Tercera parte: Conocimiento e inteligencia artificial

Profesor Gastón Gaete Coddou.

«Desde que John McCarthy en 1956 diera las primeras luces acerca de la inteligencia artificial (IA), el desarrollo de este concepto en lo teórico y práctico avanzó silentemente hasta asomar en la última década del presente siglo como una herramienta de amplio uso que se masificó respectivamente por la incorporación de los equipos de computación unipersonales que, para el año 2021 según el portal de estadísticas del mundo Statista, era de 1340 millones de equipos. A esto, se agrega la Internet (creada en 1969), que se ha expandido aceleradamente estimándose según la plataforma web y móvil We Are Social y Hootsuite, que la cantidad de usuarios de esta red informática era en 2022 de 4.950 millones de personas, lo que representaba para el año pasado al 62,5% de la población mundial.

De acuerdo con estos datos, la IA se ha ido incorporando a diversos planos de la actividad humana convirtiéndola según ENTEL en una herramienta muy útil para automatizar tareas y no tener que hacerlo manualmente, además de poder hacerlo de manera continua. De esta forma, la IA le entrega inteligencia, mejorando su funcionamiento y sus recursos, adaptándose así gracias a los algoritmos y aprendizaje progresivo.

Se anexa a lo indicado y según la misma fuente que la IA se caracteriza por su precisión y, a medida que van desarrollado y complejizando los algoritmos, que según la empresa Edix (2019) “un conjunto de reglas definidas permite solucionar un problema, de una determinada manera, mediante operaciones sistemáticas (no necesariamente ordenadas) y finitas”. Estas instrucciones, definidas y ordenadas en función de los datos, resuelven el problema o la tarea; de esta manera, las redes neuronales profundas propias de la IA “logran algo que antes no se podía y, a medida que son utilizadas, son más precisas aún. Así, la IA saca el mejor y mayor provecho a los datos que recibe”.

Ahora bien, es cierto que las aplicaciones en ciencia de la IA han demostrado resolución de problemas con favorables resultados, tal cual es el caso del proyecto Análisis polínico automático empleando redes neuronales convolucionales: aplicación a la clasificación mono floral de la miel. A partir del procesamiento con el uso de IA el tiempo de entrega de resultados se ha acortado y permite brindar diversas soluciones que van a depender de lo que se desee investigar y, en este sentido, es posible saber la variedad de pólenes que contiene la miel y, con ello, el origen de esta y determinar si tiene o no denominación de origen. Aparte, es dable saber si hay adulteración del producto y si esa miel puede producir efectos adversos a partir de su consumo en la salud de la población, como podrían ser intoxicaciones o alergias.

En el caso nacional, la marea roja es según el Laboratorio de Toxinas Marinas dependiente de la Universidad de Chile un fenómeno natural provocado por el incremento numérico de alguna o algunas microalgas en el agua, las que al ser el alimento de organismos marinos, como los moluscos bivalvos. Este hecho es originado bajo ciertas condiciones ambientales, como determinada temperatura del agua, salinidad, luminosidad y disponibilidad de nutrientes, éstas proliferan en forma explosiva, provocando un fenómeno que se conoce con el nombre de Floración Algal o Bloom . Son precisamente estas floraciones las que “provocan grandes cambios en la coloración del agua y por esta razón, estos fenómenos son conocidos mundialmente como mareas rojas”.
Ahora bien, las Floraciones Algales Nocivas (FAN) pueden ser no tóxicas y tóxicas y, en este caso, corresponden a floraciones de microalgas que, en su metabolismo, generan sustancias altamente tóxicas conocidas con el nombre de toxinas marinas.

Se estima que solo entre 1972 y el 2016 la ingesta de mariscos contaminados por marea roja ha causado la muerte de 23 personas en Chile y, desde esa fecha hasta el presente, los casos se han reducido a una o dos personas por año, aunque los efectos socioeconómicos asociados a la ocurrencia de la marea roja han afectado
de manera directa a los pescadores artesanales, mariscadores y la industria salmonera, como ocurrió en 2016, que dejó secuelas por unos US$800 millones en pérdidas y más de 30 mil empleos afectados.

Ante este delicada situación, un grupo de científicos chilenos y japoneses a partir del 2018 unieron sus esfuerzos para que mediante la data genética por secuenciamiento de alto rendimiento e inteligencia artificial se analizaron más de 3000 muestras, y los resultados en palabras del doctor Milko Jorquera (2023) es que “mientras más datos genómicos se ingresen a los modelos, más certero es el pronóstico”. Esperamos que funcione bien y sea considerada en el futuro cercano como una herramienta útil para la predicción de eventos FAN en Chile, tanto para el sector público como privado, prediccionando los posibles eventos de estos sucesos y reduciendo, de esta manera, efectos nocivos en la salud humana y en las economías locales y de exportación, entre otros aspectos».

***Gastón Gaete Coddou,  geógrafo y académico de la Facultad de Ciencias Naturales y Exactas, Universidad de Playa Ancha.

Columna de opinión publicada en diario El Trabajo de San Felipe, el miércoles 28  de junio de 2023.

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