Empujar la aguja con la mano para introducir tinta en la piel, punto por punto, de manera más gentil, es lo más característico y representativo del tatuaje handpoke, técnica para tatuar sin máquina que practica a tiempo completo desde hace cinco años la artista multidisciplinaria y licenciada en Arte de la Universidad de Playa Ancha, Macarena Bravo Espinoza. Trabajo, según sus palabras, no tradicional que le ha permitido viajar por diferentes países mostrando su expertis y la relación que ha podido plasmar entre sus conocimientos artísticos profesionales y esta técnica manual rescatada de los orígenes del arte y del tatuaje antiguo.
Sus comienzos fueron en 2015 (un año después de su egreso de la carrera de Licenciatura en Arte de la Facultad de Arte UPLA), fecha en que aprendió a tatuar con máquina y manual. Sin embargo, se inclinó por el tatuaje handpoke por un tema de desafío artístico haciendo de sus tatuajes trabajos de corte más conceptual, abstractos, minimalistas, experimental y, filosóficamente hablando, cien por ciento colaborativo. Su elección, además, pasó por considerarla una técnica menos invasiva y, porque las personas (lienzos) la utilizan como medio de expresión que le permite a ella como tatuadora conectar con la gente a través de la percepción, el sentir, lo intangible, el color, la memoria y las sensaciones.
– ¿Cómo surge su interés por el tatuaje handpoke?
-“Ingresé a estudiar Licenciatura en Arte en 2009 con el objetivo de poder dedicarme a la pintura y la fotografía, por esa razón comencé a profundizar en la teoría del color desde la química y la física. Mientras estudiaba, me obsesioné con el estudio del color y nunca dejé de investigar y practicar (hasta el día de hoy), lo que me llevó con el tiempo a observar de otro modo, pintar de otra manera y en nuevas superficies. Hoy en día todo eso resulta ser la base de mi carrera como tatuadora.
Mi curiosidad surgió de la pregunta ‘¿qué tan diferente será pintar en la piel?’. Yo quería dedicarme a pintar toda la vida y ahora lo hago, pero desde el tatuaje. Todo comenzó cuando un tatuador de mi ciudad, Rancagua, buscaba a alguien que le enseñara la teoría del color y, a cambio, se ofreció a enseñarme y hacer un trueque de oficios.
Aprendí primero con máquina, pero esta misma persona me habló de cómo tatuar sin ella, pero más enfocado al puntillismo y cómo hacer sombras, obtener texturas. Él me explicó la técnica de handpoke y que, para tatuar sin máquina, había que introducir, manualmente, punto por punto la tinta en la piel.
En ese proceso me di cuenta que cuando tatuaba con máquina me distraía mucho el ruido, el peso y la vibración de la máquina, era demasiado. Practicando descubrí que la técnica del tatuaje manual tenía múltiples beneficios, por ejemplo, que podía estar cien por ciento concentrada en lo que estaba haciendo. Me era más fácil de ejecutar y, además, era más amable con la piel, porque al ser menos invasiva el proceso de cicatrizado es mucho más amigable y más rápido que algunos tatuajes con maquina”.
– ¿Cómo relaciona esta técnica o trabajo con la carrera que estudió?
-“La verdad es que me costó mucho relacionarla al principio, o quizás no estaba tan atenta a eso, pero está directamente relacionado en mi obra, porque me di cuenta de que todo lo que aprendí, desde la teoría y desde la práctica, es lo que aplico todos los días, es algo pictórico.
Mi relación con los materiales es muy distinta, me interesa la calidad del pigmento, porque trabajo mucho con la teoría del color. Por ejemplo, en todos estos años he tenido como un proceso de investigación en mi trabajo, probando distintas marcas de tintas en un mismo color, para elegir el que mejor pigmenta y tiene mejor cicatrización e intento siempre utilizar las marcas que son más confiables dentro de la industria del tatuaje porque tienen más antigüedad, ahora, si sale una marca nueva con colores increíbles me cuesta confiar, porque prefiero comprobar la experiencia que puedan tener a través del tiempo.
En los últimos dos años se ha hecho evidente para mí que, mi formación académica, ha sido fundamental en mi carrera. Mi paso por la UPLA y lo que cada profesor y profesora aportó en mis años de estudio, me permitieron encontrar mi metodología de trabajo, el equilibrio en la autodisciplina, necesitar el cruce entre disciplinas para alimentar la creatividad, dar espacio al debate, a las sorpresas, a la investigación dentro de un proceso creativo y el siempre querer seguir aprendiendo.
Ahora soy más consciente de que, el haber estudiado el color en profundidad y tener alma de pintora, hizo que me enfrentara a las tintas de tatuar como si fuera óleo y no como esa pintura específica para hacer tatuajes, por eso creo que pude entender el material de otra manera, por ejemplo, si necesito más o menos fluidez, cuáles son los límites de mi pigmento, crear colores específicos cuando los necesito, poder trabajar con paletas reducidas y, por supuesto, entender qué tono es el adecuado para una piel u otra, o para lograr el resultado deseado”.
-¿Cuánto tiempo le dedica a un tatuaje handpoke?
-“Siempre es relativo, porque va a depender de la complejidad del diseño, su tamaño en centímetros y la ubicación que tiene en el cuerpo, más la técnica con la que voy a pintar. En mis piezas y en mi técnica, en particular, es difícil que en las obras que hago me demore menos de dos horas, a no ser que sean cosas muy pequeñas. Pero he hecho obras de 10 a 15 centímetros, con distintas complejidades en una jornada de cinco, seis, ocho y 10 horas. Y, en mi caso particular, utilizo una medida de aguja que es la segunda más pequeña, que mide 0,25 milímetros, entonces, el punto es muy pequeñito y la textura de la piel también influye, por eso es muy relativo. En promedio la mayoría de mis piezas las hago en tres o cuatro horas, pero el mínimo es de dos y el máximo de ocho horas, aproximadamente”.
– Su trabajo lo ha expandido internacionalmente ¿cómo ha sido esa experiencia?
-“Ha sido increíble y nunca lo imaginé como se ha ido dando cada nueva etapa. Me fui a estudiar a Barcelona un año, lo que me permitió moverme libremente dentro de Europa. Luego de haber vivido y viajado en otro continente, puedo comparar la realidad latinoamericana y chilena en el mundo del tatuaje. Me siento muy contenta de que en nuestro país, en particular, haya una variedad de gente que se dedique a esta técnica o que está aprendiendo, y la está llevando a más de un estilo (realismo, ilustración, geometría, ornamentos, color, etc). Por ejemplo, en otros países se concentra más en un estilo en particular y no se desarrolla más allá de todas las posibilidades que tiene, no porque no puedan, sino que todavía es algo ‘nuevo’ o en desarrollo y muchas veces al público le cuesta confiar en esta técnica manual.
Actualmente, el tatuaje permite moverte por el mundo, mostrar tu trabajo y tener nuevas experiencias al mismo tiempo. Se vive mucho compañerismo entre artistas, sin importar su procedencia y me pone contenta que podamos encontrar espacios amigables tan lejos de casa.
He recibido invitaciones y también he pedido que me reciban de visita. He estado en Argentina, España, Alemania, Francia, Dinamarca, Portugal y China. China fue la experiencia que más me ha tocado el corazón, porque fue una invitación formal de la dueña del estudio y ella fue una de mis primeras referentes cuando aprendí a tatuar. Entonces, esa invitación fue muy especial y tocó el centro de mi alma, lloré varias veces de emoción y gratitud en ese viaje. Me recibieron con mucho amor en su estudio, les admiro enormemente y les tengo mucho cariño”.
– ¿Cómo definiría su trabajo de tatuar manualmente sin máquina?
-“Particular, diferente, abstracto, porque desde adentro uno lo ve distinto a lo que ve la gente. Creo que mi trabajo no tiene una sola definición, técnicamente y desde la estética es abstracto, hay teoría del color, es minimalista y es experimental.
A diferencia de la pintura y la fotografía donde tengo libre acceso al lienzo, yo decido como trabajarlo. En cambio, en el tatuaje si la persona no está interesada en mi trabajo no tengo lienzo y no puedo hacer mis pinturas, entonces, yo dependo de esas personas; es un trabajo en equipo que requiere de mucha confianza en el proceso, conexión y comunicación entre ambas partes, además de la intimidad de una sesión.
Siento que mi trabajo no puede tener una definición absoluta, además que siempre está en constante cambio. Quizás me quedo con algo que me dijo mi profesor guía en la última tesis que trabajé y es que me veía como una científica, porque siempre estaba investigando, cuestionando, pensando, analizando y probando todo, experimentando.
También es una herramienta utilizada como medio de expresión por las personas que se tatúan, ya que hay gente que, a través de sus tatuajes busca sanar traumas, celebrar etapas, cubrir cicatrices y/o sentirse más cómodos con su cuerpo después de hacerse un tatuaje. Involucra un universo de cosas que abarca temas ideológicos, psicológicos, de autoestima, vulnerabilidad, para conmemorar fechas o personas importantes, coleccionar recuerdos, entre otras. De cierto modo, las personas son como una galería de arte en constante exposición, eso lo encuentro alucinante”.
– ¿Cómo se proyecta desarrollando esta técnica ancestral tan particular?
-“Me gustaría que se siga conociendo la técnica a nivel nacional e internacional, y que la gente entienda todo lo que involucra un proceso creativo. Eso igual tiene influencia de mi formación académica, porque nosotros como artistas, artesanos o creativos/creadores tenemos que pasar por muchas etapas más allá de lo concreto, el boceto o el resultado final de una obra, por ejemplo: lluvia de ideas, conceptualización de esas ideas, investigación, historia, justificación de las ideas, entre otras materias, es decir hay todo un aspecto teórico en nuestro trabajo y la verdad, aunque muchas veces la gente no lo sepa mi trabajo tiene varias cosas detrás.
Entonces, me gustaría compartir eso, si bien amo vivir del arte me gustaría derribar ciertos limites desde el elitismo, creo que eso tiene que ver directamente con nuestro deber de artistas de comunicar y de educar. Yo hago un trabajo abstracto, minimalista que es muy conceptual en un mundo donde todo es figurativo, pero eso tiene una razón de ser y la gente comenzó a confiar en ello, porque me dediqué a explicar y compartir mi proceso. A través de mis redes sociales compartía fragmentos de los correos con la idea de mis clientes, mi propuesta, los bocetos y el resultado final (como una línea de tiempo), así encontré una manera didáctica de explicar mi metodología.
Quisiera que la gente no tenga miedo de acercase al arte, de contemplarlo y disfrutarlo, de aprender. Hoy en día en el mercado del arte hay muchas guías de qué nos debería gustar o no. Se venden obras invisibles en miles de dólares y, luego, quienes están fuera de la elite entienden nada. No quiero que la gente en su día a día se sienta con temor a decir cuando algo no les gusta, quiero que entiendan que es válido que algo no les guste y es normal. Que no nos guste una pintura famosa no nos hace ignorantes, muy distinto es entender lo técnico y apreciarlo, pero tenemos la libertad de decir sí o no a algo”.
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Fuente: Rafael Aucapán Millaquipai, periodista Facultad de Arte