Un incendio de proporciones devastadoras dejó profundas marcas en la comunidad de Viña del Mar y Quilpué. Sin embargo, detrás de las pérdidas materiales y las viviendas destruidas, se esconden heridas emocionales que requieren atención especial. Con el objetivo de brindar apoyo psicológico y emocional a los adultos mayores afectados por el mega incendio del 2 de febrero, la Universidad de Playa Ancha (UPLA) realizó 20 Talleres de Salud Mental, en el marco de un convenio establecido con el Servicio Nacional del Adulto Mayor (Senama).
Cerca de 200 personas de Villa Independencia (Viña del Mar) y Pompeya Norte (Quilpué) participaron en estos encuentros, donde pudieron compartir sus experiencias, emociones y miedos, encontrando en sus pares un refugio seguro y un espacio para sanar. A través de técnicas de primeros auxilios psicológicos, los talleres abordaron temáticas como la contención emocional, la reconstrucción de redes sociales y el autocuidado, permitiendo a los participantes desarrollar herramientas para enfrentar el duelo y volver a construir sus vidas.
La coordinadora regional de Senama, Carolina Rohten Abarca, destacó la importancia de visibilizar las dificultades emocionales asociadas a este tipo de catástrofes y resaltó el trabajo realizado por la UPLA para acompañar a los adultos mayores en este proceso de recuperación. “Este trabajo ha significado un cambio, un motor estructural para la vida de las personas mayores”, afirmó Rohten.
Por su parte, Cristián Aránguiz Salazar, director del Observatorio de Políticas, Género y Trabajo de la UPLA, explicó que el objetivo de los talleres fue brindar una contención colectiva y segura, reduciendo la angustia y mejorando la salud mental de los participantes.
“Levantamos una propuesta y definimos atender a 200 adultos mayores de las zonas siniestradas, inscritos en la ficha de emergencia social. Trabajaron ocho profesionales en terreno, de manera permanente, durante tres meses y tres profesionales de apoyo de la Universidad, como psicólogos, sociólogos, trabajadores sociales, nutricionista. Fue un equipo interdisciplinario”, precisó Aránguiz.
Testimonios
Un momento de gran emotividad se vivió cuando tres adultas mayores subieron a la tarima para compartir su testimonio sobre lo que significó para ellas, participar de estos talleres. Ellas fueron: Ana Rosa Ramírez, de Villa Independencia, Adriana Erazo, de Pompeya Norte, Quilpué; y Yenny Araya, de Pompeya.
“Aprendimos a no sentirnos culpables por sobrevivir”; “me di cuenta que compartir mi experiencia con otros, me ayudó a sanar; “A pesar de nuestras pérdidas, nos estamos levantando y no estamos solos. Gracias a la Universidad de Playa Ancha”. Estas fueron algunas de las expresiones que escucharon los presentes, desde la testera, relatos que fueron atentamente seguida por todos y todas.
La ceremonia concluyó con la entrega de los diplomas correspondientes, que acreditó la participación en los talleres que se realizaron tanto en Viña del Mar como en el interior. Entre las personas que entregaron los certificados estuvo el decano de la Facultad de Ciencias Sociales, Cristian Valenzuela, quien saludó a los presentes en nombre del rector Carlos Gonzáles Morales.
Opiniones
Guillermo Briceño Morales y Doris Videla Figueroa, de El Olivar: “Para nosotros fue muy positivo participar en estos talleres, porque fue una experiencia enriquecedora en todo sentido y, por sobre todo, sentir que a otros importa todo lo que nos ocurrió, fue muy conmovedor. Pudimos abordar nuestras emociones y compartir experiencias tan dolorosas como las nuestras. De verdad, estamos muy agradecidos”.
Erwin Oyarzún Barrera, Achupallas: “Yo perdí todo lo que tenía. Me dedicaba a trabajar con los animales y no me juntaba con nadie. Por eso, después de esta tragedia, me aislé más todavía, pero conocí a otras personas y sentí que fue como un escape, porque me sirvió para socializar, abrirme y dar un paso más. Estos talleres nos permitió ayudarnos unos a otros y ojalá vengan más talleres”.
Diana Ardaván Saavedra, de Villa Independencia: “Yo vivía con mi esposo, y también perdimos todo, por eso, para nosotros fue muy positivo poder asistir a estos talleres, porque pudimos abrir el corazón y sacar todo lo que teníamos guardado. Aprendimos a ver la vida de otra manera, porque lo que pasó, que fue terrible, ya pasó y ahora tenemos que mirar la vida de manera distinta, con alegría. La terapeuta y la asistente social, fueron un siete con nosotros”.
Esta iniciativa demuestra la importancia de abordar las consecuencias psicosociales de una catástrofe, especialmente en grupos vulnerables como los adultos mayores. Al brindar un espacio seguro para compartir sus experiencias y emociones, estos talleres han contribuido a mejorar la calidad de vida de cientos de personas afectadas por el mega incendio.