Con un magíster en Conservación de la Naturaleza por la Universidad de Chile y una profunda conexión con el mundo vegetal, la profesora de Biología y Ciencias formada en la Universidad de Playa Ancha y curadora del Herbario VALPL de la Facultad de Ciencias Naturales y Exactas de nuestra casa de estudios, Pamela Ramírez Verdugo, ha dedicado su trayectoria académica a la investigación y la enseñanza de las plantas de Chile.
Sin embargo, su pasión por la naturaleza y espíritu aventurero la llevaron a explorar los cielos, convirtiéndose en la primera mujer chilena en obtener licencia para pilotar globos aerostáticos.
En esta entrevista, la profesora Ramírez nos comparte cómo su pasión por la botánica y la exploración de los cielos se entrelazan en su vida, y cómo la sensación de volar le brinda una perspectiva única del mundo que la rodea. Lo que partió como un pasatiempo, se convirtió en una nueva forma de conectar con la naturaleza y vivir experiencias inolvidables que, como confiesa, “es algo que estoy dispuesta a hacer durante toda mi vida”.
Su historia es un testimonio inspirador de cómo la curiosidad científica, la búsqueda de nuevas experiencias y un profundo amor por la naturaleza pueden llevarnos a alcanzar metas que creíamos imposibles.
-¿Cuándo y cómo se acerca al mundo de los globos aerostáticos?
-“Yo llegué a estudiar a Valparaíso desde la ciudad de San Clemente, ubicada en la Región del Maule, y durante el primer año de universidad conocí a estudiantes de la Universidad Técnica Federico Santa María, algunos de ellos trabajaban en el Aeródromo de Olmué, en donde tuve la oportunidad de conocer a los últimos pilotos de globo que quedaban en Chile, pilotos de los años 80 que volaban tanto globos como Zepelín”.
-¿En qué lugar empieza a practicar el vuelo en estos aparatos?
-“Los vuelos en globo son principalmente de valle, sobre todo cuando uno está en etapa temprana de formación como piloto. Entonces, los primeros valles que pude volar fueron Olmué y Santa María, que queda al lado de la ciudad de los Andes y el valle de María Pinto, que queda detrás de Curacaví”.
-¿Cómo es volar un globo, qué sentimientos evocan en Ud. esta práctica?
-“Los globos son aparatos raros, no son precisamente las aeronaves que se utilizan para ir desde un lugar a otro. Cuando uno hace un vuelo con el fin de traslado, se hace en un avión, que son mucho más eficientes.
Volar en globo es una experiencia única y especial. Desde el aspecto técnico, implica estar en sintonía con la naturaleza, comprender las condiciones meteorológicas y atmosféricas, es necesario entender los reportes meteorológicos para evaluar las condiciones antes de volar, ya en el aire, es importante reconocer la dirección y velocidad del viento, así como los elementos que pueden generar cambios en estos, todo clave para dirigir el vuelo adecuadamente.
Al volar, la sensación es asombrosa, suave, silenciosa. El vuelo en globo me evoca una mezcla de paz y libertad, de libertad real. Al estar en el aire, el paisaje se despliega de manera asombrosa, la sensación del tiempo se detiene, cambia la precepción que uno tiene del entorno, ya que uno puede pasar todos los días por un lugar, pero recorrerlo en globo, hace que uno lo vea desde una perspectiva completamente diferente. Cada vuelo es una aventura”.
-¿Y por qué toma la decisión de pilotar un globo?
-“Encontrarme con esto, con los globos aerostáticos, generó en mí una sensación demasiado asombrosa, es sentir como que tienes la mejor suerte del mundo, sentir como que te dieron la oportunidad de entrar a un cuento mágico ahora y, la posibilidad de volver a entrar cuando tu quieras. Es algo que estoy dispuesta a hacer durante toda mi vida. El mundo de los globos es impresionante, es agradable, lleno de personas soñadoras, amables, amantes del aire y de la naturaleza, ¡cómo no querer estar ahí!”.
-Y se convierte en la primera mujer chilena en pilotar estas aeronaves…
-“La primera mujer chilena en obtener una licencia de piloto de globo aerostático en Chile, y vienen más mujeres”.
-¿Quién la guió en este camino y qué pruebas tuvo que rendir para lograrlo?
-“El proceso de formación para ser piloto de globo es el mismo que se sigue para ser piloto de avión o de helicóptero, es decir que tuve que ingresar a una escuela de vuelo, pasar tanto exámenes médicos como teóricos y prácticos ante la Dirección General de Aeronáutica Civil. En mi caso, yo hice el curso en el Club Aerostático Nimbus, que es el primer club de Chile que se creó para formar pilotos de globo en nuestro país”.
Conservación de la flora
-En Chile esta es una disciplina poco común ¿cuál es su idea de contar con esta licencia?
-“Bueno, hay que tener claro que el globo fue el primer aparato que se inventó para poder volar, tiene una tradición muy grande en el mundo entero y es muy popular en muchos lugares, lo que pasa es que puntualmente en Sudamérica es poco conocido. He tenido la oportunidad de conocer pilotos mujeres y hombres de varios países, también de viajar, ya que existe una comunidad de globos super grande.
Contar con una licencia de piloto, me da la oportunidad tanto de volar este tipo de aeronave acá en nuestro país, me va a permitir viajar y volar en globo en otros países, así como asistir a campeonatos, ya que en Sudamérica y en otras partes del mundo existen hartas competencias de globos”.
-¿Qué lugares en Chile son buenos para surcar sus cielos en globo?
-“En realidad, se puede volar en todos los lugares, siempre que tengan sitios buenos para el aterrizaje. Nuestro país es hermoso, con variedad de paisajes y climas, me encantaría poder volar valles, desiertos, lagos, montañas, paisajes con diferentes tipos de vegetación, palmares, bosques sureños”.
-Qué otros desafíos tiene para alcanzar en esta materia?
– “Me encantaría poder asistir a competencias y a exhibiciones de globo en Chile y en el extranjero y, espero poder volar en todas las regiones de Chile e incluso cruzar algún país volando. También me encantaría poder apoyar a la conservación de la flora, realizando propagación de semillas desde el aire, así como lo hacen las aves”.
Al observar la Tierra desde las alturas, su mirada de bióloga se agudiza, apreciando la diversidad de ecosistemas y la fragilidad de nuestro planeta. En ese sentido, la académica quisiera más adelante poder medir la huella de carbono dejada en los lugares por donde vuele su aeronave, de tal manera de devolver la mano a la naturaleza liberando, desde lo alto, semillas de especies vegetales propias de dichos sitios. “Para ello me gustaría tener un invernadero donde cultivar distintas plantas y contar con semillas para lanzarlas en cápsulas -creadas a partir de una mezcla de arcilla, tierra y semillas- en las zonas por donde volemos, para promover la recuperación de la vegetación natural”.
El testimonio de la profesora Pamela Ramírez Verdugo es un llamado a explorar nuestras pasiones y a buscar nuevas perspectivas, siempre con el objetivo de comprender y proteger el mundo natural que nos rodea. Al compartir su experiencia y conocimientos, también contribuye a la divulgación científica y a la valoración de disciplinas como la botánica y la aeronáutica.
Su entusiasmo, sin duda, despertará en los jóvenes el interés por la exploración y la investigación, fomentando una nueva generación de docentes de la ciencia.