Pianista José Ignacio Riveros Donoso: “Yo llegué con cero formación musical a la UPLA”

La perseverancia, la pasión por la música y el talento son los tres factores clave que explican el temprano éxito de José Ignacio Riveros Donoso, titulado de la carrera de Pedagogía en Educación Músical de nuestra casa universitaria (2008), quien hoy vuela por el mundo llevando la cultura musical latinoamericana a todos los rincones, a través del piano.

Su decisión de aprender piano lo llevó en reiteradas ocasiones a correr de un lado a otro, a las siete de la mañana, para conseguir las llaves de la sala donde estaba el piano. Y es que José Ignacio necesitaba practicar una y otra vez, sin importar la hora, porque dentro de él sabía que lo suyo era la música.

Si bien esto aparece como una anécdota, la verdad es que grafica con precisión el encanto que el piano generó en José Ignacio, un joven talento que a sus 34 años se apronta a iniciar su cuarta gira al Asia, quien ha tocado el piano en 27 países de los cinco continentes.

TODO COMENZÓ EN LA UPLA

-¿Desde cuándo supiste que el piano sería tu profesión? ¿Desde antes de entrar a estudiar a la Universidad de Playa Ancha?

“No, acá en la UPLA descubrí que (el piano) era mi vocación. Cuando era adolescente me fascinaba la música… en el liceo, con los grupos de amigos. Decidí estudiar música, porque era gratificante para mí, pero acá en la UPLA descubrí que iba a a dedicar mi vida a la música. Profesores como Guillermo Marchant, Edmundo Escalona y Belfort Ruz me ayudaron mucho…todos ellos me direccionaron para que me dedique a la música como profesión. Sin duda, los profesores fueron mis impulsores en mi formación profesional”.

-¿Cómo fueron esos años de estudio?

“Intensos. Recuerdo que estudiaba 12 a 15 horas diarias….los auxiliares me tenían en la mira. Todos los días llegaba a las 7 de la mañana y me iba a las 11 de la noche. Y entre esas jornadas había almuerzos y clases, pero siempre volvía a estudiar piano. El tema es que yo llegué con cero formación musical a la UPLA”.

-¿De qué modo una persona que le gusta el piano se convierte en profesional?¿Cómo es el proceso?

“Son etapas. Lo primero es dominar el instrumento y leer música, luego viene la interpretación musical. Es decir, plasmar en el público un discurso musical o emociones. Eso es lo que me pasa en distintos lugares del mundo, porque la música funciona como puente o canal de comunicación, como ocurrió en Corea del Sur, Singapur o Rusia, donde no se maneja el idioma español. Allí, a través de la música, entrego un mensaje, hablo de Chile, de nuestra cultura, de lo que somos. Y bueno, finalmente está la etapa de la composición musical y hacer arreglos musicales, lo que se llama crear y componer”.

DESDE LO PROPIO

-¿Qué tipo de música interpretas?

“Chilena y latinoamericana. Le tengo mucho respeto a los pueblos originarios y por eso, para poder componer, estuve un mes en Tirúa, porque quería plasmar en mi música la identidad de ellos. Realmente disfruto mucho pasar al instrumento el mensaje de Violeta Parra o Víctor Jara. Sin duda es un gran desafío y lo hago, porque tenemos que darle valor a lo nuestro. Me he dado cuenta que, con un formato de sello propio, puedo llegar a gran escala. Este año, por ejemplo, haré mi cuarta gira la Asia, pagada”.

-¿Cómo recibe el mundo nuestra música?

“Con mucho interés, porque también muestro nuestros sonidos. Por ejemplo, si voy a China, habrá probablemente muchas personas que tocan a Beethoven mejor que yo, pero no tocan la música que toco yo, porque soy de Chile y desde acá voy y me paro en Beijing. Eso ellos no lo pueden hacer. Entonces eso se valora mucho al otro lado del mundo”.

-¿Qué pasa contigo cuando logras que allá, tan lejos, conozcan a través tuyo a nuestros artistas, a nuestros poetas?

“Eso ha sido uno de los principales motivos que me ha permitido interpretar de una manera maestra la música chilena, porque hay que sentirla. Para mí ha sido muy emocionante ver a la comunidad chilena fuera, pero también uno debe colocarse en la vereda de enfrente y ver la propuesta no como músico, sino también como público, como productor, como ejecutivo también, porque las personas que toman decisiones, mayormente no son músicos. Estuve en Argelia tocando, porque hubo un senador que apadrinó mi concierto, entonces ocurre lo que yo llamo ‘acarrerar personas’. Eso pasa en todas partes, es la gente que apuesta por uno. Además,  también hay un respeto por la trayectoria. La suma de todo esto me ha permitido tocar piano en 27 países de los cinco continentes”.

-¿Y cómo es eso de recorrer el mundo y luego regresar a la universidad que te formó para participar de una ceremonia?

“Pasa que uno no tiene que olvidar de dónde viene. Y, sin duda, me produce una emoción enorme, porque es mi casa. Pero más que nada, valoro mucho a las personas que están acá, porque las personas y el cariño siempre va a estar, y eso no hay que olvidarlo. Lo digo, porque el escenario a veces nubla a los músicos”.

-Entiendo que también tocas con los Parra…¿cómo surgió eso?

“Hace nueve años trabajo con Los Jaivas como encargado de partituras y, en algunos conciertos, como músico. Conocí a Claudio Parra en San Vicente de Tagua Tagua, pero en ese momento estudiaba en el Conservatorio (de la PUCV). Mi profesor era amigo de Claudio Parra, a quien presenté unas partituras de Alturas de Machu Pichu. Le gustó, entonces  desde ese momento trabajamos juntos. Hay una amistad musical y una forma de vida que me han transmitido y que yo he aprendido a transmitir en los conciertos. Él es un enorme músico de quien yo, hasta el día de hoy, sigo aprendiendo”.

-¿Qué hay del profesor de Pedagogía en Educación Musical que fuiste en un principio?

“Sigue activo. Con el patrocinio de la Fundación Los Jaivas, formé una Academia de Música en la Región del Libertador Bernardo O’Higgins, para poder transmitir la enseñanza del piano a los niños y jóvenes. Además, a través de distintos proyectos he hecho clínicas, talleres, conciertos didácticos (con los integrantes de Loa Jaivas) en escuelas públicas y rurales. En otras palabras, la enseñanza jamás la he dejado, lo cual me tiene muy contento, porque siento que estoy sembrando y cosechando a la vez”.

 

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