
“La constitución de los grupos de trabajo que harán el análisis territorial deberían considerar en sus constitutivos internos diversos procederes, que tienen en su sustancia aplicarlos para mejorar la gestión corporativa de los mismos y, en se ese sentido, la asignación de roles está acompañada de establecer metas comunes, aspecto en que los objetivos a alcanzar por el equipo deben ser definidos con claridad desde un primer momento. Con lo referido, surge el trabajo colaborativo que produce sinergia, concepto que puede entenderse como la acción de dos o más causas que generan un efecto superior al que se conseguiría con la suma de los pensares individuales.
A fin de complementar lo indicado es imprescindible desarrollar la capacidad de atención y de escucha. Saber escuchar demuestra capacidad de empatía, profundidad intelectual, comprensión y la existencia de un espacio de comunicación. Escuchar es prestar atención a lo que se oye, atender y entender. Quien escucha pone en ejercicio el sentido del oído. Quien atiende aplica el intelecto para comprender lo que oye.
La realidad cotidiana dice que se oye mucho, se escucha menos y se atiende poco.
Por otra parte, pese a las buenas intenciones que pueda demostrar el equipo de trabajo surgirán situaciones conflictivas y, en ese aspecto, quien lidera a esta organización debiese tener las habilidades para el manejo de situaciones de esta índole. Se entiende, entonces, que los líderes efectivos y los integrantes del colectivo social tienden a comprender la naturaleza real de los conflictos y desarrollan estrategias inteligentes, para obtener el mejor resultado posible. Entonces, por incómoda que resulte la situación surge la capacidad de reflexión, que se asienta con el razonamiento, en una integración que permite relacionar diferentes ideas hasta llegar a una conclusión, idea, y lograr encontrar soluciones innovadoras. Aquello es un indicador de la lógica divergente, que consiste en un proceso de pensamiento de generar ideas creativas mediante la exploración de muchas posibles soluciones.
En consistencia con lo expresado es ineludible construir confianzas interpares y, la clave para gestionarlas, es generar compañerismo entre sus miembros. Vale decir, que cada uno debe aprender a ser tolerante y conocer las virtudes y defectos de los demás, con lo cual se fomenta el sentido de pertenencia, acción y actitud que se debe interpretar al concebir que, por naturaleza, todos los seres humanos necesitamos sentirnos parte de algo. El desarrollo de una identidad común, será fundamental a la hora de tomar decisiones en conjunto.
Finalmente, en todo ámbito de actividades debe primar la humildad, virtud que consiste en conocer y admitir las propias limitaciones y fortalezas, por lo que actuar de acuerdo a tal postura en palabras simples significar conocer nuestros pros y contras y. Por lo mismo, al manifestar estos antecedentes se induce a la responsabilidad en el cumplimiento de las labores encomendadas y asumir, por ende, los errores y aprender de ellos fomentando la proactividad. Esta última hace referencia a una actitud presente en las personas que no permiten que las situaciones difíciles los superen, que tomen la iniciativa sobre su propia vida y trabajan en función de aquello que creen puede ayudarlos y cooperar para estar mejor en lo individual y colectivo”.
***Gastón Gaete Coddou, geógrafo y académico de la Facultad de Ciencias Naturales y Exactas, Universidad de Playa Ancha.
Columna de opinión publicada en diario El Trabajo de San Felipe, el miércoles 23 de diciembre de 2020.