EL retorno a la presencialidad implica someternos a un nuevo estrés

Como un proceso complejo, que requiere considerar distintos factores emocionales y sociales (más allá del sanitario), calificó Lillian Pérez-Loezar, doctora en Neurociencia Cognitiva Aplicada y académica de de la Universidad de Playa Ancha (UPLA), el retorno a la presencialidad, tanto de quienes trabajan, como de los niños, niñas y jóvenes que durante estos días vuelven a los establecimientos educacionales.

Esta afirmación se llena de sentido, cuando las cifras de contagio disminuyen paulatinamente en nuestro país, avanzan las vacunas y el Ministerio de Educación presiona para retomar las clases presenciales.

La especialista dijo que todos enfrentaremos una nueva realidad, que tendrá distintos tiempos y adaptación que se deben respetar y comprender. Advirtió que el estrés se arrastra desde el estallido social, lo que generó mucha violencia e inseguridad en las calles; luego vino la pandemia, que nos obligó (por ley) a recluirnos en casa; y después de un año y medio, recibimos la autorización para la salida, el desplazamiento y, en ciertos casos, el regreso al trabajo. A su juicio, estos cambios tan radicales, generan efectos en las personas, porque no todos tienen la misma capacidad de adaptación o condiciones para enfrentarla.

“Lo primero es hacernos cargo de que es una nueva realidad y de que todas las personas vamos a llegar en condiciones parecidas en cuanto a inquietud, en cuanto a la extensión de los plazos…la forma de trabajar…o sea, todo es nuevo. Es someternos a un nuevo estrés, finalmente, porque tiene que ver con enfrentarme a algo nuevo, pero no solo para mí, para todos…nadie puede pretender que esto es como antes, por lo tanto, respetar los tiempos de adaptación de las personas. No todos van a llegar con las misma ganas, porque muchas personas están dejando su zona de confort, porque su zona de confort ahora es su casa”, sostuvo la Dra. Pérez-Loezar.

LLAMADO A LOS EMPLEADORES

Dra. Lillian Pérez-Loezar.

En su análisis, la académica llamó a los empleadores a ser flexibles y recordar que antes que un empleado, funcionario o colaborador, hay una persona, una familia que deja a sus hijos en una contingencia que también es nueva. Por lo tanto, la empatía es clave para comprender que todos estamos haciendo un gran esfuerzo para superar esta crisis sanitaria y social para salir adelante.

“El empleador no puede pretender mirar como que acá no ha pasado nada… cómo que volvimos a lo de antes y este año y medio fuese sólo un paréntesis. Hubo muchos cambios, para todos… el empleador también tiene que tener esa mirada y ser real con los aforos y respetar la normativa. Es decir, si en este espacio caben dos personas, yo empleado, no debiese aceptar un tercero, porque nos estarían vulnerando nuestro derecho de distancia mínima y no aceptar al empleador posiciones que vayan contra del derecho humano de protección a la vida, porque si yo me contagio, a quien voy a afectar es fundamentalmente a mis cercanos, quienes junto conmigo hemos tratado de cumplir con el autocuidado concluyó la doctora Pérez-Loezar.

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