seymour-papert-2Si está leyendo este artículo, entonces el oxímoron del titular, hizo bien su trabajo. Dejaré que construya su teoría de cómo la tortuga ayudaba a volar, más adelante.

Antes, me gustaría comentar nuestro día a día, porque esta historia, aunque no parezca, tiene que ver con nuestro diario vivir.

El 2 de agosto, en radio Cooperativa, en la antesala de su interpelación, se podía escuchar a la ministra de justicia repetir con firmeza que “están trabajando seriamente en llegar a esa cifra”. La cifra a la que se refería la ministra, es la cantidad de menores que fallecieron en la última década, mientras estaban al cuidado del Estado en recintos del Servicio Nacional de Menores, SENAME. Por estos mismos días, la comunidad científica mundial, se consterna por la partida de Seymour Papert, discípulo de otro connotado –y tal vez más conocido en el medio educativo– científico, Jean Piaget. El día que Papert se refirió a Piaget (Papert, 1999), lo hizo apelando también (como la ministra) a la seriedad: “Uno puede decir que Piaget fue el primero en tomar el pensamiento de los niños seriamente”.

Qué distante contrapunto en dos acontecimientos vinculados a niños y menores. Por un lado, estamos acostumbrados en trabajar con seriedad sobre las consecuencias de una catástrofe, cuando convendría trabajar con seriedad en prevenirlas. Por el contrario, Piaget y Papert, trabajaron seriamente en entender a los niños, en entender cómo piensan y en apoyar sus procesos de construcción de conocimiento, en lugar de instruirlos, cuartearlos, domesticarlos. Papert, fue muy crítico de los sistemas educativos, y de la rigidez con que educan a los niños: “la clave para entender por qué la escuela es lo que es, reside en reconocer una tendencia sistemática en deformar las ideas en formas específicas con la intención de hacerlas calzar con un marco pedagógico” (Papert, 2000).

mitPapert, oriundo de Sudáfrica, después de obtener dos doctorados en Matemáticas, uno en Sudáfrica y otro en Inglaterra, llegó a Ginebra, Suiza para trabajar con el filósofo y psicólogo Jean Piaget, evento que determinaría la futura pasión de su vida. Posteriormente en los años 60 se trasladó a Estados Unidos para participar en investigación en el Instituto Tecnológico de Massachusetts MIT. Desde aquí, llegó a impactar (léase: iniciar nuevos paradigmas o modificar los existentes) en campos tan aparentemente distantes como la Inteligencia Artificial y la Educación de niños, entre otros.

El talento matemático de Papert lo llevó a publicar junto a Marvin Minsky (también fallecido en 2016) uno de los libros seminales en Inteligencia Artificial: “Perceptrons” (1969), además Papert fue co-fundador y director del Laboratorio de Inteligencia Artificial de MIT, hoy Laboratorio de Computación e Inteligencia Artificial (CESAIL), uno de los mejores y más prestigiados laboratorios en este ámbito a nivel mundial.

La excelencia científica de Papert, bien le pudo haber permitido establecer un lucrativo negocio, por ejemplo, para construir algoritmos inteligentes que predijeran el stock de la bolsa, o inventar el robot industrial del futuro, o hacer minería de datos sobre las ventas del retail; sin embargo prefirió enfocarse a una actividad de mayor valor y por la que hoy le rendimos homenaje: llevar a la práctica las teorías del constructivismo de Piaget. Fue así que concentró sus mayores esfuerzos, en la intersección entre computadores y educación, vale decir, en poner la computación al servicio de la educación o más bien, del aprendizaje, o más bien, de los niños y su creatividad.

medialabFue en la década de los 80, después de diez años de trabajo, cuando publicó otro libro seminal, esta vez acerca de cómo los computadores pueden hacer volar la creatividad de los niños: “Mindstorms: children, computers, and powerful ideas” (Papert, 1980), en el que ya advertía que los computadores no debían ser utilizados para programar a los niños, sino al revés. Cinco años después junto a Minsky y Nicholas Negroponte (entre otros), co-fundaron el laboratorio de medios o MediaLab, en el mismo MIT, donde dirigió el grupo “Epistemology and Learning research”.

En este laboratorio liberó toda su creatividad en facilitar una educación más constructiva, vale decir menos guiada y más acompañada, menos evaluada y más apoyada, menos planeada y más espontánea, menos castigadora y más divertida. Aquí Papert recibió el apoyo y colaboración de la empresa Lego, para plasmar su visión del futuro de la educación de los niños. En 1986, cuando los computadores personales aún no eran el pan de cada día, Papert ya vislumbró que se podían utilizar como poderosas herramientas para la educación constructiva de niñas y niños, entonces co-creó el lenguaje de programación Logo como herramienta para el desarrollo metacognitivo de niños. Una estrategia para que los niños aprendieran, de forma más natural y divertida, matemáticas, lógica o resolución de problemas. El lenguaje permitía que los niños programaran computadores. ¡En la época en la que los computadores personales acababan de nacer!. La dinámica funcionaba planteando desafíos que los niños resolvían codificando instrucciones en Logo para mover una pequeña tortuga en la pantalla, o para mover un pequeño robot tortuga.

Mientras la tortuga se mueve lentamente, la imaginación de los niños vuela.

Este vídeo, es talvez el primer registro de nuestra historia, de la utilización de computadores como apoyo al desarrollo cognitivo de niñas y niños.

Antes de mudarse a Maine a fines de los 90, Papert trabajó por más de una década en Medialab creando e inspirando a colegas y estudiantes. Es así como, Logo y la tortuga, inspiraron el desarrollo de Scratch (2003), proyecto diseñado y liderado por su amigo y discípulo Mitch Resnick quien actualmente dirige el grupo Lifelong Kindergarten en MediaLab. Scratch, permite realizar programación (codificación) visual apilando piezas para darle movimiento a personajes y construir animaciones, contar historias o inventar juegos. Mitch Resnick comentaba en 2008 cómo se enamoró de las ideas de Papert y cómo éstas aún tienen plena vigencia (Resnick, 2008). La difusión de Scratch ha sido masiva a nivel mundial y anualmente se desarrollan conferencias de Scratch donde niños, educadores, programadores y apoderados se reúnen a aprender de sus pares.

scratchEsta animación creada con Scratch le rinde un homenaje al co-creador de Logo

Durante la década del año 2000, Papert siguió trabajando en liberar mentes jóvenes y dictando conferencias alrededor del mundo.

En esta época, dictando una conferencia del futuro de la Inteligencia Artificial, aprovechó de hacer un importante llamado de atención ante la vorágine de la aplicación de tecnologías en la educación:

“No se suponía que los informáticos (computer scientists) debían traer computadores a las salas de clase. Se suponía que debían traer la informática (computer science) a los niños en las salas de clases.”

En esta misma época (2004), Papert se unió a Nicholas Negroponte y Alan Key, otro pionero de la informática, en el proyecto One Laptop Per Child (OLPC). Siempre con la visión de que los computadores debían ser programados por los niños y no los niños programados por los computadores.

En 2006 Symour Papert sufrió un accidente en Vietnam, que le dejó graves secuelas cerebrales. Falleció el 31 de Julio de este año.

Siguiendo el ejemplo de Papert, en MediaLab se continúa conspirando contra el parcelamiento (cartesianismo) científico y la comodidad intelectual para provocar la inversión –o invención– de paradigmas.

Papert es el ícono de una raza de científicos antidisciplinarios y hacedores (makers) que habitan en MediaLab, y que diariamente intersecan el arte con la ciencia alentando la promiscuidad científica de la que nacen medios que anticipan el futuro. Medios como los diseños de inspiración micro-biológica de Neri Oxman, o las extensiones corporales biomecánicas de Hugh Herr, o las máquinas de visualización de datos públicos del chileno César Hidalgo.

Lo que nos trae de vuelta a Chile, donde en tiempos de canibalismo político es buen ejercicio repasar las ideas de Papert para centrar la discusión en lo realmente importante y no en qué bando deglutó mejor a su oponente político en una interpelación.

Hablando de menores, Papert llamaría la atención respecto del abandono a la educación, con esta simple metáfora: “Si un médico viaja cien años en el pasado y trata de ejercer la medicina, No tendría idea de cómo hacerlo. Sin embargo, si un profesor viaja cien años en el pasado, sabría exactamente qué hacer” (Stager, 2014).

Si necesitamos Servicios de Menores es principalmente porque no hemos sabido combatir la desigualdad social o entregar una educación digna, principalmente a nuestros niños. Lo que No hemos podido construir con equidad y educación, lo tenemos que instruir con Servicios de Menores.

En una reflexión final, inspirada por el ahínco que Papert puso en hacer un mejor mundo para los niños, fíjese cómo más de una ley en Chile tiene nombre propio de difuntos jóvenes (Ley Zamudio, Ley Emilia), porque nos estamos acostumbrando a actuar seriamente sobre lo ya destruido, sobre la muerte –como la cifra que están buscando en el ministerio–, seguramente pronto se propondrá la Ley Lisette. Cuánto anhelo una Ley que tenga nombre de gente viva, de creadores y no de víctimas, si acaso de niños que aprendieron a hacer volar su creatividad de la mano de tortugas. Entonces nuestros representantes políticos nos estarán mostrando que en Chile estamos pensando más en construir y no solo en corregir.

Por Miguel Guevara

Académico de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Playa Ancha UPLA, donde también dicta la cátedra de Producción Multimedia y Simulaciones en el Magíster en Comunicación Educativa. Es candidato a doctor en Informática por la Universidad Técnica Federico Santa María y entre julio de 2013 y agosto de 2014 fue estudiante visitante del Masters in Arts and Science del MediaLab en el Instituto Tecnológico de Massachusetts MIT, donde también fue ayudante de investigación de César Hidalgo quien dirige el grupo de investigación Macroconnections.

Fuentes consultadas y lecturas recomendadas