Académica de la Facultad de Ciencias Sociales, Lilian Vergara Araya: “Inmersivas no es una historia de personas, es una historia colectiva”

¿Cuándo aparecen las mujeres en la educación en Chile? ¿Hay un hito único, o bien, hay múltiples acciones privadas y públicas simultáneas que permiten que las mujeres puedan estudiar? La experiencia “Inmersivas: descubriendo a las mujeres en la educación chilena”, iniciativa ganadora del Concurso de Ciencia Pública 2023 del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, se inclina por lo segundo.

“A propósito de mirar archivos de la vida personal y tener inquietudes respecto a las mujeres que nos han permitido llegar hasta acá, coincidimos muchas de nosotras que las nuestras no fueron familias que hayan accedido a la educación superior”, comenta la directora del proyecto y académica del Departamento de
Mediaciones y Subjetividades de la Facultad de Ciencias Sociales, Mg. Lilian Vergara Araya, “entonces surge de ahí, de esa emoción de gratitud hacia esas mujeres que nos han permitido tener otra vida”.

De esa manera, Inmersivas se sitúa desde una realidad histórica que integra las conexiones, vínculos y ayudas mutuas que posibilitaron que las mujeres, formal e informalmente, institucional y popularmente, hicieran un mundo para sí, para los suyos y para las próximas generaciones, a través de la educación.

Del duelo a la historia viva: el desarrollo de la exposición

En el Museo Histórico de Placilla, Inmersivas se materializó en una galería interactiva y una cápsula audiovisual inmersiva abierta al público desde octubre del 2024 hasta marzo del 2025. La galería, por una parte, desde su geolocalización (a través de la APP Lazarillo), recursos hápticos e interpretación en lengua de señas chilena, incorporó elementos inclusivos para disponer cifras, fotografías y elementos interactivos como ilustraciones para colorear y objetos para oler.

Por otra parte, la cápsula interactiva situaba a las personas en la narración verbal, visual y sonora de nueve escenas que recorren distintos momentos de la educación chilena y el impacto de estos momentos en las mujeres. De esa manera, la primera escena ocurre en una escuela rural donde la profesora frente a los y las niñas ilustradas, así como las personas sentadas, pregunta “¿quieren conocer a las mujeres que han hecho posible que hoy estemos aquí aprendiendo y enseñando?”.

-¿Cómo es el proceso de creación de Inmersivas?

“Es de bastantes sinergias. Cuando leí las bases me imaginé el proyecto pero claramente era consciente que no tenía todas las habilidades para que se materializara, entonces ahí llamé a Ghimel [Arriagada, coordinadora general de Inmersivas] y a Carla [Pizarro, directora creativa de Inmersivas]. De hecho, antes le pregunté a algunas personas, oye, ¿esto se puede hacer, no se puede hacer? Y medio que me dijeron que era costoso, que mejor hiciera video mapping, que era muy difícil hacer lo que finalmente hicimos que es esta cápsula  inmersiva con proyecciones a paredes y piso”.

-En ese sentido, ¿qué tanta claridad tienen de la forma de la propuesta?

“Toda. Tuvimos que tener toda esa claridad porque en la postulación necesitábamos entregar un adelanto. Te hablaba de esta sinergia porque nos juntamos las tres en un café, acordamos que íbamos a postular y ese mismo día nos reunimos con el Museo de la Educación. De hecho, en ese café salió el nombre del proyecto y la primera gráfica, porque mientras hablábamos Carla dibujaba en su tablet, y esa fue nuestra referencia para toda la postulación y los primeros meses de ejecución”.

-Y en relación al vídeo de la cápsula inmersiva, ¿cómo se construye?

“En ese entonces hicimos un adelanto que llamamos espíritu del proyecto y es un texto poético que escribí y que Carla animó. Es muy bonito porque tiene fotos públicas de mujeres en distintos contextos y dice cómo “cambiamos la educación cuando una mujer es la primera profesional de su familia”, “cuando denunciamos el acoso” y “cuando nos encontramos con otras mujeres”. Cosas de esa línea que se relacionan con ese origen que es la gratitud porque de verdad está conectado con esa emoción. Es una cuestión muy personal y para mí, porque yo creo que para todas es diferente porque todas conectamos con algo de nuestra biografía, tiene que ver con el duelo de mi mamá”.

-¿De qué manera?

“Esta reflexión apareció en el momento de su funeral donde mucha gente nos decía que el mayor orgullo de mi mamá era que mi hermano y yo fuésemos profesionales. Y aunque siempre me ha interesado la historia de las mujeres en la educación, eso lo traía previamente, lo que hice fue conectar ese interés con mi biografía y con este proceso de duelo. El origen formal fue en ese café en que estábamos las tres con Ghimel y Carla, y ahí se transformó en algo que dejó de ser sólo mío”.

Una historia y experiencia colectiva

Aunque podemos reconocer a la abuela, tía y madre de la académica en una de las escenas, también podemos reconocer a las integrantes del equipo siendo niñas y escolares, es decir, es un proyecto que crece en voluntades y cuyas historias se van superponiendo tanto en el transcurso del proyecto, en las distintas labores que realizan los y las cincuenta integrantes, como en su puesta en escena y la recepción de sus más de mil visitantes.

La cápsula y el vídeo que se proyecta inmersivamente, por ejemplo, se construye a través de un ejercicio que convoca a estudiantes de las carreras de Psicología, Sociología, Pedagogía en Educación Diferencial y Periodismo, así como al resto de integrantes del equipo creativo. De esa manera, realizaron revisiones y fichas bibliográficas, definieron contenidos a divulgar y construyeron veinte categorías como “docencia como extensión del rol de cuidado” y “rol de la prensa femenina en la educación de las mujeres” que permitieron la construcción de estas nueve escenas.

-Este ejercicio de identificación que ocurre al interior del equipo, ¿ocurre también en las personas que van a la exposición?

“Sí, conecta con un montón de otras historias y eso hace que las personas se sientan parte de la experiencia. Esa vulnerabilidad y esa sensibilidad es la fortaleza de Inmersivas, y la gente lo reconoce. Mediando algunas visitas pude ver a mujeres de noventa años que decían, muy emocionadas, que no terminaron el colegio pero que se sentían orgullosas de sí mismas y de su descendencia. ¿Qué le iba a decir yo a ellas, si ellas lo habían vivido?”.

-Construir así esta historia, desde los anonimatos, ¿fue una decisión?

“Desde siempre, desde el día uno. No estaba tan clara la decisión de no enlistar personajes, pero eso se termina cerrando cuando nos reunimos con el Museo de la Educación y Fernanda [Martínez, profesional de Desarrollo Institucional del Museo de la Educación] nos pregunta, ya, ¿pero ustedes lo que quieren es un listado de personas, de mujeres que fueron importantes en la educación? Porque hay muchas mujeres que no están en esos listados. Así que esos créditos van a Fernanda. De hecho, fue parte de los pies forzados que pusimos para crear el
guión [y por eso] Inmersivas no es una historia de personas, es una historia colectiva”.

-Y en esa línea son diversos los símbolos que nos muestran, ¿hubo alguna escena más difícil de escribir que otras?

“La escena de la escuela rural, la primera, y de la olla común, al final. Había contenidos que no sabíamos cómo meter, cómo narrar. La prensa de mujeres no sabíamos a cuál escena, de qué manera y con qué diálogo incorporar, pero encuentro que quedó preciosa porque conecta con las organizaciones de mujeres. La olla común refleja otras cosas, también, refleja la migración campo- ciudad, el proceso de masificación de la educación en Chile pero también el contexto de extrema pobreza de las familias que no podían acceder a la educación, las escuelas pobladoras. Muchas familias no encontraban colegios, o no tenían plata, entonces creaban sus propios colegios y eran mujeres [quiénes lo hacían]. Toda la línea de educación popular está puesta ahí”.

Además de este cuidado historiográfico también hay cuidados de accesibilidad, ¿en qué momento van incorporando estos criterios de inclusión?

“El diseño original siempre contempló medidas de accesibilidad, lo que pasa es que después se sumaron otras. Se hicieron cambios. No había galería, por ejemplo, entró cuando estábamos en proceso de ejecución y también decidimos sumar audífonos, lo que reduce la cantidad de personas dentro de la cápsula”

En esta galería había un pupitre con un libro de clases en el que podíamos escribir, había torpedos, ilustraciones para colorear y más, ¿cómo surge todo eso?

“Es puro mérito de Andrea [Aburto, museógrafa y diseñadora de Inmersivas] y de Sandra [González, asesora de inclusión de Inmersivas]. Había cosas que hablábamos como equipo, Sandra nos ponía el pie forzado y Andrea lo tomaba. La galería es mucha creatividad de ambas”.

-¿Qué referentes tenían para esta construcción?

“No sé si teníamos un referente teórico, pero sí humano. Tenemos colaboradoras que tienen alguna discapacidad y que nos han retroalimentado todo el proceso. Una de ellas es Mariela Pérez, que es profesora de educación básica de la UPLA. Ella tiene una discapacidad visual y, no sé, cuando tocaba las impresiones en 3D, las ilustraciones táctiles, era increíble. Nos decía: es una joven con blusa, es estudiante. Entonces, si bien hay un compromiso y una convicción, que es algo que puede ser etéreo, aquí ese compromiso tenía un rostro, porque queríamos que ella fuera y que ella lo disfrutara”.

-Cuando ya terminó la exposición y el proceso de desmontaje, ¿qué sientes frente a esa circularidad del proyecto?

“Me siento muy orgullosa de las personas del equipo. Ninguna de estas conversaciones con los visitantes hubiese ocurrido si no se hubiese hecho un buen trabajo, y se hizo un buen trabajo porque hay un equipo creativo competente, riguroso y creativo. También me siento conmovida siempre. Cómo eso me devuelve mi propia historia. Me hace sentir que lo que hacemos es importante y que sí se podía. Me da curiosidad saber qué otras formas podrían tener este tipo de experiencias”.

-Y sobre eso, ¿qué depara el futuro de Inmersivas?

“Nos han escrito mucho para preguntarnos dónde vamos a itinerar. Lo cierto es que no tenemos dinero y estamos evaluando fuentes de financiamiento externo, mientras tanto queremos cerrar el proyecto, guardar y descansar”.

Equipos del proyecto

Fuente: Constanza Lobo Sánchez, periodista de la Vicerrectoría de Investigación, Postgrado e Investigación.

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