Dra. Verónica Molina, directora general HUB Ambiental UPLA: “El compromiso de la ciencia debe ser con las personas y el medio ambiente, no con los intereses económicos de turno”

En enero recién pasado, fue presentado oficialmente el directorio del Instituto Nacional de Litio y Salares (ILiSa), organismo que contará, en su directorio, con la Dra. Verónica Molina Trincado, académica de la Facultad de Ciencias Naturales y Exactas, y directora general del HUB Ambiental de la Universidad de Playa Ancha, quien fue designada por la Ministra del Medio Ambiente, María Heloísa Rojas.

En el marco de la Estrategia Nacional del Litio que ejecuta el gobierno, el ILiSa estará encargado de generar, aplicar y compartir conocimientos, tecnología e información, así como de contribuir al desarrollo sostenible de la cadena de valor de la industria del litio, desplegando su quehacer en cuatro líneas preliminares de trabajo: salares, tecnología, comunidades y ciencia ciudadana. La caracterización de los salares y sus dinámicas, la evaluación y desarrollo de tecnología para su explotación y nuevos productos, la investigación del impacto sociocultural de la
industria del litio y la promoción de divulgación del conocimiento con la comunidad, serán los mecanismos centrales en este sentido.

“Con este Instituto hay una oportunidad única de hacer las cosas diferentes y ese es un mandato no solamente en su ejercicio inmediato, sino que también en todo lo que implica el proceso de su instalación”, sostiene la académica, expresando que, para que esto se haga de forma adecuada y con una mirada a largo plazo, se tendrán que considerar “todos los elementos que involucran este quehacer, pero desde distintas miradas, para así considerar y representar en su gestión la real complejidad que tiene”.

En ese sentido, la Dra. Molina destaca que se trata de “una gran oportunidad para que Chile avance en este tema y, sobre todo, para fomentar un desarrollo que no repita los errores del pasado, en cuanto al uso extractivo de recursos sin contar con el fomento tecnológico y científico adecuado en un país que se supone está comprometido con el medio ambiente y su futuro. La industria del cobre, por ejemplo, ha causado daños irreparables por la extracción de agua de los salares, realizada con un pobre conocimiento sobre la dinámica hídrica de estos. A mi juicio, ése es uno de los aspectos más valiosos que yo veo con su creación y por
eso me sumé con mucha esperanza en poder aportar desde mi especialidad”.

-En esa línea, ¿cuál es la importancia de la contribución que realiza la academia en este proceso de instalación del Instituto Nacional de Litio y Salares?

-“Tiene una importancia fundamental y destaco que la estrategia de instalación es muy coherente con que sea un instituto científico-tecnológico, que involucra diferentes áreas, desde lo social hasta lo puramente técnico. Hoy existen brechas de conocimiento sobre los procesos de extracción y sus impactos, tanto en lo estrictamente técnico o tecnológico asociado a los procesos de extracción mismos, como en el comportamiento y dinámicas de los ecosistemas presentes en los salares.

Por eso, cuando el director técnico del instituto se instale, su gestión va a involucrar la colaboración con distintos ámbitos de la academia. Ya existen diferentes instrumentos que ha desplegado la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID) en los territorios –como los Nodos Laboratorios Naturales en salares y otros ecosistemas del desierto, los anillos temáticos, etc.– los cuales consideran aspectos de la investigación de estos sitios, y van a jugar un rol crucial a la hora de identificar estas brechas y profundizar nuestro conocimiento al
respecto”.

-Contemplando todo lo anterior, ¿cómo asume el hecho de representar, como académica, al Ministerio del Medio Ambiente en esta instancia?

-“Este ministerio ya tiene un camino bastante avanzado en procesos de protección de estos ecosistemas, como la creación, en 2024, de la Red de Salarios Protegidos, entonces, estratégicamente hablando, va en la dirección a la que apuntan los organismos internacionales, y ha sido respetuoso de los tratados que el Estado de Chile ha suscrito con los mismos. Entonces, este nombramiento, obviamente, tiene un componente muy grato, en el sentido de que hay una mirada que se enfoca en la protección de los ecosistemas y en preservar parte de ellos
para futuras generaciones. No es la visión cortoplacista de la extracción, de agotar recursos, que ha quedado en el pasado, considerando los cambios que vive nuestro planeta, sino que hay un abordaje desde la sostenibilidad, lo cual me parece pertinente”.

-Y desde lo personal, ¿cómo recibe esta oportunidad?

“De modo más personal, poder participar en el directorio es un gran desafío y una oportunidad para contribuir con un conocimiento que he acumulado con mis investigaciones por más de una década, lo cual desde el punto de vista institucional, como académica de la UPLA, y en lo referido a mi propio desarrollo profesional, también es muy valioso”.

Sinergia  interdisciplinaria

En el contexto geopolítico actual, algunas veces se cuestiona la validez de las conclusiones científicas entregadas por la academia cuando se alerta sobre amenazas e impactos en el medio ambiente. ¿Cómo visualiza su participación en esta instancia considerando este escenario?

-“Siempre existen urgencias o intereses financieros, entonces se apuesta por utilizar estos ecosistemas como una fuente de ciertos recursos. Pero soy una convencida de que el compromiso de la ciencia debe ser con las personas y el medio ambiente, no motivada por intereses económicos de turno. La ciencia y la tecnología se desarrollan en torno a estos ecosistemas y la clave está, en vez de ir por carriles separados, como ocurre frecuentemente, en alcanzar una sinergia interdisciplinaria. Existe un amplio conocimiento del nivel de perturbación y destrucción que sufren cuando el ser humano interviene, por lo cual, cuando se contempla minimizar estos efectos, desarrollando tecnológicamente metodologías como, en este caso del litio, la extracción por inyección directa, se involucra otro
reto, que es identificar del modo más certero posible el nivel de resiliencia o recuperación de ese ecosistema o fracciones de ecosistemas que, en particular, se pretenden explotar.

La ciencia ha sido muy enfática al identificar y exponer el nivel de perturbación que se puede producir, a nivel ecológico, en ellos, porque son sumamente frágiles. Los ejemplos que ya tenemos de extracción dan cuenta del nivel de destrucción involucrado al intervenir con máquinas, hacer piscinas, por lo tanto, las consecuencias son sumamente obvias. Hay un gran volumen de información, que implica alteraciones de balances hídricos, hundimiento, impacto sobre poblaciones emblemáticas como flamencos, pero se requiere un monitoreo continuo del nivel de resiliencia de lagunas y zonas aledañas no intervenidas, considerando los múltiples usos que tendrán algunos salares. Parte de nuestro desafío como científicos en el directorio es, entonces, asegurarnos de eliminar esas brechas y obtener ese conocimiento como insumo para la toma de decisiones”.

Fuente: Diego Trujillo Salinas, periodista del Centro de Investigación HUB Ambiental UPLA.

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