"La democratización no se puede reducir a los estatutos orgánicos"

«La democratización de la universidad no se puede reducir a los estatutos orgánicos, pues ellos son sólo una parte de un proceso mucho más amplio, que tiene que ver con redefinir el contrato social que tiene la universidad con sus miembros y con la sociedad”.

Así lo planteó Carlos Ossa, académico de la Universidad de Chile, quien dictó la conferencia: “Mirada al contexto latinoamericano y democratización universitaria”, en la cual compartió algunas precisiones respecto al funcionamiento de las universidades chilenas y de la región.

Dicha presentación se realizó en el marco de la segunda jornada del Claustro Académico “Construyendo comunidad universitaria”, que se efectuó el miércoles 21 de septiembre en el Auditorio de las facultades de Ciencias e Ingeniería de la Universidad de Playa Ancha.

El docente advirtió que el concepto de gobierno universitario (muy ligado al tema estatutos orgánicos) no se trata sólo de la construcción de un diseño de administración de la universidad. Por el contrario, explicó, es un planteamiento estratégico de cómo deben operar las distintas relaciones de conocimiento, administración, orden, poder, y participación entre todos los miembros de la comunidad universitaria.

“Es mucho más amplia la lógica que plantea el proceso de democratización de la universidad. Reducirlo sólo a una cuestión de designación de autoridades sería incluso mermar el significado de la palabra democracia, que tiene que ver con la participación integral y transversal de todos sus actores”, afirmó Carlos Ossa.

El expositor sostuvo que democratizar la universidad implicaba aspectos diversos, como la definición del uso de los espacios; la forma en que se definen las políticas de conocimiento; las garantías para procesos de investigación estables; reconocimiento a la trayectoria; y subvención a los estudiantes con mejores potencialidades, entre otros aspectos.

PROCESO NACIONAL

Sobre este particular manifestó que actualmente en nuestro país se vive una crisis educacional que, en el caso de las universidades, cuenta con un diseño de funcionamiento creado a partir de la década de 1980, que está estructurado bajo una concepción corporativa y no participativa. “La estructura universitaria es demasiado vertical, lo que trae como consecuencia que, con el tiempo, se produzcan tensiones y se generen los clásicos conflictos entre estudiantes y autoridades”, dijo Ossa, quien aseguró que el rol de los jóvenes ha sido clave, pues nos ha obligado a repensar la universidad, al desarrollar un movimiento que instaló un horizonte ético, más que reivindicatorio.

“Cuando uno se ve obligado a tener que dialogar con un horizonte ético, lo que se pone en tela de juicio son las normativas y valores que justifican una determinada manera de organizar la vida social”, afirmó el académico.

Por otra parte, sostuvo que el fenómeno nacional de las universidades es, en general, muy complejo y heterogéneo, pues las realidades culturales y políticas son diversas, lo que hace difícil construir una imagen compartida. Sin embargo, advirtió que sí es posible identificar algunos aspectos que parecen ser convergentes a las prácticas de cierto modelo de universidades, tales como: la validación por acreditación, la construcción de gobiernos corporativos más que gobiernos universitarios, y el diseño de un curriculum focalizado fuertemente en las áreas productivas.

En el caso puntual de la Universidad de Chile, que cuenta con estatutos orgánicos, Ossa advirtió que éste reproduce una cierta jerarquización, por lo cual –a su juicio- si bien ha acrecentado la participación, aún no es eficaz para generar condiciones de democratización reales.

REALIDAD LATINOAMERICANA

A juicio del profesor, igualmente complejo es tratar de establecer comparaciones entre planteles de educación superior a nivel latinoamericano. Aseguró que en el caso de Argentina, recién en los últimos cinco años se han perfilado universidades privadas, las que tienen que desarrollar una fuerte competencia a nivel académico.

“Justamente, las universidades públicas argentinas concentraron por mucho tiempo la obligación de pensar al país, y sus intelectuales no sólo son investigadores de renombre, sino que también participan activamente en el debate sobre los proyectos nacionales. Esta realidad es muy distinta a lo que ocurre en Chile, donde los académicos dejaron de participar como intelectuales en el debate nacional”, afirmó Ossa.

En términos generales, el expositor planteó que las universidades latinoamericanas en los últimos 50 años han participado en distintos tipo de procesos, desde aquellos que tienen que ver con contribuir a la paz social (como ocurrió en Centroamérica), hasta organizar la implementación de modelos económicos (como en el caso chileno). En síntesis –dijo- estamos frente a un escenario diverso y amplio, y el diagnóstico dependerá de con quién nos comparamos.

Finalmente, el docente celebró el esfuerzo que está haciendo la comunidad de la UPLA para dar forma a un cuerpo legal que ayude a solucionar los conflictos.

Tras la intervención del profesor de la U. de Chile, Marcela Prado, coordinadora del Claustro Académico, valoró sus planteamientos y el aporte que hizo al trabajo interno de sus pares. Junto con ello, subrayó que el objetivo de esta actividad fue informar de los avances en el proceso de creación de nuevos estatutos para la Universidad de Playa Ancha, compartir la experiencia con académicos de otras universidades, y culminar con la propuesta de síntesis del estamento de profesores y profesoras.

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A su vez, en la solemne ceremonia, se honró el legado de seis académicos que se acogieron a retiro: Gonzalo Bustillos Portales, Ramón Donoso Alfaro, Eduardo Faivovich Bortnik, Luis Faúndez Fuentes, José Meza Guzmán y Miguel Vásquez Vicencio.