
“El territorio, desde la antigüedad hasta el presente ha estado dirigido por un poder que, en la actualidad – en la mayoría de las veces -, es elegido democráticamente, de acuerdo a un programa con diversas iniciativas y temáticas propias de la realidad en que se asienten los planteamientos esgrimidos y que, en definitiva, podrían ser una de las variables más congruentes para la persona salga electa.
Las ideas que se plasman deben tener la lógica de un diseño que promueva no solo anhelos, sino también la solución de determinadas problemáticas que estén afectando a una circunscripción, por lo mismo, las promesas de campaña si no están basadas en argumentos sinceros solo serán declaratorias grandilocuentes, que más temprano que tarde si no se plasman en respuestas eficaces y eficientes sobre tal o cual tema, conducirán a la desilusión social.
Considerando lo indicado, es que la gestión de la autoridad, cualquiera sea su escala territorial, debería tener en cuenta algunas propuestas como son:
Reingeniería social: En este caso, la generación de propuestas de proyectos no debiera obedecer a imposiciones desde el municipio o del poder central, ya que son tantos ejemplos que han fracaso con su implementación, porque en su declarativo técnico no sopesan necesariamente el pensar de la comunidad y, ese es un aspecto relevante en la actualidad en que lo local está predominando en la agenda pública. Así pues, trabajar directamente con la ciudadanía y preguntarle cuáles son sus necesidades impulsa una proposición que tendrá un amplio espectro de aceptación y de beneficiados sociales, que son los pilares para que la inversión financiera en infraestructura, equipamiento u otros aspectos, como por ejemplo, la cultura, sean apropiadas, significativas y resuelvan asertivamente las aspiraciones que, en las más de las veces, quedan relegadas o con alto grado de frustración.
Cambio climático: En este aspecto, el planeta Tierra está desde hace tres décadas a la fecha inmerso en un grave y acelerado problema, que ha o está alterando los patrones medioambientales que en muchas partes se exponen con la sequía que, con su presencia, está degradando los paisajes naturales y sociales. Lo anterior ha aumentado, entre otros hechos, el índice de aridez y la desaparición de biomas, poniendo en peligro de extinción a numerosas especies de la flora y fauna, reduciendo las áreas destinadas a la agricultura y, en particular, aquella orientada al sustento de la familia campesina. Esto último ha provocado insuficiencia alimentaria y la pérdida definitiva de pequeños campos, repercutiendo en el acrecentamiento de la pobreza rural, la migración forzada, el agotamiento y salinización de suelos, el término de muchos hitos patrimoniales, etc.
En este concierto, no se observa o lee una agilización de quien ejerce el cargo de máxima autoridad, ya que el tiempo que se pierde en reuniones minimiza la dinámica de medidas efectivas y eficaces tendientes a reducir los impactos acelerados del clima en el medio y en la población que lo habita.
En este caso, la necesidad de establecer alianzas estratégicas con centros de investigación es una urgencia vital, dado que el conocimiento tendería a encontrar algunas alternativas de solución que reduzcan los efectos propios del cambio climático antropogénico.
Patrimonio: Toda área tiene rasgos, características o heredades que son propias de procesos naturales o de la humanización. Y, en ese sentido, la proyección que tiene la identificación y manejo de esos espacios propiciaría (como ya se ha evidenciado en muchas parte del orbe) la posibilidad de hacer de esos recursos un uso que tienda al desarrollo local, aunque para esos efectos se hace necesaria la gobernanza como una de las vías mas coherentes para lograr acuerdos de partes que benefician con su aplicativa nuevas oportunidades, por ejemplo, el turismo, que sumadas a las existentes promuevan con su existencia una mirada que se sustente en la economía circular.
Manejo de los residuos: El aumento de los ingresos ha repercutido en la generación cada vez más acelerada de basuras cuyo manejo en gran parte de su proceso solo se basa en el retiro y deposición en vertederos. Sin embargo, la lógica ambiental actual recomienda el uso de estos desperdicios en una selección de estos y su reutilización, como es el caso del cartón, el vidrio, los metales, maderas, plásticos u otros desechos. Accionar que se hace, pero a nivel muy básico o a pequeña o mediana escala.
Pero la pregunta es qué pasa con lo residuos orgánicos o basura húmeda, la respuesta a esta situación es clara al observar, entre otros aspectos, cómo las ferias y mercados de abasto botan anualmente miles de metros cúbicos de hojas, tallos, frutas u otros vegetales, que de ser tratados servirían para la alimentación en fresco de ganado mayor o menor. Asimismo, si se les hiciera un proceso de peletización (mediante calentadores solares) se podrían guardar en bodegas para ser usados en periodos de escasez y, por qué no, recuperar el agua a partir de su desecación y acumular la misma haciéndole un tratamiento germicida básico y reusarla en regadíos y, si se cuenta con la tecnología adecuada, para el consumo humano.
Así las cosas en estos u otros aspectos, las autoridades deberían plantearse y asumir que más allá de sus posiciones políticas, lo válido en sus periodos es que se conciba un real estado de gobernabilidad, que en sí es pensar en la gente y, si eso ocurriese, el legado de esas administraciones territoriales marcaría una senda de cambios propositivos difícil de ser criticado”.
***Gastón Gaete Coddou, geógrafo y académico de la Facultad de Ciencias Naturales y Exactas, Universidad de Playa Ancha.
Columna de opinión publicada en diario El Trabajo de San Felipe, el miércoles 29 de diciembre de 2021