecer.

Mientras eso ocurría, al interior de nuestra universidad hubo también reacciones que nacían desde el natural sentido de la sobrevivencia. De allí que la década de los 90 aparece tan abundante en creatividad, en dinamismo, en proyectos y programas que nacieron con rapidez y energía. Nuevas carreras, nuevos programas virtuales y a distancia, sedes permanentes y temporales, post títulos, postgrados, diplomados, hicieron crecer el número de alumnos, los servicios, los ingresos, la infraestructura, el personal académico y no académico.

La Universidad fluía en forma sorprendente en un entorno lleno de necesidades educativas, muchas más de lo que la institución podía ofrecer. Es el tiempo de la expansión y el acelerado aumento de la cobertura.

Ese tiempo tan dinámico, no fue aprovechado para establecer bases más sólidas en el ámbito de la calidad, la investigación y las publicaciones, porque muchos también se obnubilaron con ese momento que parecía mágico y más cargado de activismo que de miradas más largas. Ese tiempo fue aprovechado, sin embargo, para mejorar y poner al día nuestra infraestructura que se dotó de nuevos y más modernos espacios.

A inicios del siglo XXI se producen nuevos cambios en la educación superior, se inician los primeros pasos de los sistemas de acreditación, el Ministerio de Educación comienza a preocuparse de la calidad de las universidades y de los programas. La acreditación no nació aquí sino que derivó de los tratados internacionales suscritos por Chile, que pusieron condiciones para incorporarse a la economía global.

En el contexto de esas políticas, se presiona duramente a la universidad para que cierre toda la educación a distancia, hiriendo con ello muy gravemente a tres casas de estudios superiores del país, entre ellas la nuestra. Los efectos no demoraron en aparecer; fueron demoledores, y se manifiestan en la severa crisis económica que nos tuvo en la situación más compleja y peligrosa que se haya conocido en toda la historia de nuestra Casa.

Fue el sacrificio de nuestra comunidad y la comprensión y cohesión de la gran mayoría, lo que posibilitó que la Universidad saliera de ese verdadero abismo y superara la crisis en dos largos y extenuantes años, años de mucho trabajo y restricciones. Fueron dos años de crisis profunda, no son dos años de desarrollo, sino dos años de grave inestabilidad. Aquí notamos el abandono del Estado y observamos también el merodear de algunos que quisieron ese desbarranco al que aludí recién.

Los años que siguen son de desarrollo y en ello hemos avanzado con el compromiso y el trabajo de muchos que se sumaron a un objetivo superior.

  • Pasamos desde una universidad no acreditada a una acreditación por cuatro años y en tres áreas.
  • Acreditación de todas las carreras de pedagogía y autoevaluación en las demás.
  • Procesos de acreditación de postgrados.
  • La mayor inversión histórica en materiales para la enseñanza.
  • Laboratorios.
  • Mejoramiento de los espacios físicos.
  • Nueva y moderna biblioteca.
  • Mejores servicios para los estudiantes.
  • Dotaciones tecnológicas.
  • Profesionalización universitaria.
  • Centro de Estudios Avanzados.
  • Mejor y mayor vinculación con el medio.
  • Aumento en más de 200 lugares en los ranking internacionales.
  • Incremento de la investigación y las publicaciones.
  • Avances en la innovación curricular y convenio de desempeño para fortalecer la formación de profesores.
  • Nueva estructura académica.
  • Creación de nuevas facultades y departamentos disciplinarios.
  • Nueva estructura del campus San Felipe.
  • Nuevas vicerrectorías.
  • Mejores y más calificados académicos.
  • Reformas reglamentarias para la calidad.
  • Estímulos a la investigación.
  • Rediseño de los sistemas de evaluación y jerarquización.
  • Mejoras en remuneraciones.
  • Internacionalización.
  • Más servicios a los estudiantes.
  • Nivelación de competencias para cubrir brechas de conocimientos de nuestros estudiantes. Estos son, entre muchos otros, los avances que siguen irrestrictamente el plan de desarrollo institucional 2011-2015.

Queda mucho por hacer y muchas preocupaciones que abordar: debemos ocuparnos de nuestra nueva acreditación; aumentar nuestra imagen pública; disminuir hasta terminar con las manifestaciones de violencia que tanto daño nos causan; disminuir la deserción y tiempos de titulación; fortalecer la admisión y los procesos de nivelación de competencias; implementar la innovación curricular a partir de 2014; aumentar la infraestructura que acoja nuestro crecimiento;, fortalecer nuestro sello en la formación; más investigación, más publicaciones, más perfeccionamiento, más consistencia institucional, más innovación, más y mejor vinculación con el medio, más y más trabajo de todos por una siempre mejor universidad.

Desde aquí pido a todos ese compromiso, esa entrega, esa vocación de servicio. Y agradezco todo cuanto ustedes han aportado a la superación de la crisis y al desarrollo de esta Casa.

El país debatirá nuevamente este año acerca de los destinos de la educación. Nosotros seguiremos defendiendo con convicción la Universidad Estatal y pública, su rol en la sociedad, sus principios y valores y lo haremos decididamente, porque aun sin políticas públicas claras sobre esta materia, hemos hecho por mucho tiempo el esfuerzo por mantener las bases de esa educación que tanto entregó al desarrollo de Chile.

Hemos sentido verdaderamente que nuestra universidad ha hecho lo que el Estado no ha hecho. Sin duda que los históricos movimientos sociales de 2011 que remecieron al país y al mundo, en especial los temas que quedaron pendientes y que fueron puestos en la conciencia de los chilenos, nacidos desde la angustia por la inmensa carga que la educación superior de los hijos significa para las familias, serán objeto de debate en búsqueda de las definiciones que el país necesaria y urgentemente debe adoptar.

Fenómeno en realidad crucial, porque se asocia con el desarrollo humano y con el desarrollo del país. Esperamos que ese análisis sea profundo, con visión de largo plazo y con justicia social, bases que deben imperar a la hora de esta clase de decisiones.

Al cumplir la Universidad 65 años de vida, honro nuestra condición Estatal y Pública.

Declaro que esa naturaleza es una convicción irrenunciable.

Acudo a la historia institucional, para reafirmar nuestro ser esencial.

Finalmente, convoco a ustedes, a nuestra comunidad universitaria, a seguir adelante en la permanente construcción de una idea de universidad que responda a las exigentes demandas de este tiempo y que trabaje con convicción irrenunciable, humanista, por la también construcción de seres humanos preparados para acometer los desafíos de los nuevos tiempos.

Con ustedes, la tarea es posible.

MUCHAS GRACIAS

PATRICIO SANHUEZA VIVANCO
RECTOR
UNIVERSIDAD DE PLAYA ANCHA

Valparaíso, 10 de abril de 2013.

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