“No hay mayor satisfacción, para cualquier persona, que el saber que ha servido a un propósito. Que al menos una cosa que hizo en su vida valió la pena y esa es la sensación que el pueblo chileno me dio”.
Con estas palabras describió la relación que tiene con Chile el fotoperiodista neerlandés, Chas Gerretsen, quien participó en un conversatorio sobre Memorias y Testimonios que se realizó en la Universidad de Playa Ancha en el marco de la conmemoración de los 50 años de la dictadura cívico- militar que organiza la casa de estudios.
En entrevista con la periodista y productora del canal de Televisión Pública de la Universidad de Playa Ancha (UPLA TV), Maite Mérida Baeza, Chas Gerretsen comentó cómo, a temprana edad, la fotografía influyó en su vida.
Fue a los 16 años, que dejó su casa para recorrer distintos países trabajando en distintos oficios, pero siempre haciendo registros fotográficos que lo llevaron en 1968 a Vietnam durante la ofensiva del Tet, momento en que se va perfilando como fotógrafo de guerra y fotoperiodista.
“Primero me convertí en sonidista, luego en camarógrafo, y después en fotógrafo, por esa época supe que podía ganar dinero tomando fotos y mostrarle a las personas mis experiencias, lo que he visto y estas fotos se vendieron alrededor de todo el mundo”, comentó.
Sobre su relación con Chile y los 9 meses que estuvo en el país previo al Golpe Cívico Militar, recordó que comenzó un 9 de enero de 1973, cuando llegó a Santiago y empezó a fotografiar a las personas en la calle, en restaurantes y que siempre le llamó la atención que la gente fuera tan amigable, algo que no siempre pasaba mientras hacía fotoperiodismo, planteó.
Respecto a la situación política que se vivía en el espacio público capitalino, recordó que estaba marcada por disturbios menores, en primera instancia.
“Los primeros disturbios que fotografié fue de un grupo de la derecha que comenzaba a tirar monedas de baja denominación, en que había niños pequeños que las recolectaban. Mientras la izquierda tenía preparadas las piedras y pronto estaban tirándose piedras mutuamente y persiguiéndose por la calle. Había mucha energía juvenil, la mayoría eran estudiantes y se estaban divirtiendo. Luego, eso cambió”.
En mayo, rememoró, la derecha se unió a los mineros en huelga en contra los Carabineros y el Gobierno.
“Los adultos estaban ahora en el juego, y el juego cambió. La gente se volvió más confrontacional unos con otros. Lo bien que me llevaba con los chilenos se fue desvaneciendo lentamente”, dijo.
De la icónica fotografía que tomó de Augusto Pinochet con lentes oscuros y brazos cruzados en la iglesia de la Gratitud Nacional (registro que se convirtió en un símbolo de la Dictadura y los dictadores a nivel mundial) solo supo por comentarios.
En su experiencia, nunca tuvo seguimiento de dónde se publicaba su material ni en qué medios de comunicación se hacía, puesto que su interés estaba dado por el registro de la contingencia sin saber el efecto que su trabajo estaba teniendo en el mundo.
“Supe que la foto de Pinochet fue usada en manifestaciones en Alemania, Francia, España, Holanda y Suecia, pero nunca vi nada de eso. Nunca ví ninguna filmación. No lo sabía, en ese entonces estaba tomando fotografías de gente bonita en Hollywood”.
Pese a que sus fotografías de conflictos armados, películas de Hollywood y retratos de celebridades fueron publicadas en las principales revistas del mundo, Gerretsen se sintió desmotivado.
“De todas las fotografías que he tomado en todas partes, siempre me pareció que a pesar de haber tomado las fotos, no cambió nada. La gente no aprendió de ello. Me parece que las personas prefieren “creer” porque les hace sentir tranquilos, seguros, creer que el gobierno les está diciendo, aunque el gobierno pueda estar mintiendo para sus propios fines. Así que dejé de hacerlo”. Así fue como en 1989 vendió todas sus cámaras, dejó de fotografiar y se compró un velero donde vivió 34 años.
De repente, con las imágenes de Chile se dio un fenómeno inesperado. La primera foto que publicó en su cuenta de Twitter (actual X), a modo de homenaje póstumo al único colega con el que coincidía en las calles de Santiago, Sylvain Julienne, sólo tuvo un par de likes. Pero al publicar una imagen de una micro repleta en Santiago, el impacto fue tal, que en un día sumó mil seguidores a su cuenta @chasgerretsenphoto
“Una semana después, tenía ocho mil seguidores y las personas me pedían más y más fotos. Un hombre escribió: “Por primera vez puedo ver las historias que me comentaban mis padres y mis abuelos, lo que pasó en esos años”.
Y me empezaron a pedir “haz un libro, por favor”, así que decidí hacer un libro porque la gente quería más”.
A través de estas interacciones, Gerretsen sintió que las personas querían aprender de su historia, aspecto que lo motivó a hacer una selección de miles de negativos que devino en “Chile, el archivo fotográfico 1973 – 1974”, que contiene más de 300 imágenes, la mayoría inéditas de nuestro país en esos años.
“Creo que no hay mayor satisfacción, para cualquier persona, que el saber que ha servido a un propósito. Que al menos una cosa que hizo en su vida, valió la pena y esa es la sensación que el pueblo chileno me dio”, concluyó.