Patricio Sanhueza: “Una tremenda oportunidad para reencontrarnos físicamente”

El año 2020 comenzó con una emergencia planetaria que trastocó la vida de cientos de millones de personas. La tasa de contagio del covid-19 obligó al confinamiento de la población, a aislarse unos de otros, y así se volvió imposible la educación tradicional, basada en personas estudiando en grupos relativamente grandes.

La tecnología, con su posibilidad de conexiones remotas, rápidamente llenó el vacío y permitió que la enseñanza y el aprendizaje se mantuvieran en todos los niveles. Pero no era lo mismo y nadie pensó en las primeras semanas que recién ahora, dos años después, las clases podrían empezar a normalizarse en su formato presencial.

Es el paso que dio la Universidad de Playa Ancha, luego de adoptar los necesarios resguardos para la salud de su comunidad, formada por estudiantes, funcionarios administrativos y académicos. Sobre este importante momento, hablamos con el rector Patricio Sanhueza Vivanco.

—¿Cómo interpreta el hecho de que la universidad puede volver a la presencialidad como norma general?
—Este año 2022 es una tremenda oportunidad para toda la comunidad universitaria de reencontrarse físicamente. No es lo mismo la relación a través de la virtualidad que a través de la presencialidad. Creo que eso nos acerca, nos hace compartir de una forma diferente. Nos hace también aprender de una forma diferente. Una interacción directa no es reemplazable por una interacción virtual. Sin perjuicio de lo cual, hay que decir que también fue positiva la experiencia que tuvimos durante dos años, de virtualidad o semivirtualidad, en el sentido de haber incorporado las tecnologías a los procesos educativos. Fue lo que nos permitió mantener la prestación de los servicios académicos de calidad a nuestros estudiantes.

—Empezó describiendo el regreso a la presencialidad como una oportunidad…
—Es una oportunidad para seguir trabajando en comunidad. Nuestra universidad es una comunidad y necesita de la socialización, la tarea de incorporarse a equipos de trabajo, a grupos de estudio, a la tarea de la reflexión, del pensamiento crítico, que no se logra individualmente sino colectivamente. Es la forma también de que la universidad aporte a la sociedad. La vinculación con el medio, con las comunidades, también es importante y esa vinculación se hace mejor cuando es presencial, para poder ir en apoyo de esas comunidades externas, aplicando el conocimiento a realidades fácticas. Por eso estoy contento de este paso y muy esperanzado en que este proceso sea positivísimo para cada uno y para la universidad misma.

—Sin embargo, todavía estamos en una situación de transición. ¿Eso implica un desafío para esta convivencia presencial?
—Hay que destacar y distinguir que la universidad creó una instancia, un comité triestamental, para abordar el tema del retorno seguro. Ese comité funcionó en forma impecable, haciendo reflexión, análisis, proyección, para llegar nuevamente a la presencialidad a la vez que minimizar los riesgos que significa una pandemia. Hoy, aproximadamente el 94 por ciento de nuestros estudiantes está vacunado y tiene pase de movilidad. Cada vez que este porcentaje aumenta, van disminuyendo también los riesgos que significa la presencialidad, así que lo vemos con mucha esperanza, con mucho entusiasmo. Yo espero que nuestra comunidad se siga cuidando. Que cada uno se siga cuidando en forma individual, ya que cuidarse a sí mismo es cuidar a los demás. También tenemos que monitorear, estar atentos a lo que ocurre en el contexto de la pandemia y a las orientaciones de la autoridad sanitaria.

—Como máxima autoridad de la UPLA, ¿hay algo que le quiera pedir tanto a los estudiantes como a los funcionarios?
—Sí, claro. Primero, cumplir los protocolos. Los protocolos están establecidos, están escritos y, si no los conocen, pueden entrar a la página web de la universidad y ahí están… Segundo, tener esa voluntad del autocuidado. Para cuidar a los demás, hay que autocuidarse. A las personas que no se han vacunado, que lo hagan, porque eso no es solamente un deseo individual sino que tiene que ver con el compromiso colectivo. Y, obviamente, informar a la universidad sobre la situación de cada uno, para que se adopten las medidas correspondientes. Vamos a revisar, sin duda, las situaciones excepcionales que puedan producirse, ya que, efectivamente, puede haber problemas que vayan más allá de los protocolos y hay que resolverlos también.

—¿Prevé algo especial este año en el plano académico?
—Los estudiantes que estuvieron en la virtualidad tuvieron unas condiciones específicas para estudiar. Probablemente es ahí donde debemos poner acento: cómo comprobamos que se lograron los aprendizajes y las competencias en cada una de las carreras, que están comprometidas en alcanzar el perfil profesional deseado. Lo malo sería que la universidad habilitara a ejercer una profesión a personas que no tengan todas las competencias. También el estudiante debe tener la certeza de que adquirió esas competencias, que esos aprendizajes los tiene y que los puede aplicar a las realidades concretas que se le presenten en el mundo profesional. También tendremos la tarea de acompañar a los estudiantes que tuvieron virtualidad durante dos años en la enseñanza media y probablemente tengan brechas de aprendizaje, brechas que hay que llenar.

—Los expertos también hablan de problemas en la salud mental, producto de la pandemia…
—Ese deterioro sí se ha producido, tanto en estudiantes como en académicos y funcionarios de la institución. Otra tarea que tenemos este año es ver cómo logramos llegar en apoyo, en ayuda, de esas personas que requieren algún tipo de acompañamiento a propósito del deterioro de la salud mental. Cómo logramos entregar más confianza, más autonomía, a los propios estudiantes, una formación para que después sean autónomos profesionalmente. Cómo logramos este objetivo de un joven universitario con una visión crítica de la sociedad, de las cosas, de manera que logremos esta persona, este profesional creativo, innovador, que busca soluciones a problemas reales, no solamente teóricos.

—En otro plano para este año, ¿contaremos con los nuevos estatutos orgánicos de la universidad?
—Debemos contar con estatutos. Esto está muy avanzado. Ya hubo una entrega de la propuesta de estatutos, el Consejo Académico pidió que fueran revisados en algunos aspectos y hoy tenemos la entrega de esa revisión. Yo diría que entre marzo y abril tenemos que entrar al proceso de aprobación interna de los estatutos para mandarlos al Ministerio de Educación y que se dicte la ley correspondiente. La idea, esperamos, es que estos estatutos logren incorporar los procesos de cambio que se están viviendo a nivel nacional y mundial. Espero también que interpreten el sentir de la comunidad universitaria, porque aquí ha habido participación de los distintos estamentos.

—¿Algo que quiera agregar?
—Lo único que podría agregar es que todas las instituciones tienen problemas, dificultades, preguntas, que se hacen permanentemente, y creo que, tratándose de una institución como la nuestra, con objetivos comunes a todos (jóvenes, funcionarios, académicos y académicas), todo esto debemos hacerlo lo más armónicamente posible. Los fines que tenemos son tan altos, que merecen que logremos siempre un trabajo mancomunado entre todos y entre todas para sacar adelante a la universidad. Mi mayor aspiración es que la universidad transite en armonía, pero con un diálogo fecundo, con una reflexión realmente profunda. La forma de hacerlo siempre puede ser diferente, pero los fines son comunes y deben orientarnos.

 

 

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