En el primer semestre de 2023, el Centro Comunitario de Salud de la Universidad de Playa Ancha (UPLA) incorporó nuevos barrios a su radio de acción, entre ellos están Simón Bolívar y Aurora de Chile, ambos de la parte alta del cerro Playa Ancha. Uno de sus principales nexos es el Club Deportivo Aurora de Chile, que ha abierto sus puertas para que el Centro pueda desplegarse en la población para brindar atención y talleres.
Dicha propuesta surge del proyecto UPA 2195 de la Dirección General de Vinculación con el Medio de la UPLA “Implementación de un modelo universitario de salud integral desde el enfoque de vinculación con el medio, en la macrozona 4 del cerro Playa Ancha”, que coordina la académica de la carrera de Terapia Ocupacional, Natalia Montes Silva.
De esta experiencia conversamos con la dirigenta y vecina de Playa Ancha, Andrea Palma González, quien ha sido clave en la articulación territorial, ya que su participación en el Club les ha permitido conocer las distintas realidades del sector. Actualmente, realiza la práctica de su carrera de Logística en el Centro Comunitario y participa en las actividades que realizan estudiantes y docentes, en conjunto con el equipo del Centro, en la Macrozona 4 de Playa Ancha.
A través de su relato quisimos conocer la historia del Club Deportivo Aurora de Chile, que está próximo a cumplir 50 años, su implicancia en la organización vecinal del sector y el impacto que ha tenido el trabajo de estudiantes del Centro Comunitario en la promoción de la salud en los barrios playanchinos.
Un poco sobre la historia del Club Aurora de Chile
El Club Aurora de Chile nació como consecuencia del terremoto de 1970 y el Golpe de Estado de 1973. En ese entonces, los primeros pobladores del sector habían sido trasladados desde la Av. Playa Ancha hacia la parte alta del cerro “porque eran gente pobre”, explicó Andrea Palma.
“Estaban acá abajo, a la altura de la avenida Playa Ancha. Y a toda la gente que quedó, las subieron hacia los cerros porque eran gente pobre. Y arriba había muy pocas familias que, casi la mayoría, eran dueñas de terrenos grandes. Dentro de esto, nace la necesidad de juntarse. Entonces los pobladores motivados con esto, de poder juntarse libremente, crearon el Club Deportivo Aurora de Chile un 21 de mayo de 1974”.
“Parte de las familias que tenían terrenos más grandes, decidieron donar este pequeño terreno que tiene el Club, iniciándose en una mediagua, o sea, piso de tierra, se llovía entero. Y ahora tenemos esta sede que es gigante, con un Club de renombre”.
Andrea tiene 31 años y ha vivido toda una vida en el cerro Playa Ancha, heredando su pasión por el Club desde su padre, Raúl Palma Contreras, uno de los socios fundadores y de los primeros dirigentes. Ella recuerda con mucho orgullo su ideal, enfocado en dar una mejor vida a los niños y niñas de la población.
“Mi papá también era muy pro. Siempre trabajó en pos de sacar a nuestros niños adelante. Es la misma línea que sigo: los niños, porque están justo en una situación y edades súper críticas. Aparte de estar en un lugar estigmatizado, están en constante peligro (…)”.
Don Raúl Palma Contreras fue presidente del Club en el 2004 y siguió como socio hasta 2017, año en el que falleció. Andrea evoca el amor que su padre sentía por la camiseta de Aurora de Chile, que trascendió a las nuevas generaciones que siguen participando en las actividades del Club. “De hecho ahora están jugando los nietos, o “los hijos de”, o “los nietos de”, asegura.
El Club tiene en su orgánica un componente familiar muy arraigado, en donde participan familias y vecinos de toda la vida. La dirigenta también reconoce que han sido pocas las personas externas que se han incorporado, recordando el motivo de este hermetismo: el asesinato del dirigente Estanislao Zúñiga en la fecha de su aniversario.
“Junto con cumplir año, también cumple año de muerte el papá de una de mis primas, que también trabaja conmigo. Y hoy en día su nieto, que tiene ocho años, es el arquero de nuestra división más pequeña. Entonces viene muy de generación. Es muy familiar”.
Andrea destaca el trabajo que su padre y sus vecinos realizaron durante sus años de dirigencia, que gracias al esfuerzo y entusiasmo pudieron salir adelante con el fútbol. “El trabajo que se hizo a las generaciones que estuvieron antes de nosotros ha sido impecable. Y que nos llevan a tener lo que tenemos hoy en día: un Club Deportivo, ahora una escuela de fútbol, en conjunto con la Municipalidad”.
El Club y su articulación territorial
La nueva generación de dirigentes del Club Aurora de Chile continúa el trabajo iniciado hace casi 50 años, hoy a cargo de su presidente, Jonathan Briceño Mora. Este recambio trajo nuevas perspectivas de trabajo junto con la comunidad, comprometidos también con la realidad social de su población.
“Si bien en un tiempo fue súper cerrado, desde que tenemos la batuta nosotros como la nueva generación, hemos abierto la puerta del Club. Y ahí fue cuando se integró la Municipalidad, donde se creó esta escuela de fútbol, donde entró la UPLA”.
La dirigenta recuerda que durante la pandemia realizaron una olla común en el Club para apoyar a sus vecinos y vecinas con alimentación. Este periodo les sirvió para constatar las necesidades de su sector.
“Teníamos una idea de lo que era, pero no sabíamos realmente qué pasaba. Con esto de la Olla Común nos dimos cuenta que habían demasiadas necesidades en el territorio, las cuales, por falta de información, de no saber que contábamos con una OMZ (Oficina Municipal Zonal) activa cerca de nuestro sector, no se hicieron mayores cosas”.
“Ahora que tenemos este contacto más directo, tenemos redes, tenemos al Centro Comunitario de la UPLA funcionando en nuestro territorio con monitores, con charlas, con un montón de cosas que la gente no tenía y que se agradece”.
“Ahora estamos viendo que los monitores encontraron un caso que nosotros no teníamos idea: de una persona que está postrada, que su mujer también es de la tercera edad, y que viven en un tercer piso donde no tienen ascensor. Donde el tema de los CESFAM también está siendo súper criticado, porque no hay atención domiciliaria. Entonces, prácticamente, están en el aire”.
“Y gracias a este círculo que se armó entre la OMZ, la UPLA, y nosotros como dirigentes, se puede articular la atención y llegar a ellos. Entonces, lo encontré maravilloso, esto de abrir el Club a la comunidad”.
Trabajando junto al Centro Comunitario de Salud UPLA
Andrea Palma conoció este año al Centro Comunitario gracias a la OMZ 13 de la Municipalidad de Valparaíso, quienes le presentaron al equipo de profesionales UPLA para comenzar a trabajar en su población, con atenciones enfocadas en la salud comunitaria.
“Ha sido un vínculo súper bonito, porque nos dimos cuenta de que sí había una necesidad en el territorio que no estaba resuelta y que se ha podido resolver de alguna u otra forma con esta llegada de la UPLA, que es de salud, que está tan atochado en la salud pública”.
La dirigenta también identifica que el tiempo, los horarios o disponibilidades de sus vecinos y vecinas ha sido una de las dificultades que les ha tocado enfrentar, encontrando en las redes sociales una alternativa para motivar y llegar a todos los vecinos y vecinas.
“La participación hasta ahora ha sido buena, pero tenemos que ver el tema de los horarios, porque topamos mucho entre la disponibilidad del Centro con los horarios que la gente puede. Pero sí hicimos una alianza estratégica, metiendo la logística entre medio, que si no podían conectarse o no podían llegar hacia la sede, nos podíamos conectar a través de las redes sociales”.
Ella dice haberse sorprendido cuando conoció el trabajo territorial que realizan estudiantes, académicas y profesionales de la UPLA, “dignas de replicar” según sus palabras. Esto ha cambiado la idea que tenía sobre la Universidad, la cual calificaba como inalcanzable.
“Los chiquillos encuentran que esto es inalcanzable. Pero no es inalcanzable. Es parte de la comunidad. Entonces queremos visitar la universidad con los niños de la escuela de fútbol, para que ellos vean que no tienen que dejar de estudiar, que pueden estudiar en la Universidad, que tienen estos recursos del Estado para poder estudiar acá y que no es tan lejano como se ve. Entonces esto de acercar la U. hacia arriba, que es tan estigmatizado, yo creo que cambia mi perspectiva de la UPLA. Cambia muchísimo”.
La vecina de Playa Ancha también desea que este trabajo persista en el tiempo, que alcance a las demás comunidades del cerro y que se abran más posibilidades de vínculo y trabajo conjunto, para brindar mejores oportunidades a las niñas, niños y adolescentes del sector.
“Espero que las actividades que hicieron arriba, en Puertas Negras y Montedónico, se repliquen y tengan el mismo impacto que tuvieron arriba (…). Y espero que esas actividades lleguen abajo, que la gente sepa que la UPLA no solamente es la Universidad, sino que también tiene esta vinculación con ellos. Y seguir trabajando en conjunto”.
“Que el día de mañana, vayan los chiquillos del Club y digan: ¡La huerta que hicimos en conjunto con la UPLA! ¿Cachai? Que la Universidad Playa Ancha no es solo la Universidad, si no que también tiene esta parte comunitaria, que está pendiente de este sector, que a lo mejor está tan estigmatizada. Y que tienen oportunidades los chiquillos. Eso me gustaría”.