A simple vista, el curriculum de María Angélica Oliva –directora general de Pregrado de la Universidad de Playa Ancha– es sólido y refleja una especialización cada vez más profunda en el ámbito educativo. Sin embargo, al conversar con ella, quedan al descubierto aspectos que no son posibles rescatar de la simple lectura de sus antecedentes, como el compromiso con la universidad, la humildad con sus conocimientos y el respeto por las personas con que trabaja.
En lo formal, María Angélica Oliva es profesora de Historia, Geografía y Educación Cívica de la Pontificia Universidad Católica de Chile, es magíster en Educación de la Universidad de Chile, y doctora en Pedagogía de la Universidad de Valencia (España). A lo que se suma su trabajo como académica, investigadora, conferencista y escritora, y su gran experticia en curriculum y procesos de acreditación de carreras de pre y postgrado.
María Angélica Oliva es casada (una hija), doble rol que no le impidió buscar su crecimiento profesional, incluso más allá de nuestras fronteras. Sin duda, una decisión importante que siempre respaldó su familia, con quien armó su maleta y voló con ella rumbo a España, donde vivieron más de tres años.
-¿En qué momento y por qué decidió avanzar al doctorado en Pedagogía en España?
“Cursaba primer año de magíster en la Universidad de Chile y en una asignatura me indicaron leer un libro de José Jiménez Sacristán. Lo tomé, y le dije a mis compañeros que iría a doctorarme con él. Por supuesto que todos mis compañeros se rieron. Al día siguiente le envié una carta al autor del libro expresándole mi interés y me contestó escuetamente ‘véngase’, y le dije ‘gracias, en cuatro años más estoy allá’, y lo hice”.
-¿Eso fue porque usted es perseverante, obsesiva, o por qué?
“Sí, soy perseverante y siempre lucho por lo que quiero. Soy una convencida de que en la vida uno se la debe jugar por lo que cree, por lo que quiere lograr, aunque cueste o las posibilidades se vean lejanas. Lo importante es tener las cosas claras. Además, sentí que éste era mi camino. Entonces convencí a mi marido, que es filósofo, mi hija era chica, y lo hice. Todo está en creer en que las cosas van a resultar y trabajar para alcanzar tu meta, porque uno es protagonista de su historia, más que vivir la consecuencia de una circunstancia”.
-Cuando dice “esto es lo mío”, ¿a qué se refiere?
“A la educación. Mi ámbito de especialización es la educación. He trabajado siempre en la universidad y, fundamentalmente, en el derecho a la educación y la educación pública. Incluso he escrito y editado bastante al respecto. Es más, uno de los libros que edité se utiliza como bibliografía obligatoria en todos los magísteres de Latinoamérica.
“Claramente, lo mío es la educación, mi compromiso es con la educación. Me refiero a cómo podemos construir y reconstruir espacios que sean más democráticos, y cómo podemos hacer que las instituciones educativas (universidades, enseñanza media, enseñanza básica, jardines infantiles), sean instituciones que nos permitan desarrollar el lado más iluminado de la disciplina. Es decir, que las personas cuando vayan a la escuela, construyan el lado mejor de la humanidad”.
EDUCACIÓN EN CHILE
-Con la experiencia y conocimiento que usted tiene en esta materia, ¿cuál es la fotografía que saca a la actual situación de la educación en nuestro país?
“En Chile la educación está muy segmentada. Se visualiza un punto de inflexión en la Constitución de 1980. Hasta aquí, existía el derecho a la educación garantizada por el Estado. Esta escolarización es una cosa colectiva, en el sentido de que todos tenemos que hacernos cargo de educar a la ciudadanía. En otras palabras, los que ganan más, pagan más impuestos y con eso se educa a quienes tienen menos ingresos económicos. Sin embargo, a partir de la Constitución de 1980, se instaura el principio de subsidiaridad del Estado, donde éste delega en particulares o en las municipalidades esta responsabilidad. Con ello, la educación se sitúa en el terreno privado. A partir de eso se genera un sistema educativo que depende de la capacidad de pago de las familias. Entonces, si tienes más dinero, tienes acceso a una educación de mayor calidad”.
-¿Esto explicaría por qué los estándares internacionales de educación reflejan malos resultados?
“Sí, y tenemos resultados deficientes en todos los niveles socioeconómicos, porque existe evidencia de que las sociedades que son más articuladas, más armónicas, donde hay mayor cohesión social, el ámbito de socialización es mucho más rico que en las educaciones más segmentadas”.
-Entonces ¿la educación no es ajena a lo que pasa en la sociedad?
“No. Incluso nosotros asistimos aquí a un fenómeno que se denomina desterritorialización de la práctica pedagógica. Nuestros alumnos aprenden más fuera de las instituciones educativas que dentro”.
-¿Este fenómeno es bueno o no?
“Depende. Si afuera aprenden en ambientes reales de socialización en lo que yo llamo “el lado iluminado de la disciplina”, está bien, pero si los alumnos se socializan a través de la tecnología o la televisión, cuyos programas no son educativos propiamente tal, está mal. Detecto, además, un debilitamiento en los espacios de socialización, por ejemplo, las plazas, los juegos, los vínculos entre las generaciones, lo que se aprende con los abuelos, con los vecinos, todo eso es clave para educar a una persona. Por lo que he investigado, eso hace que en Chile la educación tenga un déficit en calidad, desde el punto de vista de una educación democrática. Me refiero a cuán participativa es una escuela, cuán inclusiva es, cuánto se hace cargo del otro, cuánto acepta la diversidad, el pluralismo”.
-¿Lo que enumera no se da en nuestro país?
“En general, tenemos como país un déficit. Sin embargo, hay instituciones donde esos valores están presentes. A mí, por ejemplo, me gusta mucho este proyecto educativo (Universidad de Playa Ancha), porque es tremendamente sugerente. Cuando lo conocí, vi que había una relación, una consonancia con lo que pienso y con lo que he escrito sobre el tema.
“La Universidad de Playa Ancha es una institución que decreta, desde su discurso oficial, la inclusión como política universitaria y actúa en consecuencia. Doy solo un par de ejemplos: Univelación, las prácticas tempranas, la biblioteca, y la vida que se da dentro de la universidad. Además, el estilo de gestión tiene marcados rasgos democráticos”.
DIRECCIÓN GENERAL DE PREGRADO – UPLA
-En su cargo como Directora General de Pregrado ¿qué sello pretende desarrollar?
“Lo primero que me interesa es construir vínculos más sólidos entre las personas que trabajan acá. He luchado toda mi vida por hacer que los espacios laborales sean los mejores para las personas que habitan en ellos. Creo en un estilo de liderazgo fundado en la confianza y la lealtad, y en la formación de equipos donde cada persona desarrolla su potencial, donde la gente trabaja no por el temor, sino por el compromiso”.
-Y en lo más concreto, ¿cuáles son los desafíos?
“Me interesa que podamos cumplir bien con el mandato de la universidad. Para ello, lo primero que hice fue estudiar cuidadosamente los documentos de la institución, desde antes del Plan de Desarrollo Estratégico Institucional, pues quería conocer el marco, la visión, la misión, los valores y su historia. Luego estudié los documentos más actuales, como el plan al que hice mención, y los planes sectoriales.
“Considerando lo anterior, esta dirección tiene que promover el éxito académico, que se grafica en lograr que la educación inclusiva se concrete en una educación de calidad. Este éxito se refleja, además, en el aumento de la tasa de retención de los alumnos y, por ende, en la disminución de la deserción escolar. Debemos desarrollar una educación compensatoria, para apoyar a aquellos estudiantes que vienen con un capital cultural deficitario, lo que se logra a través de Univelación, Vinculación con el Medio y Desarrollo Estudiantil. Por lo tanto, las tres direcciones trabajamos en una triada en la Vicerrectoría Académica”.
-Con tanta información y frente al nivel de coordinación que debe desarrollar debe ser un esfuerzo no perder el foco…
“En la vida, de repente uno puede perder el centro respecto a lo que es lo principal. Para evitar aquello, uno siempre, cuando está en un cargo de tanta responsabilidad, debe despertarse todos los días con una conciencia vigilante respecto de lo que estamos haciendo, para qué lo estamos haciendo, con el compromiso que uno tiene con la universidad y el país. Al menos eso es lo que me mueve y disfruto enormemente poder hacerlo”.
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