“La información es un bien social y un servicio público”

De paso por la Universidad de Playa Ancha estuvo el catedrático español Juan Antonio García Galindo, Licenciado en Filosofía y Letras, Doctor en Historia Contemporánea y actual Decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Málaga en España.

El destacado académico realizó una clase magistral sobre “El periodismo ante los cambios sociales, políticos y tecnológicos”, en el marco del lanzamiento del Programa de Postgrado en Comunicación que abrirá la Universidad de Playa Ancha a partir del segundo semestre de 2009. Dicha actividad fue organizada por la Revista F@ro y el Departamento de Ciencias de la Comunicación y de la Información de la Facultad de Humanidades.

García Galindo es experto en medios de comunicación y asegura que “hay ciertos fenómenos en el mundo de la comunicación y de la información que se están dando no sólo en España, sino que en todo el mundo”. De ahí que su intervención, dirigida a estudiantes y académicos de nuestra Universidad, se centrara especialmente en las transformaciones que sufre el periodismo ante los cambios tecnológicos.

En este contexto, ¿Qué rol les compete a los periodistas consagrados y a los nuevos periodistas?

“Hay que respetar los distintos roles, los nuevos sobre todo, pero también respetar los viejos roles. Creo que en el periodismo no es preciso ir siempre tecnológicamente un paso más adelante. El periodista sigue siendo y desempeñando una función social inestimable, una función social primordial, que es la gestión de la información. El periodista es un gestor de la información, es esa persona capaz de entender el mundo que le rodea, de codificarlo y ser capaz de transmitirlo a la sociedad de una manera clara, precisa y explicativa, y esa función es independiente de la tecnología. Lo que efectivamente es verdad, es que esa tecnología puede facilitar ese trabajo, puede mejorarlo, y puede contribuir a que llegue, además, a más personas por vías y soportes distintos”.

¿Resulta pertinente en estos días hablar de la labor educativa del periodista en función del exceso de información y acceso a ella en estos tiempos?

“Es fundamental esta labor, sobre todo por eso, por el exceso de información pero, además, por otros aspectos, es decir, desde el punto de vista que el periodismo tiene que cumplir con una función formadora (antes que deformadora); función que, ciertamente, por estos días precisa recuperar para una mejor producción de contenidos, pues de esta forma, tenga implicancias a nivel social. Creo que el periodismo está llamado a ser una fuente formadora en cuanto a valores, hábitos de consumo, en fin, incluso en la visión de mundo y, evidentemente, eso tiene que ser visto por quienes analizan la comunicación como una parte fundamental del conocimiento humano y de la influencia social”.

¿Tenemos el periodismo que queremos o merecemos?

“Bueno, depende del prisma bajo el cual se mire. Tenemos el periodismo que queremos, al igual que tenemos los medios que merecemos o los sistemas políticos que tenemos, o sea, en ese sentido, puede ser verdad. La gran responsabilidad no es de los ciudadanos, no es de la sociedad, sino más bien del círculo cerrado que conforman las grandes empresas de la comunicación que en distintos lugares del mundo no han reparado en la importancia que tiene el periodismo en cuanto a formación de los grupos sociales, labor que antes poseía casi como atributo en sí mismo y que, ante el actual cuadro que vivimos, se ve alicaída.

Ejemplo de ello es la gran precariedad laboral de los periodistas y los comunicadores, es decir, ¿este es el periodismo que refleja un estado social o un estado de la cuestión de un país o un conjunto de ellos en un momento concreto? Puede ser eso verdad, sólo a grosso modo por cierto, porque, como ya se haya dicho, la responsabilidad no es de la ciudadanía, sino de escasos grupos económicos”.

¿Qué papel les compete a las universidades como formadoras de profesionales del área de comunicación en este contexto?

“Soy Decano de una Facultad de Ciencias de la Comunicación y de la Información y que me dedico también a la formación de periodistas, pues, considero que la universidad es un espacio abierto a la sociedad.

Estimo que la vida universitaria es una oferta que puede hacer el Estado –ante todo- y que es independiente de la situación por la cual atraviese el mercado. En este caso, estamos hablando del periodismo, pero podríamos hablar de otras carreras donde, por cierto, puede que también haya precariedad.

Hay que buscar un equilibrio y pensar que evidentemente la formación de nuestros estudiantes tiene que estar en relación con ese contexto, aunque no predeterminado por éste, sino en un diálogo con el entorno, con las empresas, con la comunicación social, en fin, todo ello para irse adaptando y no sometiéndose a las leyes de la oferta y la demanda como si fuese un recurso más. La idea siempre es que exista un beneficio recíproco tanto para aquellos que ingresan a estudiar a las universidades como para la sociedad en la cual se insertan sus eventuales egresados”.

En este sentido ¿Se deben fortalecer los medios de comunicación local como una vía alternativa –por su cercanía- para cobijar a las nuevas generaciones de periodistas?

“Creo que el fenómeno es mucho más complejo. Estoy convencido que los medios de comunicación local o ciudadanos pueden servir también para recoger a un volumen de egresados de las universidades que trabajen en ese ámbito. Por cierto, debe ser protegido por el Estado, y deben seguir siendo medios a potenciar, pero eso no excluye que deba evitarse la intervención sobre los medios de comunicación tradicionales, es decir, sobre las grandes empresas, en el sentido cierto de hacerles notar los procedimientos para la incorporación de agentes de acuerdo a las condiciones de cada país, a fin de respetar los puestos de trabajo para cada línea de profesionales.

En este momento, por ejemplo, se acusa mucho a la crisis económica de la cesantía de muchos periodistas, pero no se da cuenta que toda esta serie de despidos viene de la década de los ochenta, cuando empezó de manera muy tímida, por cierto, pero que es preciso aclarar que esta iniciativa de cesar en sus cargos a especialistas de la comunicación viene de mucho antes de la coyuntura actual. A partir de la crisis económica se aprovechan para abaratar los costes, ya sea reduciendo planillas o bien requiriendo periodistas polivalentes que deben hacer absolutamente de todo.

Creo que es preciso que en cada país existan mecanismos de autorregulación que hagan ver a las empresas periodísticas, justamente, la necesidad que tienen de seguir dignificando la labor profesional de los periodistas, porque de lo contrario se nos vendría encima una crisis profunda no sólo de la profesión, sino también de la credibilidad de los medios de comunicación (aunque no parece importarle a muchas de esas empresas). Finalmente, creo que eso mismo traería luego una crisis profunda de los valores de la democracia”.

¿Cuál es su opinión respecto a la relación entre el acceso a las TIC’s y el llamado periodismo ciudadano que éstas propiciarían?

“Discrepo largamente de aquellos que le dan tanto énfasis al periodismo ciudadano, básicamente porque esta terminología, que a mí precisamente no me gusta utilizar a razón de que el periodismo es una labor fundamental dentro de la sociedad y, por lo tanto, ha de ser gestionado por profesionales especialistas en dichas materias, con formación en cuanto a comunicación e información. No puede descansar ninguna de las funciones periodísticas en personas que no están educadas en dichos aspectos.

Una cosa muy distinta es que los ciudadanos en la actualidad ocupen los beneficios de la red y los avances tecnológicos para convertirse en emisores de datos, de opiniones o, si se quiere, en su momento, de información, pero eso no es sustitutivo de lo que es el periodismo.

Es verdad que existen voces alrededor de todo el mundo que señalan que la labor del periodismo no es necesaria. Sin embargo, esas voces vienen de un entorno de mercado donde se superpone la noción tecnológica y, valga la redundancia, el abaratamiento de costos para competir en dicho mercado. Si entendemos a la información y a la comunicación como un producto más, así como vender lavadoras o vender chucherías en un kiosco, pues estamos mal. Esto no se trata de lo mismo. La información es un bien social y un servicio público, y eso es algo de lo que tienen que darse cuenta las empresas relacionadas con este mundo y no solamente ellas. Tiene que darse cuenta también el Estado, que ha de tutelar por ese derecho ciudadano, básico e importante y, por lo mismo, relacionados a otros derechos, es decir, la libertad de comunicación está referida con la libertad de expresión y, en definitiva, a todo tipo de derechos exigibles en un Estado democrático.

Esto, por cierto, es un llamado cierto a que las universidades vean también que su rol es perseverar en el resguardo de los derechos de sus egresados y profesionales en beneficio de la sociedad”.

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