Aurora se desplaza por un escenario de óleo en penumbras. Un atril en desamparo la espera mientras la luz del televisor proyecta sin descanso la ficción de habitar existencias ajenas. Su mirada creativa enfrenta, colisiona el mundo del arte y la creación humana contra la irrupción indolente de la televisión en los espacios reflexivos de formación ciudadana. Nada menor. Su pintura Ausencias es una representación certera de la introspectiva forma de entender, criticar e interpretar la realidad, simbolizándola a partir de los trazos privilegiados de su hábil pincel.
Ha pintado desde niña. De hecho, recuerda con nostalgia que su padre guardó sus dibujos identificándolos como “Aurorita, a los tres años y diez meses” en una especie de pronóstico de los buenos augurios que le depararía su crecimiento en el ámbito personal artístico. Aurora Bravo, Licenciada en Arte de la Universidad de Playa Ancha, ganó hace algunas semanas el prestigioso Concurso Artistas del Siglo XXI – 2007 organizado por Canal 13, cuyo jurado estuvo integrado por Voluspa Jarpa, artista visual; Gonzalo Cienfuegos, artista visual, profesor de la PUC; Luisa Ulibarri, periodista y gestora cultural; y Gema Swinburn, crítica de arte.
“El jurado ha jerarquizado la premiación poniendo énfasis en la capacidad y potencialidad autoral de las obras revisadas y así hemos decidido que la obra Ausencias de Aurora Bravo plantea desde el lenguaje de la pintura y a través de una técnica precisa para la poética de la obra los dilemas contemporáneos de la pintura y por esto le otorgamos el Primer Premio”, indica en el catálogo de la exposición de las obras seleccionadas, Voluspa Jarpa, en su calidad de presidente del jurado.
Cuando Aurora afirma “quisiera pintar toda mi vida, eso es lo mejor que me podría pasar” explica transversalmente las claves de su triunfo. Influenciada por el pintor Giorgio De Chirico, específicamente en el período metafísico del italiano (caracterizado por ambientes sombríos y abrumadores), la joven creadora sostiene que “desde chica me gustó pintar. Siempre lo tuve claro, siempre quise estudiar arte, fue a la único que postule el 2002 cuando entré a la Upla”. Acerca de sus influencias es clara “primero pinté, luego investigué para descubrir mi matriz en De Chirico”.
Ausencias es una pieza más de la colección mayor que cerró hace algún tiempo un ciclo creativo difícil e íntimo de Aurora. Defensora acérrima de la pintura al óleo, no teme a que la tilden de anticuada y criticona de los concursos donde predominan las fotos, los cuadros con algodón, con aplicaciones de género, esponjas y una infinidad de materiales. Ella es tradicional, como su maestro en la Universidad, el pintor José Esteban Basso.
¿Cómo te enteraste del resultado del concurso?
Me tomó por sorpresa. Es mi cuarto año de participación en este importante concurso. Antes, se participaba con una invitación directa de la curadora que nos permitía por intermedio de los profesores entrar a competir. Actualmente, la convocatoria es abierta y en dos categorías: una para todos y otra para artistas con trayectoria. Yo quedé en la segunda, incluso bajo el límite de edad que se establecía.
Es un concurso de soporte bidimensional, no sólo de pintura. Entonces, los años anteriores ganaban otro tipo de técnicas mixtas; por eso me sorprendió ganar, considerando –además- que es la segunda vez que gana una pintura en los siete años de vida del concurso (la primera vez también había ganado una alumna de la Upla).
Mi pintura, que es un óleo sobre tela, se ve rara en la exposición, fuera de época, súper tradicional. Todo lo demás lo componen cosas muy diversas, el arte que se vive hoy.
Siempre supe que iba a ganar el primer premio porque esa era mi aspiración, para eso concursaba, aunque no pensé que lo lograría tan pronto. Fue una alegría doble; mientras daba el examen de grado, la organizadora del concurso me dejó un mensaje en el teléfono invitándome a la inauguración de la muestra. Ni siquiera te dicen que eres la ganadora.
Considerando estas aproximaciones ¿Cómo enfrentas la manera de crear?
Yo pinto de manera figurativa, muy tradicional, bajo la técnica del óleo clásica. La pintura metafísica me influenció, Giorgio de Chirico, quien dio inició a la representación de espacios desolados. A eso se parece mi pintura.
¿Crees que en Chile se puede vivir del arte?
Siempre he pensado que en Chile hay más posibilidades de ser artista visual que músico, por ejemplo, porque hay instancias, concursos en los cuales se pueden ganar premios importantes que te permiten vivir. Cuando uno gana un concurso las galerías te abren las puertas, es más fácil.
¿Cómo te influyó la formación universitaria recibida?
Fue súper importante, sobre todo cuando encuentras a un profesor a quien admiras y comienzas a forjar una relación maestro discípulo. A mí me enseñó Basso y su influencia en mi obra es grande. Además, fui su ayudante durante tres años -desde segundo a cuarto- lo que terminó siendo muy formativo, me ayudó mucho. Valoré especialmente la labor de enseñar, entregar lo que sabes.
¿Por qué pintas escenarios?
Me gusta escuchar música, sobre todo cuando pinto. Me gusta la música clásica, el metal (del black metal a lo más melódico), el rock de los 70. Me encanta escuchar música en vivo, de todo, jazz, gosspel, rock.
Yo pinto escenarios y tiene algo que ver con eso. Desde chica voy mucho a tocatas, me gusta ser público. Por ejemplo, me cargaba ir a un concierto sin escenario porque creo que los músicos deben estar más arriba. En los recitales, en teatro, con las cortinas, que te separan del objeto de tu contemplación. Siempre he pintado teatros porque me evocan.
Es bien simbólico. Las luces en el escenario, su relación con lo espiritual, todo tiene su simbología. Asó lo explicó: la vida es el escenario donde actúas y debes movilizarte para lograr ser feliz. Si estás como espectador, viendo como la existencia pasa por tus ojos, estás condenado a la inercia. Desde las luces emana el resplandor espiritual, el cosmos. Las butacas, en tanto, serían el infierno referido a la vida.
Mi tesis de grado se llama “Ausencias, pintura y escenarios” y habla sobre la simbología del teatro, acerca de la razón o razones que explican el por qué en la serie los focos teatrales no alumbran a ningún personaje. Eso parte por algo personal, por problema de amistades y por la ausencia de mi papá: al darme cuenta que esa persona que me faltaba era él me avisaron de su muerte. Mi última pintura de esa serie es su funeral, también con un escenario y su ánfora en la luz. Ahí terminé la serie, a principios del año pasado. Después de eso quedé inmovilizada, no pude terminar la tesis. Este año terminé con la serie, con el ciclo de ausencia.
¿Qué representa el cuadro ganador dentro de la serie en su conjunto?
Yo ocupó en hartos cuadros el ícono del televisor como pantalla. Es el símbolo de lo que te quita tiempo, de vivir vidas de otros personajes. Muchas horas de televisión al día restan el espacio de reflexión que deberían tener todas las personas. A los niños les quitan la imaginación y yo los represento junto a un columpio.
En el cuadro ganador está el televisor y un atril. Entonces, esa contraposición, el atril es el símbolo de la creación artística del pintor y contrario a eso está la televisión. Entonces, mandé ese cuadro precisamente por eso, porque siempre ganan otro tipo de técnicas. La pintura está olvidada, tomada como algo antiguo. Por eso ubico el atril, por eso el foco alumbra a un pintor que no existe.
Cuando hablaba con el jurado me decían que era un cuestionamiento al mismo concurso. Por eso, enganchó. A la curadora le gustó mucho la imagen azul del televisor que no transmite nada, que incomunica entre personas. La idea simplemente es saber vivir la vida propia.
UPLA.cl
Noticias de la Universidad de Playa Ancha Dirección General de Comunicaciones
