Misión pública de las universidades

Hasta ahora, la forma en que se concreta la reforma a la educación superior no recoge el mensaje que contiene la ley ni se hace cargo de los problemas de la educación superior, que sí requiere cambios contextualizados en las grandes transformaciones que vive la humanidad.

Lo que necesita Chile es un sistema -leyes, instituciones y líderes- que mire el futuro del país y que entienda que la educación es el factor más determinante para el desarrollo y que ello no se reduzca solamente al crecimiento, sino que incorpore principalmente el crecimiento del ser humano en sus distintas dimensiones: social, espiritual, cultural, económico y político. Se necesita un modelo que valore el sentido de lo público que está en el ethos de nuestras universidades.

Desde el punto de vista fáctico, a las universidades públicas les cuesta más cumplir su misión ontológica, ser una universidad que persigue bienes superiores en procura del bien común. No es posible aceptar que estas instituciones sean consideradas como un proveedor más de carreras profesionales y que tengan que desenvolverse aplicando las leyes de la oferta y la demanda, atentas a las condiciones del mercado. Un modelo así concebido hace imposible sustentar universidades en varias regiones del país. Lo anterior hace perder de vista el sentido estratégico que estas instituciones tienen para el desarrollo equilibrado de Chile, considerando la diversidad territorial y las asimetrías que caracterizan al país.

Durante décadas, las universidades regionales quisieron hacer más, hicieron lo que su naturaleza y origen les decía que debían hacer, hicieron investigación, innovación, creación, extensión, cultivaron el arte, la cultura, se preocuparon de las personas vulnerables, de los pueblos originarios, las desigualdades de género, la diversidad y procuraron la inclusión. Todo esto lo hicieron sin políticas públicas claras ni recursos adecuados, lo hicieron por convicción y compromiso con la sociedad.

Hay que destacar que las comunidades académicas, estudiantiles y de funcionarios tuvieron siempre un imaginario de lo público, a pesar de no tener respaldo del Estado para cumplir la misión pública que por ley les tiene encomendada. Es admirable como muchas de estas universidades han cumplido dichos fines a pesar de la ausencia de políticas públicas claras que fortalezcan la vocación de servicio que tienen.

En el mundo desarrollado, la universidad pública es la institución que es considerada como un modelo de calidad, que las otras debieran imitar. En Estados Unidos hay universidades privadas muy buenas, pero todas las universidades públicas son de excelencia. Las universidades públicas británicas, alemanas, suecas, finesas, danesas, japonesas, chinas, coreanas y australianas, entre otras, son referentes de calidad y Chile no puede permitirse que ello no sea también así.

Patricio Sanhueza Vivanco
Rector Universidad de Playa Ancha
Presidente Agrupación de Universidades Regionales

 

Columna publicada en El Mercurio de Valparaíso, sábado 6 de julio de 2019.

 

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