María Mercedes Rodríguez es fonoaudióloga y académica de la Facultad de Arte de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCU), donde concentra sus labores de docencia en áreas vinculadas a la música, la voz, el lenguaje y la comunicación. Además, la especialista argentina ha trabajado fuertemente en los temas de inclusividad, especialmente referida a la integración de la diversidad en personas con algún tipo de discapacidad, trastornos motores u otras patologías asociadas, como también hipoacusias, trastornos cognitivos u otros.
Para la académica de la Universidad Nacional de Cuyo el tema de la integración es uno de los grandes tópicos que estarán presentes en la Educación Superior. En este contexto, la institución donde trabaja ha desarrollado un pionero e innovador proyecto, cuyo mejor ejemplo es un programa de capacitación a estudiantes de Música referido al aprendizaje de la transcripción musicográfica en Braille, lo que en la práctica permitirá que aspirantes con ceguera o baja visión puedan ingresar a estudiar Música en un nivel superior.
Mercedes Rodríguez estuvo la semana del 24 de noviembre en Valparaíso para llevar adelante una intensa agenda de trabajo, en el marco de un programa de movilidad docente que su institución mantiene vigente y activo con la Universidad de Playa Ancha, que es otra de las instituciones que ha demostrado un continuo interés por estos temas a través del trabajo de la Comisión de Espacios Universitarios para la Diversidad (CEUD).
Desde la perspectiva de la inclusión, ¿Cuál es su rol dentro de la UNCU? 
“Dentro de la Universidad formé parte, inicialmente, de una comisión que se originó a propósito de un gran número de personas que se estaban matriculando para estudiar en la Facultad a la cual pertenezco y que presentaban algún grado de discapacidad.
En específico, recuerdo que en el año 2004 hicieron ingreso dos chicas ciegas a la carrera de Música, lo que nos significó todo un desafío respecto a cómo abordar su proceso de aprendizaje de manera tal que fuesen integradas desde la docencia, desde su entorno físico y también desde sus compañeros. Fue una gran prueba para ver si íbamos a estar, finalmente, a tono con las circunstancias y si, por otra parte, podíamos lograr que ellas no tuvieran dificultades para aprender a la par de sus demás compañeros.
La cosa fue que, progresivamente, esta comisión fue tomando más fuerza y forma, convirtiéndose en lo que hoy denominamos “Programa de Inclusión Para Personas con Discapacidad” y que atiende las dificultades de toda la comunidad universitaria, ya sean alumnos, docentes y funcionarios que presentan algún problema discapacitante”.
¿Cuál cree Ud. que es el panorama en torno a la discapacidad?
“Estamos transitando un camino interesante que debemos valorar. El hecho de que, por ejemplo, asistan a nuestras aulas personas con ceguera es algo nuevo o que se había dado aisladamente. Por otro lado, antes las personas que presentaban dificultades eran tratadas casi en exclusiva por el círculo cercano de los familiares y no había apertura a la posibilidad de que cursaran estudios superiores: se negaba a priori la oportunidad para que los jóvenes, adultos e incluso adultos mayores pudieran desarrollarse en materia cognitiva.
Hay instituciones como la Universidad de Playa Ancha o la misma Universidad de Cuyo que, además, están fortaleciendo la posibilidad de que ingresen a las aulas estudiantes con discapacidad, brindándole las posibilidades de acceso en una variedad de ámbitos. De todas maneras, falta mucho por hacer. Todavía quedan ciertos temores en cuanto a actitudes de las personas que no tienen una cultura de integración. En ese sentido, falta mucho por aprender. Los alumnos, compañeros de las personas con discapacidad, suelen ser quienes más aprenden y, a la vez, los que más nos pueden enseñar a tolerar e integrar automática o naturalmente.
En el mundo de los docentes es donde nos queda un poco más de trabajo, de concientización. No se trata de facilitar o reducir los parámetros de evaluación, simplemente, sino posibilitar que el conocimiento, que la experiencia esté al acceso de todos. En cuanto a las personas con discapacidad, creo que al fin están haciendo valer sus derechos y, en esa materia, están entrando donde les corresponde y donde quieren estar, demostrando bajo parámetros de adecuación que en el fondo no hay grandes diferencias. A las otras personas les corresponde facilitar, por cierto, todo lo posible su acceso e integración”.
¿Cuáles cree Ud. son los pasos a seguir en pos de la integración de las personas con discapacidad?
“Se ha ido planificando todo de tal manera que las acciones realizadas no sean meras campañas aisladas. Por eso, insisto en el valor de la palabra proceso. Hemos difuminado la idea por las facultades y, en conjunto con el Departamento de Bienestar Social, atendido a las necesidades del ingresante o el alumno con discapacidad.
La intención con el estudiantado es asegurar y asimilar las condiciones de ingreso, de permanencia y de egreso, en el marco de un programa de seguimiento continuo que busca equiparar la forma en la cual los estudiantes se referirán a las distintas materias, lugares u otros asuntos particulares. Hemos trabajado en la adecuación de equipos informáticos y de la Biblioteca Central, dirigidos principalmente a personas con discapacidad visual, instalando computadores, teclados y escáners específicos, impresoras braille, conversores de programas, entre otras cosas que facilitan que los estudiantes se manejen directamente con la gente de biblioteca y con la información contenida allí. También tenemos voluntariados de lectura de material para grabar el audio de textos o instrucciones de trabajo, formando paso a paso una biblioteca parlante creciente”.
¿Qué experiencias se lleva de nuestra Universidad?
“Creo que hay que valorar profundamente el fuerte trabajo en equipo que está desarrollando la Universidad de Playa Ancha en esta materia. Académicos de distintas áreas, de distintas facultades están aportando mucho para que la integración se geste. Esa es una experiencia que debo llevarme como gran valor en materia de inclusión. Me parece importante el espíritu de trabajo en torno a la diversidad. Lo bueno es que, a partir de acciones como la campaña Ponte en mis zapatos, ustedes, la comunidad toda vaya creciendo y haciendo un trabajo sistematizado y no sólo como simples acciones para que así perdure en el tiempo y se instale en el largo plazo. Cada vez hay más personas con discapacidad en el mundo y, cada vez, hay personas que llegan a las universidades con algún tipo de discapacidad. Para ellos, siempre hay que estar preparados”.
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