«La generación de un incendio forestal (IF) tiene múltiples efectos negativos en el foco y entorno de este, causando con su ignición una alteración del equilibrio ecosistémico, el cual para retornar a cierto punto de estabilidad, de no mediar otro piroevento, puede transcurrir desde un año para las plantas estacionales, 5 años para los renovales y hasta décadas respecto de la flora mayor, las que en conjunto, son la base para la colonización de la fauna y el retorno paulatino de las actividades humanas en ese ámbito, que es sumamente frágil y, por lo mismo, altamente vulnerable a cualquier actividad que altere el incipiente proceso de reconsolidación territorial.
Queda en evidencia que los IF que afectaron hasta hace unos días la zona centro sur del país, por las dimensiones de su extensión (470.000 Hás), causaron la muerte de 25 compatriotas, más de 1000 heridos de diversa consideración, miles de casas, infraestructura y equipamiento calcinados, 16 mil animales incinerados, pérdidas de cultivos particulares y, entre estos, activos forestales (bosques de pinos, eucaliptos principalmente).
En términos financieros, la Consultora Colliers (marzo de 2023) estimó que ya son “US$ 825 millones en pérdidas las acumuladas hasta el momento, las que superan holgadamente los US$540 millones que se había previsto”, lo que en términos de recursos la Sociedad Nacional de Agricultura consideró que dicha pérdidas se concentran, principalmente, en el sector forestal, especialmente en la gran industria, ya que alcanzaría el 60%, aunque el 40% restante corresponde a agricultores o pequeños parceleros forestales, a los que las llamas ha dejado sin nada, lo cual se cuantifica en casi 4 mil pequeños propietarios de bosque que han visto reducido su patrimonio familiar a cenizas en sólo unas horas y son precisamente estos empresarios los que históricamente han abastecido a la pequeña y mediana industria del aserrío y de la producción de energía”.
Acerca de este mismo tema pero en las afecciones a las grandes empresas del rubro, se puede indicar que, solo entre dos de estas unidades productivas ardieron más de 70.000 hectáreas de su propiedad, con una pérdida estimada en su patrimonio conjunto de U$106 millones.
En síntesis, según la Corporación de la Madera (CORMA) después de los IF desapareció el 11% del patrimonio forestal productivo del país, por lo que en atención a las demandas internas se tendrá que hacer una cosecha anticipada. Lo anterior podría provocar un déficit estructural de madera en el corto y mediano plazo, y sus implicancias, por ejemplo, en el sector inmobiliario que es uno de los mas demandantes de este producto, lo que incidiría en el costo económico de las venideras viviendas.
Por su parte, en relación al sector apícola el Ministerio de Agricultura (Minagri) al 22 de febrero ya dimensionaba la cruda realidad de los IF forestales e indicó que, en el contexto país hubo un total de 38.732 colmenas afectadas en el área de influencia del fuego, siendo la Región del Ñuble la que presenta la mayor cantidad, con 28.276, seguida por la Región del Biobío (7.215); la Región de La Araucanía (1.792); y la Región Maule (1.445).
A este respecto, la presidenta de Miel Chile, Pamela Valdés resaltó que “el impacto de los incendios para la apicultura es gigante. No sólo se han quemado las colmenas y abejas de algunos apicultores, sino que se ha quedado sin el hábitat natural de nuestras abejas. Eso significa que se ha quemado la fuente natural de alimentación ya que son los árboles y sus flores lo que alimentan las abejas gracias al néctar de las flores”.
Por último, hay que tener en consideración que en Chile, según Francisco Gana, jefe del Departamento de Estudios de la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA) hay un total de 337.037 colmenas, de las cuales 306.758 son consideradas modernas (con marcos móviles) y 26.279 son rústicas. Mientras que el número total de apicultores son 5.909, lo que genera un promedio de 56 colmenas por productor apícola.
Entre las regiones del Maule y Los Ríos, hay cerca de 4.200 productores los que cuentan con 194.141 colmenas y, cerca del 20% del total de colmenas de las regiones han sido afectadas, por ende, están improductivas con los consiguientes efectos socioeconómicos para las familias campesinas que se dedican a producir miel y otros subproductos, que tienen como destino no solo abastecer el mercado interno, sino también cumplir con los compromisos de la exportación en un conflictuado mercado. “Por ejemplo, Europa se ha visto muy afectado por el ingreso de miel muy barata de varios países productores, principalmente desde China, donde un kilo de miel puede llegar a costar la mitad del valor de nuestra miel chilena y, por lo mismo, cuesta mucho ser competitivos frente a estos bajos precios”».
***Gastón Gaete Coddou, geógrafo y académico de la Facultad de Ciencias Naturales y Exactas, Universidad de Playa Ancha.
Columna de opinión publicada en diario El Trabajo de San Felipe, el miércoles 22 de marzo de 2023