El nudo dramático de “Adolescencia”, la serie del momento en Netflix, comienza a desenredarse a medida que el relato se introduce en las interacciones digitales de los personajes que estudian en la escuela secundaria ubicada en Sheffield, Inglaterra. En esas interacciones, un signo, el corazón rojo que se envía por distintas aplicaciones, toma un rol importante en la trama.
Algo parecido sucede en el ámbito judicial criollo, con los corazones rojos que Manuel Monsalve dice haber recibido a través de plataformas de mensajería y que lo llevaron a interpretar equivocadamente la intencionalidad verdadera del intercambio.
En el universo de Ios emoticones, el corazón rojo es uno de los fundadores de este metalenguaje visual, pues en 1993 fue incluido en la lista estándar del proyecto Unicode, que unificó símbolos y signos usados en el ámbito informático. Con la irrupción de las redes sociales, encontró un espacio protagónico en las millones de interacciones diarias, modificando su significado.
“Hay que entender que toda esta mensajería, que es súper cotidiana, en la práctica está centrada en una semiótica muy informal producto de los códigos que se han desarrollado a partir de las tecnologías de comunicación”, refiere Rodrigo Maulén, consultor en tecnología y profesor del magíster en Comunicación y Estrategia Digital de la Universidad
Finis Terrae.
El especialista explica que “a nivel global no existe un consenso rígido sobre la gramática emocional digital y su uso colectivo. Si bien en la serie ‘Adolescencia’ el corazón rojo representa el amor, probablemente en la forma más clásica, puede tener también una variación en la interpretación de acuerdo a las culturas, la generación o incluso en su uso algorítmico”.
Maulén argumenta que “para los asiáticos el corazón rojo puede tener connotaciones más intensas o formales, mientras que para nosotros, los occidentales, a lo mejor es un gesto de amistad, solidaridad o de apoyo”.
Por ejemplo, Juan Pablo Reyes, lingüista de la Universidad de Playa Ancha, menciona que hay distintas interpretaciones al emoji del rostro que llora de la risa. “Es confuso, muy usado y no se entiende si es risa alegre o burla. En Japón no lo entienden únicamente como llorar de la risa”, alude.
Lenguaje afectivo
La doctora en Comunicación Paz Crisóstomo apunta que “los emojis de corazón no son solo decorativos, ya que tienen como propósito generar una especie de lenguaje afectivo codificado. Los colores y símbolos que utilizan tienen un significado diferente que, muchas veces, no requieren explicación. Un corazón partido expresa dolor, tristeza o ruptura; mientras que uno en llamas sugiere pasión intensa y uno con venda puede ser interpretado como algo doloroso”.
Maulén esgrime una taxonomía básica del significado de los corazones dependiendo de los colores. “El corazón amarillo es amistad y no tiene connotacion romántica; el corazón verde es celos, naturaleza o salud; el azul puede ser confianza o tristeza; el negro, ironía, humor negro u oscuridad; el corazón morado, deseo o sensualidad; el blanco, pureza o condolencia; y el corazón naranjo puede ser precaución”.
Volviendo a la serie de Netflix, Paz Crisóstomo menciona que “el lenguaje de emojis no solo comunica emociones sino que también marca relaciones. Un mismo corazón puede tener lecturas distintas dependiendo de quién lo envía y en qué contexto.
En la comunicación de adolescentes que mantienen un mismo código, un corazón rojo entre amigas tiene un significado completamente diferente que entre dos personas que se están empezando a gustar. En la serie, ese código se trabaja con presión y es parte del relato más emocional”.
Rodrigo Maulén acude al pensador y ensayista coreano Byung-Chul Han para reafirmar que “hoy día también vivimos en una economía afectiva donde los signos emocionales se intercambian súper rápido y que funcionan, de alguna forma, como una moneda de cambio a partir de la emoción que se genera. Como él dice, el valor de todo esto no está en una definición oficial, pero es un código que está presente en la negociación entre usuarios, plataformas y algoritmos; no es un lenguaje cerrado sino que es una lengua viva o un código de comunicación vivo, que es profundamente dependiente del contexto y de la intención”.
El lingüista Juan Pablo Reyes recalca que “los emoticones son riqueza visual paraverbal. Cumplen la función de gestos, muecas y guiños de nuestro hablar oral. Es una especie de texto-verbo-ícono o texto multimodal en el que se ensamblan y se influyen mutuamente, sin desconocer su código propio y su propia forma de expresar. Recordemos que originalmente en la escritura se usaban dibujos y se leían como jeroglíficos; o las escrituras fónicas se veían como ideogramas. Por ejemplo, “recién pintado”, se escribe “re100 pintado”; o la palabra “ojo” se le pone pupilas o ‘cansa2’ por cansados”.