Reflexión de académico sobre el confinamiento y las emociones en la familia

Dr. Octavio Poblete, psicólogo.

“En el último tiempo hemos estado viviendo en carne propia un acontecimiento de alcance global que difícilmente pudiéramos haber imaginado hace tan solo unos cuantos meses atrás. De manera prácticamente repentina hemos tenido que afrontar un escenario más cercano a una película de ciencia ficción que a una emergencia sanitaria. Para muchos, las consecuencias de estos acontecimientos son insospechadas y constituyen un claro indicador de un nuevo momento en el proceso de globalización. Sea como sea, de lo que sí podemos estar seguros es que nuestra vida ha sido revolucionada por completo, encontrándonos confinados en nuestros hogares y teniendo que rediseñar gran parte de nuestra vida junto a quienes están más cerca de nosotros. Y así seguirá siendo, al menos durante el período que se prolongue el encierro.

Sin lugar a dudas, el principal objetivo de las familias de nuestro país es salvaguardar la vida de cada uno de sus integrantes, procurando seguir al pie de la letra las indicaciones para hacer frente a la pandemia. Sin embargo, éste no es el único desafío pues paralelamente han surgido otras problemáticas de naturaleza psicológica e interpersonal que suelen transformarse en profundos nichos de tensión, especialmente para las niñas y los niños. Nos referimos básicamente a los efectos emocionales de la emergencia y de la pandemia cuyos efectos sobre las familias ameritan un análisis que permita entregar orientaciones para hacerles frente de la mejor forma posible. Para lograr lo anterior, es fundamental dirigir la atención hacia aquellos aspectos que han tensionado a los hogares debido a esta situación, siendo posible visualizar cuatro áreas particularmente sensibles para las familias: el temor al contagio, la pérdida de estructura en nuestra vida, la incertidumbre por el futuro económico y el aumento de la proximidad interpersonal al interior del grupo familiar.

Antes de profundizar en cada una de estas áreas, es relevante señalar que las emociones son mucho más que reacciones puntuales ante las cuales no queda más que sentirlas. Se trata de eventos que contienen profundos significados para quien las experimenta pero que, sin embargo, nuestra cultura no nos enseña a valorizarlas, a reconocerlas, ni menos a utilizarlas en pos de nuestro crecimiento como personas. Las emociones se pueden describir como sensaciones corporales que contienen significados particularmente importantes para cada uno de nosotros. Si bien es cierto que la mayoría de las personas son capaces de identificarlas, gran parte de éstas ocurren fuera de la consciencia y pasan por nuestra vida sin que las notemos. Sin embargo, si hacemos un esfuerzo podemos ir aumentando nuestra capacidad para reconocerlas y enterarnos de lo que nos informan, independientemente de si éstas son de valencia positiva (como la alegría) o negativa (como la pena). A su vez, en la medida que progresamos en este proceso vamos flexibilizando la manera de interpretar nuestra vida, modificando ciertos significados o remplazándolos por otros que se ajustan de mejor forma a nuestra realidad existencial. Paralelamente, en la medida que avanzamos, naturalmente se despliegan recursos que nos permiten manejar de manera más satisfactoria estos estados mentales. Asimismo, dado que las emociones tienen un efecto sobre los demás y que los niños las perciben fácilmente, en la medida que progresamos en el aprendizaje mencionado podemos realizar una contribución nutritiva a su desarrollo emocional, por ejemplo, modulando aquellas emociones que pueden tener un efecto importante sobre ellos y ellas.

Pues bien, considerando las diversas emociones que han despertado la pandemia y el confinamiento, este material busca ser un apoyo para que las familias puedan afrontar de la mejor forma posible esta situación. A continuación nos detendremos en cada uno de las áreas sensibles que hemos señalado, describiendo brevemente sus aspectos principales, la manera en que éstas afectan a la familia y en diversas recomendaciones destinadas a proteger el bienestar emocional de los niños y niñas.

1. El peligro al contagio

Sin lugar a dudas, el área sensible más importante que aqueja a las familias es el peligro a ser contagiados, a enfermarse de Covid-19 y hasta morir, los cual suele producir emociones tales como la ansiedad, el temor, el miedo u otras. Al respecto, es importante destacar que este tipo de emociones son fenómenos mentales absolutamente beneficiosos pues nos impulsan a tomar las precauciones para disminuir los peligros. Además, es natural sentir emociones como el temor cuando nuestra integridad física está en juego. Si no temiéramos, no huiríamos, no buscaríamos resguardo ni tomaríamos precauciones y por lo tanto seríamos mucho más vulnerables. Emociones tales como las señaladas son como alarmas que nos protegen impulsándonos a buscar seguridad. A su vez, es importante considerar que estamos enfrentados ante una situación totalmente desconocida hasta ahora y sobre la cual recién estamos aprendiendo sobre qué hacer para protegernos. A diferencia de lo que ocurre con los temblores o terremotos frente los cuales sí hemos aprendido como nación a reaccionar y a ponernos a salvo, la pandemia es un fenómeno nuevo sobre el cual no hemos desarrollado mecanismos culturales para hacerle frente.

Sin embargo, estas emociones también se puede transformar en un problema, interfiriendo en nuestro funcionamiento habitual al impedirnos dormir adecuadamente, al quitarnos o aumentar el apetito, al paralizarnos, entre otros efectos. Cuando se está en ese estado suelen surgir de manera automática pensamientos irracionales o expectativas catastróficas de lo que puede llegar a ocurrir y solemos dar por cierto algo que solo existe en nuestra mente. Cabe destacar también que hay personas que se sienten atemorizadas fácilmente y nunca se les ha pasado por la mente que es posible aprender a manejar estas emociones. Es posible que los temores nos superen debido a que no hayamos aprendido hasta ahora a manejarlos adecuadamente. El manejo de las emociones es una habilidad que se aprende y, por lo tanto, quienes no lo han logrado pueden hacerlo si se lo proponen. La principal estrategia consiste en atender a lo que se siente en el cuerpo cuando se está atemorizado y va acompañada de otra habilidad cual es atender a lo que se está experimentando en tiempo presente. No obstante, pese a lo que intuitivamente se pudiera suponer, no es un aprendizaje simple y requiere tiempo y bastante dedicación para ir avanzando. Además, generalmente requiere de apoyo. El manejo de emociones es una habilidad, tal como lo es manejar un auto, jugar pimpón o bailar salsa que, como toda habilidad, exige esfuerzo y disciplina.

Pero, ¿qué podemos hacer por mientras que desarrollamos esta habilidad a fin de superar el temor al contagio y a la muerte? Aunque parezca obvio es necesario plantearlo: lo central es informarse y entender bien cómo se produce y se propaga la enfermedad. El desconocimiento de un evento que de alguna forma nos afecta negativamente nos produce ansiedad, preocupación y temor. Y el desconocimiento de un evento que nos amenaza de muerte nos produce pánico. Conocer la manera sobre cómo funcionan las cosas nos otorga seguridad. Y la ciencia es experta en poner a nuestra disposición explicaciones que permiten manejar diversas variables de la vida. De manera que informarse sobre aspectos tales como las causas y efectos de la enfermedad, sobres las vías de contagio y sobre cómo prevenirlo constituye una buena estrategia. Existen muchísimos videos explicativos, artículos disponibles en la web así como en diarios, revistas y otros medios impresos que explican detalladamente los aspectos mencionados. En la medida de que entendemos bien cómo funciona la enfermedad las ideas irracionales pueden ser contrarrestadas significativamente. Por último, si pese a haber realizado lo que hemos recomendado, los temores siguen perturbándole de manera significativa, le aconsejamos recurrir a una o un especialista que le brinde una orientación más detallada.

¿Cómo afecta esta situación a mis hijos?

Por el nivel de desarrollo en que se encuentran, las y los niños requieren sentirse seguros. Así como es fundamental entregarles una buena alimentación para propiciar que crezcan físicamente fuertes y saludables, la seguridad constituye un excelente tónico para que ellas y ellos se desarrollen psicológicamente bien. Uno de los principales aportes de la psicología contemporánea ha sido mostrar el efecto que tienen un buen soporte de seguridad para el desarrollo psicológico. De manera que esta situación de amenaza e incertidumbre generada a partir de la pandemia puede provocar que se sientan inseguros y demanden, de manera abierta o implícita, más apoyo y contención de lo común.

¿Qué puedo hacer por ellos?

En primer lugar es importante tomar consciencia de que a las niñas y los niños les afectan nuestros temores. Los adultos constituyen su base de seguridad más importante y resulta difícil esperar que los niños se sientan confiados ante la pandemia si los adultos que viven con ellos se encuentran temerosos ante esta situación. A su vez, los niños son particularmente perceptivos y se dan cuenta fácilmente de los que sentimos. Ellos ven mucho más allá de lo que comunicamos con las palabras. Por tanto, para ocuparse adecuadamente de ellas y ellos es fundamental que los adultos se sientan lo más seguros posible y, para ello, es prioritario que los adultos sigan las recomendaciones que hemos entregado más arriba.

En segundo lugar, es importante lograr una buena estimación sobre cómo se están sintiendo ellas y ellos en esta situación, observando de su comportamiento. Puede ocurrir, por ejemplo, que ellos se muestren particularmente aprensivos, apegándose más de la cuenta a los adultos que los tienen a su cargo. Asimismo, es posible que se pongan más silenciosos o más inquietos, o notemos alteraciones en la calidad de su dormir, variación en su apetito o en su estado de ánimo o también, a través de sus reacciones frente a situaciones como noticias o conversaciones sobre la pandemia. Es recomendable armarse de una impresión sobre el nivel de preocupación que esta emergencia les está provocando pues muchas veces, los niños no expresan sus temores abiertamente ya sea porque no los notan, porque éstos los paralizan o simplemente porque no se atreven a expresarlos.

En tercer lugar, e independientemente del diagnóstico que acabamos de sugerir, es fundamental conversar con ellos sobre lo que estamos viviendo, sobre lo que es una pandemia, sobre cómo se contagia el Covid-19 y sobre las cosas que hay que hacer para evitarla. Es recomendable en dicha conversación utilizar expresiones y palabras sencillas, enfatizando aquellos aspectos que les brinde seguridad.

En cuarto lugar, es importante seguir las instrucciones que se entregan a la ciudadanía y, a su vez, mostrarles a los niños que uno las está cumpliendo, pues de esa forma no solo se resguardan la propia salud sino que se entrega un mensaje potente en términos de que quienes están a cargo están tomando todas las precauciones para brindarles el máximo de seguridad.

2. Pérdida de estructura en nuestra vida

Aunque no nos demos cuenta fácilmente, el ambiente ordena nuestros comportamientos, estructurando nuestros tiempos y nuestros espacios. Por ejemplo, el trabajo nos impone una hora de llegada y de salida, nuestra vivienda tiene lugares específicos para dormir, para alimentarse, para conversar, etc. El período de confinamiento y la suspensión de actividades que regularmente realizábamos antes de la emergencia han alterado este orden proporcionado por el ambiente y la cultura. Los horarios y el uso de los espacios se han visto trastocados. Por ejemplo, como no es necesario llegar temprano al trabajo nos acostamos más tarde y nos levantamos más tarde, trabajamos en el comedor sin limitaciones horarias, nos llevamos la cena para el dormitorio o las horas del desayuno varían diariamente. Y, dado que las cosas han perdido su orden resultan menos previsibles, generándose una situación de inestabilidad potenciada por la situación general de incertidumbre que estamos viviendo por la pandemia. El orden familiar y del mundo han sido alterados y, por consecuencia, nuestra mente también se ha visto afectada, provocándonos muchas veces malestar, irritación o ansiedad. Además, dicho desorden facilita el surgimiento de conflictos entre quienes viven bajo el mismo techo, impactando directamente sobre la atmósfera relacional de la familia.

¿Cómo afecta esta situación a mis hijos?

Para entender este escenario es importante tener en cuenta que la estabilidad emocional es una condición que se construye con apoyo del ambiente, a veces de manera implícita y otras veces de manera explícita. Las personas no nacemos con la capacidad de autorregularnos. Si una lactante tiene hambre requiere de otra persona que lo alimente o si tiene frío que la abrigue. Algo similar ocurre a nivel emocional y si los adultos cuidadores son diestros en el dominio de sus afectos, muy posiblemente también lo serán en enseñar a las niñas y niños a su cargo a regularse a sí mismos en esta área. Ellas y ellos aprenden a regularse emocionalmente con el apoyo de su entorno más inmediato y de sus cuidadores, y los resultados de dicho proceso tienen consecuencias significativas para la vida adulta. Es importante considerar además que dicho proceso se complejiza en el caso de aquellas niñas y niños más impulsivos o inquietos que otros y también se complejiza cuando los padres carecen de las competencias señaladas.
Dado que lo niños están en pleno proceso de desarrollo psicológico los mecanismos de autorregulación no se encuentran consolidados. De ahí que la incertidumbre sea una fuente importante de ansiedad, preocupación e inseguridad en ellos. Las alteraciones en los hábitos y rutina provocan que su mundo se haga inseguro e impredecible. Los niños y niñas requieren estabilidad, y cuando su vida cotidiana se ve alterada es fácil observar diversos tipos de alteraciones. Ellos son como veletas ante el viento, y aspectos como su ánimo, su comportamiento y sus emociones, fluctúan fácilmente con las alteraciones del ambiente. Además, es razonable estimar que la incertidumbre y la atmósfera general de temor fruto de la pandemia movilice en ellos demandas por seguridad, haciendo que en muchos casos de ellos se muestren particularmente sensibles y preocupados por lograr cercanía física con sus cuidadores adultos.

¿Qué puedo hacer por ellos?

Es conveniente generar un orden al interior del hogar en estrecha coordinación con los demás miembros de la familia. Es recomendable establecer tiempos para las diferentes actividades hogareñas como para levantarse, almorzar, cenar y acostarse. Asimismo, es conveniente tener presente tales horarios en un lugar donde todos los puedan ver y reforzar diariamente esta rutina. Considere además dentro de este orden el tiempo de uso de dispositivos electrónicos. La literatura especializada recomienda no más de dos horas diarias para uso recreativo. Asimismo, señala que cuando las familias establecen medidas de control el tiempo de uso estos artefactos es efectivamente menor. Sea sistemático en la implementación de esta estructura. Es muy posible que en un principio sea difícil que las personas se organicen con esto. Sin embargo, si se realiza un esfuerzo constante se observarán avances en el curso de los días.Finalmente, es importante destacar que es conveniente implementar este ordenamiento de manera cariñosa y no punitiva. No se trata de establecer un régimen militar que termine estresando a todos más de lo que ya se está fruto de la emergencia. El objetivo de generar un orden es tranquilizar, no alterar más. En esta misma línea, procure ser flexible cuando las situaciones así lo ameriten. Es importante destacar además que no se trata de que una vez establecidos los horarios esperemos pasivamente que los más pequeños los cumplan religiosamente. Se trata de un aprendizaje y por tanto es necesario de acompañar dicho proceso generando las condiciones propicias para que cada actividad se realice en su tiempo y de manera adecuada. Así por ejemplo, no es posible esperar que los niños se acuesten a la hora acordada si en esos momentos existe mucho ruido o hay mucha luminosidad en casa. De la misma forma, es importante que los adultos avisen de las actividades que se aproximan y que procuren que las condiciones y los elementos necesarios estén dispuestos para realizarlas. Por ejemplo, si entre 11 y 12 habrá hora de tareas, es recomendable avisar con antelación que dicho momento se acerca y recordar a los mismos niños la necesidad de que vayan preparando el espacio y que busquen los materiales escolares necesarios.

3. Incertidumbre por el futuro económico

La pandemia no solo ha puesto en jaque nuestra salud sino que además ha traído como consecuencia un duro golpe al bolsillo. La incertidumbre laboral o la pérdida de empleo han golpeado fuertemente sobre todo a aquellas personas que tienen a su cargo a otras personas. La posibilidad de no tener sustento atemoriza porque pone en juego la sobrevivencia propia y de la familia. A su vez, quedar sin trabajo suele influir fuertemente sobre la autoestima. Contar con empleo hace sentir a las personas competentes y útiles, y por el contrario, no estarlo, suele hacerles sentir incompetentes, desanimadas o incluso deprimidas. Se trata sin duda de una situación angustiante, más aun en un país donde el sistema económico y político estimula la competencia muy por sobre que el apoyo mutuo.

Sin embargo, es importante considerar que al tratarse de un problema directamente relacionado con la pandemia, se espera que una vez que ésta sea superada la economía se reactive y se abran oportunidades de trabajo. Por tanto, es razonable pensar que en poco tiempo más el panorama comenzará a mejorar gradualmente. Por otra parte, los apoyos gubernamentales y no gubernamentales para afrontar esta crisis constituyen un aliciente. Asimismo, dado que es un problema generalizado, la población está sensible y disponible para ofrecer apoyo.

¿Qué puedo hacer?

En primer lugar, es importante no desanimarse más de la cuenta y cultivar la fuerza de voluntad aun cuando el ánimo decaiga. En segundo lugar, es muy común que las personas se aíslen al perder el empleo lo cual evidentemente termina agravando el problema. Piense que lo más importante para recibir ayuda u obtener un empleo es que los demás sepan de su situación. Movilícese en buscar de ayuda. Póngase en contacto vía teléfono o correo electrónico con sus contactos, incluso si durante el último tiempo se ha alejado de ellos. También, contacte instituciones que ofrecen ayuda (pe., municipalidad, junta de vecinos, Ong’s, otros). Ofrezca sus servicios, elabore o mejore su currículum y envíelo a la mayor parte de lugares posibles. Propóngase metas de este tipo, genere un plan de acción y vaya cumpliéndolo semanalmente. Y en la medida que vaya avanzando propóngase nuevas metas.

Por otra parte, es importante estar alerta ante síntomas depresivos como ánimo muy bajo, incapacidad de sentir placer por las cosas, alteraciones importantes en el dormir y en la alimentación, irritabilidad, entro otros. En dicho caso, es importante recurrir a un profesional (psicólogo clínico o psiquiatra) puesto que existen tratamientos de alta efectividad para este cuadro. Recuerde que uno de los principales obstáculos para salir de un estado depresivo es justamente no buscar ayuda debido a que no se tiene ánimo para hacerlo.

¿Cómo afecta esta situación a mis hijos?

Es muy frecuente que con el fin de evitar que los niños puedan sentirse afectados por este tipo de situaciones, los adultos intenten ocultarles lo que está ocurriendo. Sin embargo, dicha estrategia suele fallar puesto que los niños captan con facilidad lo que ocurre en su hogar. Muchas veces ellos notan generalmente de manera no consciente cuando los adultos están en problemas y, por lo tanto, pueden llegar a sentirse nerviosos y atemorizados sin que necesariamente “sepan” los motivos de por qué se sienten así, todo lo cual termina tensionando aún más la atmósfera familiar. Por tanto, como señala el dicho, en situaciones como éstas “el remedio puede ser peor que la enfermedad”.

¿Qué puedo hacer por ellos?

Por regla general, la vida familiar es un espacio en que las personas comparten no solo sus satisfacciones, proyectos e ilusiones sino que también las diversas dificultades, encontrando o construyendo junto a los demás los recursos necesarios para hacerles frente a éstas. La familia es en sí misma es una fuente de resiliencia en la medida de que existe una comunicación sana y abierta. De manera tal que no es una buena idea intentar hacer de la familia una burbuja que aísle a sus integrantes de los rigores de la vida. Por el contrario, es deseable que ante los problemas que hemos mencionados los adultos expliquen con palabras sencillas a los más pequeños la situación por las que se está atravesando. Asimismo, es recomendable entregar un mensaje esperanzador informándoles también de manera simple el plan que se tiene para superar las dificultades. Se sugiere además que dicho mensaje valorice el hecho de estar juntos y sanos en estos momentos.

4. El aumento de la proximidad en el grupo familiar

Todos disfrutamos estar cerca de nuestros seres queridos, sin embargo, no estamos acostumbrados a pasar tanto tiempo junto a ellos. El confinamiento influye en las relaciones familiares, pues fruto de éste la frecuencia e intensidad de las interacciones aumentan ostensiblemente. Sin embargo, es razonable suponer que si las relaciones de una familia son nutritivas el encierro no las afectará mayormente e incluso es posible que éstas se vean fortalecidas. Aunque también puede ocurrir lo contrario y que la situación de encierro influya negativamente, más aun si las relaciones ya estaban deterioradas. Por otra parte, tampoco es descartable que aquellas relaciones que venían mal desde antes del confinamiento salgan favorecidas después de haber transitado por éste. Todo depende de cómo se viva el proceso.

El estado general de alarma que estamos viviendo, las diversas restricciones impuestas sobre nuestro comportamiento y el aumento en la frecuencia de las interacciones familiares son factores que evidentemente propician el surgimiento de tensión. A su vez, es sabido que el incremento de tensión en un grupo termina exacerbando los rasgos más problemáticos de personalidad como el autoritarismo, el mal genio, el nerviosismo u otros. En este sentido, no es extraño que bajo estas circunstancias recrudezcan los conflictos familiares, sean de pareja, entre padres e hijos, entre hermanos u otros, todo lo cual, además, puede dar pie a la expresión de patrones de maltrato o violencia. Sin embargo, es importante destacar que en la medida que las personas abordan sus diferencias de manera asertiva y empática, éstas no solo se resuelven favorablemente sino que incluso las mismas relaciones pueden terminar siendo fortalecidas al largo plazo. Y para ello, es fundamental considerar en dicho diálogo aquellos que nos dicen las emociones, pues éstas siempre anidan un significado relevante para nosotros. Cabe destacar que se trata de significados que surgen de sensaciones corporales y no del pensamiento o de la actividad intelectiva o reflexiva y, por tanto, se trata de un tipo de conocimiento totalmente alejado de nuestra tradición cultural que la psicología humanista ha venido relevando desde hace casi ochenta años. Un conocimiento que cuando se cultiva conduce necesariamente a mayores niveles de autoconsciencia y compasión. Es en este sentido que es posible afirmar que el amor no es un estado definitivo o final sino un proceso constante y dinámico que se construye a través del esfuerzo diario y mutuo con aquellas personas que nos rodean.

¿Qué puedo hacer?

Es importante tomar consciencia que estos problemas de fricción en la familia se explican por el aumento de contacto interpersonal fruto del confinamiento, y por tanto, es absurdo buscar responsables al interior de está. Aunque no lo hayamos notado, las relaciones humanas en general son difíciles. Están llenas de impurezas y escollos. Sin embargo, estas dificultades se hacen aún más complejas por el hecho de estar encerrados. Es necesario hacer un esfuerzo adicional para mantener la calma y abordar los conflictos con serenidad. Al respecto, vale la pena señalar que el cultivo de estados mentales como la autoconciencia, el amor o la compasión constituye un nicho interés creciente en la psicología contemporánea.

Por otra parte, hay que tomar en cuenta que las emociones están íntimamente ligadas al cuerpo, experimentándose como sensaciones de manera consciente o no consciente. Las emociones son estados mentales muy tangibles y, por tanto, una forma viable de despojarnos de la tensión es a través del mismo cuerpo. En este sentido, resulta recomendable realizar actividades físicas como ejercicio o bailar. O en el caso de no tener suficiente espacio, realizar actividades que exijan menos despliegue pero que igual involucren actividad corporal como los trabajos manuales propios de una casa; o bien, canalizar la energía a través de la actividad expresiva como dibujar, pintar, cantar u otros.

Finalmente, por muy comprensible que sea el surgimiento de tensiones y conflictos al interior de la familia bajo estas condiciones, el comportamiento debe tener un límite claro cuando los derechos de otras personas son vulnerados. En caso de que se produzcan problemas de violencia es importante realizar las denuncias respectivas inmediatamente.

¿Cómo afecta esta situación a mis hijos?

Las emociones de las y los niños son absolutamente influenciables por los contextos relaciones en los cuales se desarrollan. De tal forma que si al interior de la familia existe una buena relación muy probablemente ellas y ellos estarán bien. Sin embargo, dado que el confinamiento puede afectar negativamente las relaciones, es posible que ellas y ellos puedan volverse oposicionistas, sensibles e irritables, lo cual puede alterar más de la cuenta a los adultos. Asimismo, dado que la autonomía de los niños se encuentra en pleno desarrollo, la presencia de los adultos en casa tiende a revertir las dinámicas que en dicha dirección son fomentadas regularmente a través de su asistencia a los jardines y escuelas, propiciando durante el encierro un comportamiento particularmente demandante y apegado.

Por último, es importante destacar que las y los niños suelen buscar diversión y novedad lo cual suele verse muy restringido por el confinamiento. Por lo mismo, el uso de aparatos electrónicos puede aumentar abruptamente por lo que es recomendable dosificar su uso. Bajo estas circunstancias, el aburrimiento surge reiteradamente durante el encierro, activando constantemente quejas y demandas de los más pequeños para que los entretengan. Sin embargo, es necesario comprender que el aburrimiento es más una oportunidad que un problema, puesto que dicho estado tiende a movilizar recursos internos como la creatividad y la exploración, y por tanto, los esfuerzos por satisfacer tales demandas por parte de los adultos resultan ser más un obstáculo que un beneficio para el desarrollo cognitivo de niñas y niños. Es más, en la medida que se responde de manera automática y complaciente ante tales demandas se impide una de las habilidades emocionales más importantes para la vida cuál es el manejo de la frustración.

¿Qué puedo hacer por ellos?

Sin lugar a dudas lo más importante es importante es realizar un esfuerzo por abordar los conflictos entre adultos de manera privada o si se hace abiertamente, tener especial cuidado hacerlo de buena forma. Asimismo las sugerencias para descargar tensiones que hemos señalado más arriba son fundamentales. Lo lógico es que los niños participen también de éstas. En esta misma línea, es absolutamente recomendable incorporar hacer ejercicios, jugar y bailar con ellos. Asimismo, puede incorporar actividades hogareñas como cocinar, jardinería o huerta u otras manualidades. Dese el tiempo para hacerlo. Defina uno o dos horarios de treinta minutos semanales cada vez. Manténgase firme en ese tiempo. Luego de realizarlas estimule a que ellos sigan por su cuenta en dichas actividades. Sin dispositivos electrónicos. Una cosa importante: no los obligue a nada, ofrézcale alternativas. Finalmente, otra recomendación: medite e invite a los niños a hacerlo con usted. Existen diversos tutoriales en internet. La meditación es lejos una de las prácticas más recomendadas hoy en día sobre cuyos efectos positivos para el bienestar existe una enorme evidencia empírica. Esta recomendación es particularmente pertinente para los días que vivimos puesto que se ha visto que esta práctica influye favorablemente sobre nuestro sistema inmunológico, constituyendo un poderoso escudo para hacer frente a las enfermedades.

Para finalizar, deseamos destacar que en ningún caso hemos pretendido ignorar la enorme complejidad del escenario que estamos viviendo, ni tampoco agotar la revisión de los innumerables factores relacionados con éste tales como las diferencias sustantivas en las condiciones de vida entre nuestros compatriotas, en su acceso al sistema de salud y educación, entre otros. El análisis que hemos realizado solo ha aspirado a constituir un aporte para que las familias y para quienes trabajan con familias puedan enriquecer sus esfuerzos destinados a afrontar el confinamiento, relevando el papel de la emocionalidad y la vida afectiva pues estamos convencidos que esta dimensión constituye el aspecto central de la vida humana”.

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