El Consorcio de Universidades del Estado de Chile, en su infatigable tarea en defensa de la universidad pública, ha puesto en marcha un modelo de articulación en red de las instituciones de educación superior del Estado que, obviamente, se opone al “modelo de educación superior creado en 1981 que ha producido el contrasentido que las universidades estatales compitan entre sí”, según se declara en documento donde se fundamenta esta iniciativa.
Pues bien, se sale al paso de ese contrasentido con la conformación de una red ya en marcha en la que se incorporan las 18 casas de estudio universitarias y los 15 CFT estatales.
Uno de los sustentos de esta iniciativa refiere que “el sistema de educación superior estatal permitirá que estas instituciones puedan fortalecerse mediante un mecanismo de transferencia de experiencias y conocimientos desde aquellas que cuenten con mayor desarrollo en su complejidad, hacia las con menor desarrollo porque han debido priorizar la formación docente dada la situación desfavorable originada principalmente por la distribución históricamente inequitativa de los recursos fiscales y el modelo privatizador de autofinanciamiento instaurado en 1981″.
Sin duda, un proceso de colaboración y complementación como el definido solo puede redituar en beneficios, el principal de los cuales es abarcar todo el territorio nacional para que en él, efectivamente, se observe una educación superior de calidad con oportunidades para potenciar la investigación y la innovación.
Un sistema de universidades estatales en red significa elaborar asociatividad que posibilite un intercambio permanente, la realización de actividades comunes, docencia en común, el desarrollo conjunto de investigación, el intercambio de académicos y de estudiantes, entre otras varias iniciativas. Se trabajará por el efectivo desarrollo de la investigación, la ciencia y la tecnología, las humanidades, las ciencias sociales, el arte y la cultura, con especial preocupación por el desarrollo de las regiones, aspectos todos esenciales para el crecimiento armónico del país.
Cada universidad estatal tiene sus propios objetivos, propósitos y orientaciones específicas; sin embargo, nos relaciona la convicción compartida de ser inclusivos, pluralistas, tolerantes y de mostrar la diversidad del mundo, a la vez que trabajar denodadamente por el bien común. Existe, entonces, una base de principios comunes que dan sustento valórico a la red que comentamos.
Habrá que trabajar todavía para avanzar en construir un marco jurídico que institucionalice esta articulación en red, a la vez que, entre otros aspectos, otorgue líneas de financiamiento que sostengan y promuevan la colaboración.
Estamos, pues, en presencia de una iniciativa inédita de la cual pueden esperarse beneficios también inéditos, uno de los principales, el fortalecimiento de la defensa de la universidad pública tan larga y positivamente vinculada con la historia y el progreso de Chile. Una iniciativa que se sitúa a la altura de las exigencias de este tiempo.
Columna publicada en El Mercurio de Valparaíso, domingo 25 de octubre de 2015.