Plataforma sobre teatro en campos de concentración de cinco regiones del país se presentó en la UPLA

Inspiradas por la épica del desierto y la cultura pampina, pasando por el folclor del puerto de Valparaíso hasta la oscuridad de la Patagonia habitada por personajes como Barnabas Collins y Frankenstein, las artes escénicas sirvieron a presos y presas políticas para sortear la detención, tortura e incertidumbre al interior de los campos de concentración en Pisagua, Chacabuco, Ritoque, Melinka-Puchuncaví, Tres Álamos e Isla Dawson durante los primeros años dictatoriales.

A través de extractos de entrevistas, fotografías, bocetos, dibujos y material documental, estas experiencias están contenidas en la plataforma inédita ANTECO, Archivo Nacional del Teatro Concentracionario, cuyo lanzamiento en Valparaíso se realizó en la Biblioteca Central de la Universidad de Playa Ancha (UPLA) en un encuentro con los investigadores teatrales Corentin Rostollan-Sinet (UCH) y Lorena Saavedra González (UPLA).

Así, la instancia moderada por Verónica Sentis Herrmann (UPLA), coordinadora del Doctorado en Artes Integradas de esta casa de estudios, sirvió para dialogar sobre distintas actividades teatrales, como happenings, musicales y teatro de títeres, entre muchos otros hitos representativos del ánimo de camaradería, creatividad colectiva y resistencia que, además, se distinguen de las experiencias registradas en los campos de concentración soviéticos y nazis.

“Una de las singularidades absolutas del caso chileno en comparación con experiencias de teatro  concentracionario en los campos soviéticos y del nazismo, es que este teatro estaba autorizado por el mando militar”, expresa el investigador principal, Corentin Rostollan-Sinet, “y esta es una diferencia notable porque esto significa que no es clandestino, sino una práctica autorizada, visible, semipública para el mando militar”.

Asimismo, otro elemento de interés es cómo, con campos distantes entre sí con Pisagua en la región de Tarapacá, Chacabuco en la región de Antofagasta e Isla Dawson en la región de Magallanes, estas prácticas surgen casi simultáneamente. Al respecto, la académica UPLA del Departamento de Artes Integradas y co-investigadora, Lorena Saavedra González, sostiene que “esto obedece a una serie de factores que uno de ellos, creemos, está relacionado con la relevancia que tuvo el arte y la cultura durante los gobiernos populares en Chile, especialmente, durante la presidencia de Salvador Allende, cuando las expresiones artísticas formaban parte de la vida cotidiana de hombres y mujeres independientemente de su clase social”.

Esta historia del teatro como práctica artística y social con antecedentes en el mundo obrero, estudiantil y poblacional, se refuerza, además, con la detención de artistas de distintas áreas, como músicos, poetas, escritores, actores y actrices, que comprendían el arte como un medio de para preservar la humanidad ante la brutalidad e incertidumbre del encierro.

Este punto tiene un cariz distintivo en el espacio de detención exclusivo para mujeres en Tres Álamos ya que, aunque el valor terapéutico de estas acciones trasciende al género, “podría decirse que en el caso de las mujeres, la función social y emocional adquiría un peso más relevante, más destacado, y esto se infiere tanto por las formas
específicas de violencia que sufrieron las mujeres, violencia política sexual entre una de ellas, como la convivencia con niñas, niños y mujeres embarazadas en esos recintos, lo que implicaba la necesidad de mantener un estado anímico más equilibrado para poder acompañar y cuidar a los más pequeños”.

Estos hallazgos, así como apartados que sirven de marco teórico y conceptual para abordar la historia, cronología y temporadas concentracionarias, se encuentran disponibles de manera pública para dar cierre al proyecto “Fenómeno teatral concentracionario en Chile (1973-1976), reconstrucción, descripción y análisis de las temporadas teatrales en siete campos de concentración chilenos”, financiado por el Fondo de Desarrollo de las Artes Escénicas del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.

Fuente Constanza Lobo Sánchez, periodista de la Vicerrectoría de Investigación, Postgrado e Innovación UPLA.

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