El año viejo… el año nuevo

«2011 fue un año distinto, atípico, pero interesante. Quedará en los anales de la historia del país como un momento en que la sociedad civil asumió un rol político inédito que se manifiesta a través de movilizaciones sociales que alteran planificaciones y agendas públicas.

«El Bicentenario fue la oportunidad perdida para pensar Chile y para que la intelectualidad del país hubiera reflexionado sobre los próximos cien años en las más distintas materias, entre otras el modelo de sociedad y desarrollo que se implementa desde hace décadas y sus consecuencias sociales, humanas, institucionales, políticas, económicas, espirituales, culturales y cómo ello se proyecta hacia el futuro.

«En 2011 irrumpen los problemas y las enfermedades que el país ha incubado por décadas y que de algún modo han sido aplacadas con algunos remedios que atacan ciertos síntomas pero que no terminan con el mal.

«Sin duda que el país ha cambiado en estos años, tiene más moderna infraestructura y mejores servicios, las personas consumen más y son más tecnológicas. Pero, ¿hasta dónde todo ello ha buscado la felicidad de las personas o procurado la igualdad de oportunidades?

«El debate que se produjo este año refiere sobre la desigualdad. La mayor de las desigualdades es la pésima distribución del ingreso, una de las peores del mundo y todo lo que de ello deriva, siendo una de sus consecuencias las inequidades que se mantienen en el ámbito de la educación, las desigualdades en la calidad, la desregulación, el negocio de la educación, los excesivos cobros y el aumento de la brecha entre ricos y pobres.

«La educación, único tema que garantiza el verdadero desarrollo de las personas y de la patria, no ha sido prioritario para Chile. En especial los sectores medios han sido esquilmados durante décadas y muchas familias ya no podían mandar a sus hijos a cumplir sus aspiraciones. Este tema trascendental quedó en la conciencia de los chilenos y es el mayor mérito de 2011.

«Lamentablemente 2011 no logró zanjar estos problemas y resolver definitivamente lo prioritario y urgente; no se aprovechó la oportunidad histórica para planificar el futuro, en donde no todo se puede hacer ahora, pero todo se puede comprometer a través de políticas de Estado, esto es, un pacto social.

«Debe llegar el momento de transparentar todo como sociedad, para que dejemos de hacer reformas cosméticas que muchas veces solo pretenden hacer creer que avanzamos. Queremos que los discursos sean expresión de lo que haremos y no un nuevo remedio para aliviar lo superficial y seguir enfermos.

«Es necesario hacer cirugía mayor y de una vez por todas impulsar una reforma tributaria, revisar el proyecto de ley de la superintendencia de educación que hasta ahora no responde a los propósitos que el país reclama, fortalecer la educación pública y en especial a las universidades del Estado, asegurar el derecho a la educación como un derecho humano, garantizar la calidad más allá de los intereses particulares que lamentablemente han entrabado este proceso».

Patricio Sanhueza Vivanco
Rector
Universidad de Playa Ancha

Publicado en «Columna» de El Mercurio de Valparaíso, 31 de diciembre de 2011.

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